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Artículo publicado por Vicenç Navarro en la columna “Pensamiento Crítico” en el diario PÚBLICO, 8 de marzo de 2016.

Este artículo defiende a Podemos frente a las enormes criticas que está recibiendo no solo de las derechas, sino también de algunas voces de izquierdas, como el exfiscal Villarejo. El artículo subraya que, en contra de lo que se está diciendo, sí que hay la posibilidad de establecer un gobierno de izquierdas en España. ​

Estamos hoy viendo una gran movilización mediática (en la que participa activamente El País) que, en su intento de debilitar e incluso destruir al nuevo partido Podemos, está promoviendo la visión de que tal partido es el responsable de que aún no haya un gobierno estable en España, habiendo obstaculizado por todos los medios la constitución de un nuevo gobierno presidido por el Sr. Pedro Sánchez que sustituya al actual presidido por el Sr. Rajoy. A esta visión se le ha añadido otra, también publicada ampliamente en los medios (incluyendo El País), promovida por voces de izquierdas que acusan igualmente a Podemos de que con su comportamiento es responsable de la continuidad del gobierno Rajoy, al fracasar la alternativa propuesta por Pedro Sánchez. Esta última visión se basa en el supuesto de que la única alternativa posible al gobierno del PP es la coalición PSOE-Ciudadanos presidida por el Sr. Sánchez.

Sin dudar de la integridad y honestidad de tales voces de izquierdas (que incluyen la de mi buen amigo Carlos Jiménez Villarejo en sus declaraciones a El País), siento la necesidad de indicar (aun siendo consciente de que no tengo acceso a las mismas cajas de resonancia mediática que ellas) que están equivocadas, y que están haciéndole el juego (sin lugar a dudas, inconscientemente) al establishment político-mediático español que desesperadamente quiere hacer triunfar la coalición PSOE-Ciudadanos. Por lo visto, tales voces de izquierdas parecen no ser conscientes de que el criterio de evaluación de una propuesta no es solo si esta –en este caso, el pacto PSOE-Ciudadanos- es mejor que la existente (es decir, las políticas del gobierno Rajoy), sino también si tal propuesta es mejor que la que podría ser ofrecida por otra posible alternativa que, en el caso español, sería, en esta situación concreta, la que resultaría de una alianza de partidos de izquierdas, opción que, en contra de lo que tales voces dicen, sí que es posible. Veamos los datos.

Los datos muestran que sí podría establecerse un gobierno de izquierdas

La alianza de PSOE, Podemos, En Comú Podem, En Marea, Compromís e Izquierda Unida suma 161 escaños, que es un número mayor que la suma de PSOE y Ciudadanos (130 escaños). Si se sumaran los votos del PNV (6 escaños), el número aumentaría a 167 escaños. El PNV, un partido de tradición cristianodemócrata, de claro compromiso democrático, que colaboró con las izquierdas durante la clandestinidad, es más probable que apoyara a una coalición de izquierdas, con una visión plurinacional y poliédrica de España, que a una coalición con un programa de derechas, que mantendría una visión uninacional y radial del Estado. Es, pues, factible que pudiera apoyar a la alternativa de izquierdas, votando a su favor (6 escaños), sumando, como he indicado antes, 167 escaños. Con ello, bastaría tener la abstención de ERC y DiL para permitir al candidato que encabezara tal alternativa ser investido. En realidad, ERC y DiL han dicho repetidamente que preferirían más un gobierno de izquierdas que no la continuación de un gobierno del PP. ERC es un partido de centroizquierda que ha votado en las Cortes Españolas a favor de aprobar políticas públicas claramente de izquierdas, beneficiando a las clases populares de los distintos pueblos y naciones de España (con mayor frecuencia, por cierto, que los “súper patriotas españoles” del PP y Ciudadanos, y de la derecha dentro del PSOE). ERC fue también parte del gobierno “tripartito” de Catalunya presidido por los socialistas Pasqual Maragall y José Montilla (dos de los mejores presidentes que la Generalitat de Catalunya haya tenido), mostrando lealtad en su compromiso hacia el proyecto reformista de aquellos gobiernos, contribuyendo con ello a que dichos gobiernos (que tuvieron muy mala prensa en los medios de información en Catalunya por ser estos de derechas) fueran, con mucho, los que realizaron un mayor número de intervenciones para mejorar la calidad de vida de la población en Catalunya. Tal gobierno tripartito fue el primer gobierno de izquierdas que existía en Catalunya desde hacía setenta años. Y ERC fue uno de los tres partidos de tal coalición, y como consecuencia de ello, el pueblo catalán tuvo mayor bienestar que con los gobiernos anteriores. Y los datos así lo muestran. El gasto público social creció como nunca había pasado antes, y el enorme déficit social de Catalunya se fue corrigiendo durante su mandato.

