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Artículo publicado por Vicenç Navarro en la columna “Dominio Público” en el diario PÚBLICO, 18 de junio de 2015.

Este artículo denuncia lo que está ocurriendo en las negociaciones entre el establishment europeo y el FMI, por un lado, y el gobierno de Syriza por el otro. Lo que está ocurriendo es de una enorme crueldad y/o incompentencia, que debe denunciarse.

No existe plena conciencia en la mayoría de la ciudadanía en España de lo enormemente limitada que es la diversidad ideológica en los medios de información españoles. La práctica ausencia de voces críticas con la sabiduría convencional del país hace que la población no se percate de este enorme déficit democrático existente en España (incluyendo Catalunya), que es uno de los mayores problemas que tiene la democracia española, fruto del enorme dominio que lo que antes se llamaba la clase capitalista (y ahora se llama el 1%) tiene sobre tales medios (tanto públicos como privados). Un ejemplo de ello son los reportajes sobre lo que ocurre en Grecia y las negociaciones que su gobierno está llevando a cabo con la Troika (el Fondo Monetario Internacional, FMI, el Banco Central Europeo, BCE, y la Comisión Europea), así como con el Eurogrupo, constituido por los Ministros de Economía y/o Finanzas de los países de la Eurozona (claramente dirigidos por el representante del gobierno conservador alemán y, en situación de docilidad y subsidiariedad, del gobierno socialista francés). En la gran mayoría de dichos reportajes sobre las negociaciones, se presenta que su impasse (que podría terminar con la expulsión de Grecia de tal comunidad monetaria –la Eurozona-) se debe a la incompetencia, a la bisoñez y a las rigideces del gobierno griego, dirigido en las negociaciones por su Ministro de Finanzas, Yanis Varoufakis, al que sistemáticamente se presenta como un narcisista procedente del mundo académico, carente del tacto y diplomacia que tales negociaciones requieren, y cuyo comportamiento está agotando la paciencia del establishment europeo y del FMI, las propuestas de los cuales se presentan como racionales y lógicas, necesarias para ayudar a Grecia. Las voces críticas con esta interpretación de los hechos son sistemáticamente vetadas y/o marginadas, reproduciéndose así la sabiduría convencional, que es, ni más ni menos, que la promoción de una gran mentira. Y utilizo la expresión “gran mentira” y no el término “gran ignorancia” porque el establishment europeo sabe muy bien lo que ocurre y lo que está pasando, que, de momento, se está desarrollando según un plan predeterminado con un objetivo que está cada vez más claro.

¿Qué está intentando el establishment que gobierna el euro?

Como he mostrado en artículos anteriores, la enorme avalancha mediática en contra del gobierno Syriza tiene un objetivo claro. No es la expulsión de Grecia de la Eurozona, sino la expulsión de Syriza del gobierno (ver mi artículo “Los establishments políticos y financieros europeos quieren terminar con Syriza”, Público, 28.04.15). Como bien reconoció nada menos que el Presidente del Banco Central Europeo, el Sr. Draghi (cuya hostilidad hacia el gobierno de Syriza es bien conocida – ver mi artículo “El ataque frontal del gobierno alemán y el BCE a Grecia”, Público, 17.02.15), el tema hoy en las negociaciones es político, más que económico y financiero. Lo que están intentando es destruir todos los instrumentos que la clase trabajadora tiene a su alcance –el gobierno de Syriza y los sindicatos- para, de una vez por todas, recuperar un gobierno dócil a sus órdenes y mandatos, defendiendo un orden que beneficia a los intereses financieros y económicos que tal establishment europeo (incluyendo el griego) representa. La evidencia de ello es abrumadora.

La absurdidad de las propuestas que se quieren imponer a Grecia

En contra de lo que se ha informado en España, el gobierno griego ha hecho gran número de concesiones, tales como mantener un superávit primario durante muchos años, pasando de ser éste de 0.,6% del PIB en 2015 a un 3,5% en 2022 (el superávit que se cuantifica una vez descontados los intereses que se deben pagar por la deuda del Estado”), respetar las privatizaciones de centros neurálgicos de la economía griega, retrasar varias medidas –como el aumento del salario mínimo-, renunciar a la renegociación de la deuda, y muchas otras (ver mi artículo “La canallada que le están haciendo a Syriza en Grecia”, Público, 11.06.15). Ha propuesto también un arbitraje de las negociaciones, poniéndolas bajo la dirección de la OCDE o la Organización Internacional del Trabajo (ver “A Greek Deal Could be in the Offing –Given the Will”, Reiner Hoffmann, Gustav Horn y Gesine Schwan, Social Europe, 15.06.15).

