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Article publicat per Vicenç Navarro a la revista digital SISTEMA, 14 de març de 2014

Aquest article critica les postures econòmiques defensades per David Taguas, que va ser l’economista de la Moncloa durant el mandat del president Zapatero.

Frecuentemente uno tiene que leer la prensa con cierta ironía, pues la narrativa que se utiliza en tales medios alcanza frecuentemente niveles irreales, siempre, por cierto, favoreciendo la postura de los estamentos del poder. Un ejemplo claro de ello es el artículo sobre David Taguas en El Periódico de Rosa M. Sánchez y Agustí Sala, titulado “Macro-provocador” (21 de febrero de 2014). Tengo que admitir que tuve que leérmelo dos veces, pues no me acababa de creer que su irrealidad alcanzara tal nivel.

Pero antes de iniciar este artículo, quisiera subrayar que no conocí a David Taguas y ninguno de mis comentarios se refiere a su persona, sino a sus ideas y, sobre todo, a cómo estas han sido presentadas por los medios. Me veo en la necesidad de hacer esta aclaración porque me eduqué en una cultura que respetaba a los muertos, dejándolos en paz. Pero repito, una cosa son las personas y otra cosa son las ideas que reproducen. Y estas sí que merecen ser discutidas. Comienzo así el artículo.

El artículo en El Periódico es laudatorio de David Taguas, al cual se presenta como una voz radical, que iba a contracorriente, provocando a las estructuras de poder con el coraje, convencimiento, y seguridad que le daba el saberse (o creerse) superior en su intelecto a los demás. Así es como David Taguas es presentado en ese artículo, lo cual hace dudar que los periodistas conocieran las posturas que presentaba David Taguas, pues este fue uno de los portavoces del pensamiento ultraliberal que domina la sabiduría convencional del país, promoviendo y defendiendo la versión más ortodoxa del neoliberalismo, que favoreció a manos llenas a las estructuras del poder. Era uno de los economistas favoritos del gran capital, que fue ganando todas las batallas debido, no a su fortaleza intelectual o a la evidencia científica de sus teorías (que era esta última más bien escasa), sino a la enorme y desequilibrada fuerza de la gran patronal y de la banca en la vida política y mediática de nuestro país. Primero como parte del equipo de otro neoliberal de este país (Miguel Sebastián) en el Servicio de Estudios del BBVA, y, más tarde, como director de la Oficina Económica de la Moncloa, pasando a ser el asesor en jefe del Presidente Zapatero en temas económicos, David Taguas tuvo una gran influencia en el diseño de las políticas públicas del gobierno Zapatero. Su neoliberalismo no pudo ser más explícito. Llegó a proponer un recorte del gasto público de 50.000 millones de euros (alrededor de cinco puntos del PIB), una rebaja radical de impuestos, la eliminación del impuesto de patrimonio, una desregulación casi total del mercado de trabajo –introduciendo un contrato único- y la eliminación de cualquier protección del nivel salarial, con la práctica destrucción del poder de los sindicatos, medidas todas ellas que se han ido implementando, algunas iniciadas por el gobierno Zapatero y desarrolladas con gusto por el gobierno Rajoy bajo el aplauso de la banca, de la patronal (de la cual era Presidente de Seopan), del Fondo Monetario Internacional, de la Comisión Europea, del Banco Central Europeo y de todas las estructuras de poder que le proveían todas las cajas de resonancia. Lejos de ser el provocador, fue su fiel servidor.

¿A quién provocó David Taguas?

Uno debe preguntarse, pues, ¿a quién provocaba David Taguas? ¿Al establishment? ¿Creen que este fue provocado o irritado por uno de sus mejores sirvientes? ¿Cómo pueden los autores de aquel artículo (Rosa M. Sánchez y Agustí Sala) aplaudir a ese economista por ir contracorriente, cuando era una de las voces más aplaudidas en los fórums donde la sabiduría convencional se reproduce? Este tipo de economistas provoca a los débiles, a los que están sufriendo enormemente como consecuencia de las políticas impuestas y promovidas por talibanes neoliberales que, violando los más mínimos niveles de integridad científica, sirven dócilmente y servilmente a los poderes de España.

En su última entrevista en la revista El Siglo, el Sr. David Taguas decía que el mayor problema que existe en España es ni más ni menos que su “excesivo apego al gasto público”. Sí, lo ha leído bien. Véalo usted en la página 30 del número del 17 al 23 de febrero de la revista. Es extraordinario que esto se diga en uno de los países de la Unión Europea de los Quince con uno de los gastos públicos más bajos. David Taguas repetía este tipo de aseveraciones constantemente, y se quedaba tan pancho, sabedor que raramente serían contrastadas con los datos que hubieran mostrado su falsedad. Solo en nuestro país, con unos medios de información y persuasión tan dóciles con el poder, puede explicarse que este señor dijera tal cosa y los medios lo publicasen sin más.

En realidad, lo que era provocador de él no era lo que decía, que era del total agrado de los poderes fácticos, y muy en particular de la banca, la cual ejerce un enorme poder en nuestra sociedad. Lo que era provocador es que dijera falsedades tan patentes y que prácticamente nadie en los medios las presentara por lo que eran. Y lo que fue todavía más provocador fue que una persona con un ideario tan neoliberal como el suyo fuera nombrado el principal asesor en economía del Presidente Zapatero, que dirigía un gobierno socialista, de un partido enraizado en la clase trabajadora, y que poquísimas voces, entre los barones socialistas, protestaran públicamente por tal nombramiento. ¿Hasta cuándo estos silencios frente a estos nombramientos continuarán? Las izquierdas en este país tienen economistas excelentes. ¿Por qué no se les nombró a ellos? ¿Por qué se recurrió constantemente a economistas ultraliberales para diseñar sus políticas públicas? Tales nombramientos se hacen para dar tranquilidad a los poderes financieros y económicos, asegurándoles que por muy radicales que sean sus programas electorales y sus discursos en el periodo electoral, la realidad es que economistas afines a tales poderes fácticos serán los que diseñarán las políticas públicas. Así de claro.

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