En cuanto a la coalición de derechas catalanas DiL (Democràcia i Llibertat), es suficientemente astuta políticamente para saber que la continuidad de Rajoy y su visión de España están alcanzando niveles de asfixia para cualquier otra visión existente en este país. Es, por lo tanto, muy probable que dificultara la reelección de un gobierno del PP, más que la de un gobierno de izquierdas.

¿Por qué el PSOE no dio prioridad a explorar las posibilidades de establecer un gobierno de izquierdas cuando podía haberlo conseguido?

La respuesta a esta pregunta es fácil de ver. Para ello hay que entender lo que ha estado ocurriendo en el PSOE. Hoy, el equipo económico de este partido está convencido de la necesidad de continuar con las políticas de austeridad que se están aplicando en la mayoría de países de la Unión Europea, y como consecuencia, se opone a revertir tales políticas. Ni que decir tiene que los componentes de su programa económico son distintos a los del PP, e incluso a los de Ciudadanos, pero en lo esencial sus propuestas económicas coinciden con las del PP y Ciudadanos, pues tampoco quieren revertir estas políticas de austeridad; ello se debe, en parte, a que comulgan con el dogma neoliberal. Todos ellos se definen como liberales, y están ligados intelectual y profesionalmente a los grupos económicos y financieros que dominan la vida económica del país y que ejercen una excesiva influencia en su vida política y mediática. De ahí sus grandes coincidencias con el equipo económico de Ciudadanos, que representa la visión más ortodoxa del neoliberalismo existente hoy en España.

Las voces que relativizan este hecho, diluyendo su gravedad, parecen no ser conscientes de la enorme urgencia de que cambien tales políticas, que están causando un enorme daño a las clases populares del país. La propuesta de “rescate social” incluida en el pacto PSOE-Ciudadanos, que ambos partidos muestran como un reflejo de su pedigrí social, no resolverá el enorme problema de la pobreza en España, pues las políticas que proponen no son suficientemente distintas a las políticas neoliberales que han causado el incremento de esta pobreza, y los datos están ahí para el que lo quiera ver, aunque es posible que no los pueda ver ni entender debido al sesgo tan marcado de los medios de información (que más que de información son de persuasión), masivamente anti-Podemos y anti-izquierdas.

Lo que ocurre es fácil de entender por mucho que los establishments mediáticos manipulen la realidad que nos rodea

Podemos representa una demanda popular para revertir tales políticas que benefician enormemente a las élites financieras y económicas que dominan el Estado central español, eje de las clases dominantes (lo que en terminología actual se llama el 1%, al cual hay que añadir el 10% de renta superior, que mantiene y gestiona los aparatos públicos e instituciones privadas que facilitan la existencia y reproducción de aquel 1%). De ahí la enorme hostilidad expresada hacia esta fuerza política, nunca vista antes en contra de un partido político en lo que se llama época democrática. Tal hostilidad se traduce en un “odio de clase” que es expresado no solo por los Eduardo Inda y Francisco Marhuenda de turno, sino incluso, por desgracia, por algunos de los personajes históricos del PSOE, cuya animadversión ha alcanzado niveles sin precedentes, tales como los de Felipe González, que presentó a la dirección de Podemos como “mero instrumento del gobierno venezolano” del cual, además, añadió que es peor que el gobierno del General Pinochet en Chile. Es paradójico que ahora el Sr. Felipe González acuse a Podemos de expresar “odio y rabia”, cuando la agresividad, el grado de hostilidad, mala educación, vulgaridad y mezquindad a los que se están llegando frente a tal partido -no solo por parte de los partidos de derechas, sino también por el PSOE- alcanzan niveles que no he visto en ningún otro país de los muchos en los que he vivido o visitado. A lo largo de mi vida profesional he asesorado a gobiernos de muchos países y también a muchos partidos, y nunca he visto tanta hostilidad por parte del establishment financiero-económico-político-mediático de un país dirigida a un partido, tal como está ocurriendo en España con Podemos.