Ahora bien, todo esto, por lo visto, es insuficiente para el establishment europeo y para el FMI. Lo que en realidad quieren es cargarse a los sindicatos y al sistema de negociación colectiva que defiende los intereses de la clase trabajadora, así como destruir el sistema de protección social, incluyendo las pensiones. Es un ataque frontal a la clase trabajadora griega. No hay otra manera de definirlo. Es la lucha de clase en su expresión más dura y cruel, con el objetivo de destruir los instrumentos de defensa del mundo del trabajo.

Y estas medidas se quieren imponer en base a la enorme falsedad en la que se sustentan. Por ejemplo, se acusa a Grecia de tener una excesiva protección social, acusándola, por ejemplo, de tener unas pensiones excesivas, exigiéndole que se retrase la edad de jubilación en nada menos que cinco años, reduciéndose todavía más el nivel de las pensiones (que ya se han reducido un 48% desde 2010). En realidad, el Financial Times informó de que el 45% de las pensiones están por debajo del nivel de pobreza (ver “Q&A: Greek pensions – deal or no deal”, Financial Times, 04.06.15). Otra exigencia es que se haga otra reforma del mercado laboral, debilitando, y en muchos casos eliminando, los convenios colectivos, con la intención explícita de bajar los salarios (de los más bajos de la Eurozona) para aumentar las exportaciones, sin considerar el impacto negativo que ello supondría en la capacidad adquisitiva de la población y, por lo tanto, en la demanda doméstica y en el consiguiente estímulo económico. Y así un largo etcétera (ver “Germany is Bluffing on Greece”, de Mark Weisbrot, CounterPunch, 15.06.15).

Como bien han dicho Joseph Stiglitz, Paul de Grauwe, Amartya Sen, Paul Krugman, Mark Weisbrot y otros economistas de gran credibilidad, estas medidas, pertenecientes al dogma neoliberal, son “absurdas”, de una “crudeza sin límites”, “ejemplo de lo que no debe hacerse en un país que ha estado en recesión por muchos años”, “no tienen sentido desde el punto de vista económico” y otros términos parecidos.

¿El supuesto fin del euro? ¡No se lo crean!

Ya ha comenzado a aparecer de nuevo el argumento de que tales medidas son necesarias para Grecia, para la Eurozona y para el euro. “Salvar al euro” ha sido el argumento constante que se ha utilizado para imponer las absurdas políticas neoliberales que han dañado enormemente el bienestar y la calidad de vida de las clases populares de los países de la Eurozona.

Les aseguro a ustedes, lectores, que el euro no desaparecerá, pues la existencia de las condiciones impuestas para la gobernanza del euro ha beneficiado enormemente el capital financiero europeo, hegemonizado por el alemán. Es más, la salida de Grecia del euro podría significar, según Wolfgang Munchau, del Financial Times, la pérdida para Alemania y Francia de 160.000 millones de euros. Es por ello que la salida de Grecia del euro es muy poco probable que ocurra. En realidad, la gran preocupación que tiene el establishment político europeo (y el estadounidense) es que Grecia pudiera salir del euro. El binomio Merkel-Obama no quiere ni pensar en esta posibilidad. La salida de Grecia del euro significaría un cambio sustancial del sistema de alianzas en el mundo occidental, con el acercamiento de Grecia a Rusia, e incluso a China (que se convertirían en sus fuentes de crédito), la salida de Grecia de la OTAN, la participación de Grecia en el desarrollo del famoso proyecto de gasoducto propuesto por Rusia, haciendo a Europa más dependiente, por sus necesidades energéticas, de Rusia, y muchos otros cambios totalmente indeseados por el binomio Merkel-Obama. En un momento de rearme y revitalización de la Guerra Fría, estos cambios son intolerables. Y de ahí que estén tratando, por todos los medios, de conseguir la expulsión de Syriza del gobierno griego.

El problema que tienen es que Syriza continúa gozando de un gran apoyo electoral. Según las últimas encuestas (de hace un par de semanas), la aprobación que recibe el gobierno de Tsipras es de nada menos que de un 66%, y ello a pesar de que las fuerzas conservadoras, incluyendo las liberales (todas ellas claramente hostiles hacia el gobierno de Syriza), controlan los medios de información y persuasión griegos, y cuyos artículos son sistemáticamente reproducidos en los medios españoles. El establishment español no quiere que Syriza permanezca en el poder, pues la existencia de su gobierno muestra la crueldad e ineficiencia de sus propias políticas de austeridad.

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