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Article publicat per Vicenç Navarro a la columna “Pensamiento Crítico” al diari PÚBLICO, 7 d’abril de 2015.

Aquest article mostra l’error i/o la fal·làcia dels arguments que atribueixen l’elevat deute a l’excessiva despesa pública dels Estats, responsabilitzant la despesa en l’Estat del Benestar d’haver contribuït a la crisi.

Una teoría económica muy extendida es que el máximo obstáculo para la recuperación económica de los países periféricos de la Eurozona es su elevada deuda pública. Constantemente se acentúa que la deuda es la mayor causa de que las economías de estos países (Grecia, Irlanda, Portugal y España) no puedan salir de la crisis. De esta lectura de la realidad surge la necesidad de reducir tal deuda pública a base de recortes de gasto público, que incluye gasto público social, recortes que se consideran especialmente necesarios para estos países periféricos, que son los que supuestamente se han gastado más y, por lo tanto, han generado mayor deuda pública. Todos los gurús económicos que aparecen en los mayores medios de información y persuasión del país –desde TV3 y Catalunya Ràdio hasta el programa La Sexta Noche, Cadena Ser, Radio Nacional de España, y muchos otros-, reproducen esta visión de los riesgos de la deuda y la urgente necesidad de los recortes. Y lo mismo aparece en los medios de análisis económicos, presentados como centros de reflexión económica, llevado a cabo por “expertos”.

El problema con este análisis de la deuda pública es que es erróneo y, como consecuencia, sus políticas públicas de austeridad de gasto público como manera de salir de la crisis han sido un auténtico desastre (aunque los supuestos expertos de Nada es Gratis todavía no se han dado cuenta). Veamos los datos, comenzando por analizar como se inició tal deuda, y veremos si la deuda pública fue o no la causa de la crisis (que es la que se presenta, por lo general, como la mayor culpable).

Pues bien, ni en España ni en Irlanda hay evidencia de que, cuando se inició la crisis, estuvieran invirtiendo demasiado en gasto público. En realidad, su gasto público estaba muy por debajo tanto del promedio de la UE-15 (el grupo de países de mayor desarrollo económico de la UE) como de lo que deberían gastarse por su nivel de riqueza. España se gastaba en el sector público 60.000 millones menos de lo que le correspondería por su nivel de riqueza cuando la crisis empezó en 2007. Estos dos países, además de gastarse menos del promedio de la UE-15 y de lo que podrían y deberían gastarse, tenían un superávit en sus cuentas del Estado. No es de extrañar que ambos países tuvieran una deuda pública por debajo, y no por encima, del promedio. En base a estos datos, ruego a los lectores que escriban a los grandes gurús mediáticos y les pregunten: ¿cómo puede ser que el supuesto excesivo gasto público (el famoso despilfarro de los ciudadanos del Sur de Europa, que tienen demasiadas pensiones y excesivos beneficios sociales) pueda ser la causa de la crisis cuando, en realidad, era un gasto muy limitado? Por favor, llamen a la radio o a la televisión, y háganles esta pregunta.

Es posible que no respondan, pues el único caso al que pueden hacer referencia por el excesivo gasto público (causa de un elevado déficit público) será Grecia. Es el caso que siempre se sacan de la manga. Grecia sí que tenía un déficit público elevado. Y se lo repetirán con fuerza y contundencia para mostrar que esos griegos tenían excesivos derechos sociales (que no tenían los países nórdicos de Europa), que causó el colapso del Estado.

Pero esta respuesta oculta otro dato. En primer lugar, la mayoría de la población griega no goza de los elevados niveles de beneficios sociales que se asume que tienen. En realidad el gasto público social por habitante es de los más bajos de la UE-15 junto con España, Irlanda y Portugal. Que el gasto público y el déficit sean elevados se debe, en gran parte, al gasto militar, causa mayor de su elevada deuda, que no benefició en absoluto a la mayoría de la población griega, y que solo benefició a las oligarquías reinantes de Grecia, a las industrias armamentísticas (incluyendo las alemanas) y a la banca extranjera que financiaba su compra. Entre ellas estaban la banca alemana y la francesa, cuyos gobiernos y medios de persuasión y manipulación presentan ahora la deuda pública griega como consecuencia del desorden y despilfarro de los griegos. La evidencia es abrumadora de que la deuda pública no ha sido causada por el derroche de los ciudadanos indisciplinados, y difícilmente se puede presentar como causa de la crisis.