¿Es la redefinición de España el problema?

Esta hostilidad refleja una oposición a que exista una coalición de izquierdas que cambie la política económica actual, con la cual están comprometidos los partidos conservadores, los partidos liberales y el partido socioliberal, es decir, el PSOE (ver mi artículo “¿Por qué no se establece un pacto de izquierdas”, Público, 25.02.16). Pero conocedores de la gran impopularidad de las políticas neoliberales, aquellos partidos justifican su oposición a Podemos y a la coalición de izquierdas refiriéndose a un supuesto intento de Podemos de desunir España. Se presentan así como los defensores de la “unidad de España”, eslogan siempre utilizado por las derechas para promover su visión uninacional y radial de España, unidad que, por cierto, ni Podemos (ni En Comú Podem, ni En Marea, ni Compromís, ni IU) están amenazando. El argumento de defender la “unidad de España” es una gran manipulación para movilizar a las clases populares. En realidad, la evidencia existente permite mostrar que ha sido precisamente la excesiva rigidez de las fuerzas políticas herederas de la dictadura, en la defensa de su visión uninacional y radial de España, la que ha estado facilitando el crecimiento del sentimiento secesionista o independentista. Las voces dentro del PSOE que reflejan tal visión son las más eficaces en la disgregación de España. Decir que las izquierdas (Podemos, En Comú Podem, En Marea, Compromís e IU) están defendiendo la “desunión de España” es de una mezquindad (o mejor dicho, mala leche) sin precedentes, solo entendible en una España que no rompió con el estado dictatorial anterior, reproduciendo, en sus formas regresivas, la gran arrogancia de que son ellos los que “aman a España” y los que defienden la Patria, típico eslogan de las derechas, que consideran a los que tienen otra visión como anti-España.

En realidad, lo que está ocurriendo hoy en este país es el renacer de otra visión de España, una visión poliédrica, plurinacional y mucho más democrática, que está resurgiendo de la periferia en colaboración y alianza con nuevas fuerzas populares en el centro del territorio, que constituyen una amenaza no a la unidad de España, sino a la visión uninacional y radial del Estado, cuya máxima expresión la alcanzó el Estado español durante el régimen fascista (algo con lo que el Estado español que lo sucedió, siendo diferente, no rompió completamente). Si esta nueva España no se establece, España se desunirá, algo que el PP y el PSOE están generando como consecuencia de su rigidez, dogmatismo y escasa cultura democrática. Esta constante referencia a la “unidad de España” para defender el pacto neoliberal PSOE-Ciudadanos refleja una enorme arrogancia por parte de los que quieren presentarse como los defensores de España, arrogancia que ignora que sus políticas, no solo en el tema nacional sino también en el tema económico, están haciendo un enorme daño a las clases populares de las distintas naciones existentes en este país al cual dicen que aman. Dicen amar a España a la vez que aplican políticas que están dañando a sus pueblos. El creciente declive del PSOE está basado precisamente en esta realidad.

La oposición del PSOE a la unidad de las izquierdas

Hoy, que haya un gobierno de izquierdas depende en gran medida del PSOE, y ahí está el gran problema. ¿Es el PSOE de izquierdas? Recibo críticas frecuentes de lectores de mis escritos por continuar definiendo al PSOE como un partido de izquierdas. Lo hago porque me parece que es evidente que las bases electorales del socialismo español son de izquierdas. Ahora bien, debería también estar claro que sus equipos económicos y gran parte del aparato de Ferraz no lo son. Son aparatos que defienden sus intereses corporativistas por encima de todo lo demás. Es cierto que ello no es exclusivo de tal partido, pero es especialmente acentuado en él. La continuidad de este aparato se muestra en su nula capacidad para hacer una autocrítica de su comportamiento, el cual se ha caracterizado, en las áreas económicas, por su integración en el pensamiento dominante, justificando sus políticas claramente regresivas bajo el argumento de que eran las únicas posibles. Ello le ha ido distanciando de sus bases populares.

Este partido se está, por desgracia, convirtiendo en un partido de cargos electos, más aquellos que están esperando para ocupar tales cargos una vez desaparezcan los actuales inquilinos del sillón. Y ello es una enorme desgracia política. No comparto la visión ni el deseo de que el PSOE se convierta en el PASOK. Pero va en este camino si no hay una rebelión de las bases arraigadas en las clases populares para forzar un cambio. La decisión de Pedro Sánchez de tomar como punto de partida de sus nuevas negociaciones con las izquierdas el documento pactado con Ciudadanos es casi una provocación, que augura un mal presagio para el establecimiento de una coalición de izquierdas.

Las derechas y ahora el PSOE están rompiendo España

En este contexto es injusto que se centre la crítica en Podemos, cuando es obvio que el mayor impedimento para establecer una coalición de izquierdas es la dirección del PSOE. Los errores de Podemos no son la causa de que no haya un gobierno de izquierdas. Su estrategia durante el proceso para la investidura me parece acertada. En realidad, los problemas de Podemos se deben a su enrome crecimiento en un periodo muy corto. El tema organizativo continúa siendo su gran reto, como se ha visto en Catalunya. En cuanto a su relación con IU, es obvio que es mejorable, y debe mejorarse. Pero para ello IU también debería hacer cambios notables que parece que pueden ocurrir. En este sentido, el deseo de confluencia de las izquierdas que está apareciendo en Catalunya es un paso positivo que espero inspire cambios semejantes en otros lugares de España.

Por lo demás, y tal como he indicado, estoy de acuerdo en la estrategia seguida por Podemos, e incluso con su tono de respuesta a la enorme hostilidad que recibe. Están haciendo un gran servicio a todos los pueblos y naciones de España, como también lo están haciendo otros partidos como En Comú Podem, En Marea, Compromís e IU, que están alcanzando un nivel de unidad que es muy positivo. La única voz discordante es el PSOE. Y este está intentando excusar su desunión con las izquierdas usando el argumento nacional como recurso.

Con ello no quiero indicar que no haya miembros o votantes del PSOE que de verdad se crean que la amplia coalición de izquierdas (excepto el PSOE) favorezca el secesionismo y la ruptura de España. Pero aquellos que de buena fe se lo creen, tienen que darse cuenta de que están empeorando aquel eslogan que utilizaron las derechas, que llegaron a admitir que preferirían una España “roja” a una España “rota”. Ahora están sustituyendo los términos, indicando que prefieren una España de derechas a una España “rota”. Y ahí está su gran error, pues la única manera de mantener unida España es reconociendo su diversidad y plurinacionalidad, transformándola en un Estado mucho más democrático, en el que la unidad de los pueblos y naciones se deba a la voluntad y al consenso, y no a la fuerza. Y es ahí donde las izquierdas son las únicas que, aliadas con otras fuerzas democráticas, y aplicando políticas económicas y sociales contrarias a las políticas de austeridad, pueden movilizar a las clases populares para crear otra España. Continuar con la estrategia de las derechas, a las cuales se suma ahora el PSOE, es precisamente garantizar su ruptura. Ha sido precisamente durante el gobierno del PP cuando el secesionismo ha crecido más rápidamente.

De ahí que a las personas de izquierdas que no estén a favor de la unidad de estas por miedo a facilitar la desunión de España, les invito a recordar que en los momentos más difíciles y heroicos de la lucha contra la dictadura fascista, todas las fuerzas de izquierdas, incluyendo el PSOE, lucharon para conseguir una España democrática, justa y solidaria que reconociera la plurinacionalidad del Estado español, con el derecho a decidir (que se llamaba el derecho a la autodeterminación) de los distintos pueblos y naciones de España, a fin de garantizar una unidad voluntaria y no una unidad impuesta. El dominio de las derechas en la Transición explica el abandono del PSOE de esta y muchas otras promesas. Ha llegado el momento de que tal partido recupere sus valores y sus compromisos por los que tantos lucharon y sufrieron. De no resolverse el conflicto nacional, las élites gobernantes continuarán utilizando el tema nacional para ocultar el tema social, cuya gravedad ellos han creado. Esto es lo que está hoy ocurriendo en este país.

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