La deuda privada

Veamos ahora quién ha causado la deuda privada. De nuevo, las explicaciones que dan los gurús son dramáticamente insuficientes, además de erróneas. Vayamos a los datos y analicemos algunos que nunca se miran, como la distribución de las rentas de los países. Podremos ver que en todos estos países ha habido una disminución muy marcada de las rentas del trabajo que ha creado la necesidad de que las familias tengan que pedir crédito de una manera creciente a fin de mantener su nivel de vida. De ahí que las familias estén profundamente endeudadas en cada uno de estos países. Este endeudamiento ha significado el gran crecimiento del sector financiero, es decir, de la banca.

La banca europea, incluida la alemana, ha prestado enormes cantidades de dinero, alimentando así las burbujas. En Irlanda, desde 1999 hasta 2007, los bancos prestaron el equivalente a la mitad de su PIB. Como consecuencia, el precio de la vivienda aumentó el 500%, el mismo porcentaje, por cierto, que en España (ver Conn Hallman, “Europe’s Debt: Lies and Myths”, CounterPunch, 2 de marzo, 2015). Cabe destacar que la mayoría de los bancos que prestaron el dinero eran extranjeros.

Cuando apareció la crisis bancaria de 2008, esta asustó a todos los bancos, que entraron en pánico. Cuando esto ocurrió, los medios de información y persuasión afines a sus intereses (que son casi todos) se movilizaron para promover el mensaje de que “hay que salvar los bancos”. Y así pasó. El Estado irlandés se gastó 30.000 millones de euros aumentando astronómicamente su deuda pública, lo cual fue utilizado por el capital financiero –que estaba siendo salvado por el Estado- para enfatizar que este pago se debía de hacer a costa de la reducción del gasto público social, consiguiendo cargarse el escasamente financiado Estado del Bienestar.

Esta situación ha ocurrido de la misma forma en los países periféricos. En todos ellos se han dado las siguientes características: 1) disminución de las rentas del trabajo; 2) necesidad de endeudarse; 3) aumento del endeudamiento y del sector financiero; 4) crisis del sistema financiero, resultado, en parte, de su comportamiento especulativo; 5) rescate de los bancos; y 6) aumento de la deuda pública. Ha sido, como ha indicado Stiglitz, “la parasitación de la deuda pública por parte de la deuda privada”.

¿Cómo la deuda privada se transforma en deuda pública?

Los Estados han comprado deuda privada para rescatar los bancos. Pero otra dimensión de esta relación entre deuda privada y deuda pública es que los bancos han estado comprando dosis masivas de deuda pública, y ello debido a dos causas. Una es que el descenso de la demanda en la economía productiva y su baja rentabilidad explica que la banca haya ido invirtiendo más y más en actividades especulativas, que tienen mayor rentabilidad, por un lado, y que por otro haya comprado más y más deuda pública, a unos intereses hipertrofiados y escandalosamente elevados. En todos estos países sus Estados tuvieron que pagar unos intereses exuberantes para vender su deuda pública. Esto ha sido la causa del gran crecimiento de la deuda pública. El Banco Central Europeo no es un Banco Central sino un lobby de la banca: no protege a los Estados frente a la especulación de los mercados financieros, forzándoles a pagar unos intereses elevadísimos.

Y la segunda razón del gran crecimiento de la deuda pública ha sido el descenso de los ingresos al Estado, principalmente debido a las rebajas fiscales en los años que precedieron la crisis y que beneficiaron en gran manera a las grandes empresas y a las clases más pudientes. España es un claro ejemplo de ello. El Presidente Zapatero bajó los impuestos en su reforma del 2005, creando un agujero de las cuentas en el año 2007. Tal como indicaron los propios expertos del Ministerio de Hacienda, el agujero de 27.223 millones de euros en el presupuesto del 2007 se debió primordialmente a la bajada de impuestos. Estos son los temas de los que no se habla, centrándose, en su lugar, en la necesidad de los recortes. Y todo ello se hace con la ayuda y complicidad de los medios de mayor información y difusión que intentan persuadir a la ciudadanía –las víctimas del sistema- que ella es la causante de la crisis por gastarse más de lo que tiene.

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