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Artículo publicado por Vicenç Navarro en la columna «Dominio Público» en el diario PÚBLICO, 1 de junio de 2017.

Este artículo critica el entusiasmo que han mostrado los establishments político-mediáticos europeos (incluyendo el español) con la elección de Macron como presidente de Francia hace unas semanas. El artículo señala que, lejos de ser un elemento positivo, la continuidad de las políticas neoliberales que respresenta Macron es la mejor garantía del crecimiento del fascismo, a no ser que pudiera aumentar el apoyo por el candidato Mélenchon, que canalizaría el enfado de las clases populares yendo en contra del establishment político-mediático en lugar de ir en contra del extranjero y/o inmigrante. Lo que es más probable que Macron haga es intentar destruir a Mélenchon, facilitando aún más el surgimiento del fascismo.

Una de las pruebas más claras de que el establishment político-mediático europeo (incluyendo el español) no entiende lo que está pasando en Europa es su reacción frente al resultado de las elecciones francesas. Dicho establishment emitió un voto entusiasta de apoyo al candidato vencedor, el Sr. Macron, creyendo que era la solución a la enorme crisis política y económica en la cual se encuentra Francia. Léanse los editoriales de los principales medios escritos en España y lo verán. Los del rotativo El País son los más representativos.

¿Qué ha estado pasando en Francia?

Los datos más llamativos de los últimos acontecimientos han sido el enorme crecimiento de la abstención (primordialmente entre la clase obrera y entre los jóvenes) añadido más recientemente a un gran aumento del apoyo electoral al partido de Le Pen, que ha conseguido un incremento muy notable respecto a las últimas elecciones, alcanzando nada menos que más de un tercio del electorado, siendo su mayor crecimiento entre la clase obrera. El protagonismo de dicha clase en los movimientos de rechazo al establishment político-mediático francés se debe al impacto negativo que las políticas neoliberales del gobierno socialista presidido por Hollande, impuestas a la población, han tenido en la calidad de vida y el bienestar de las clases populares y, muy en particular, de la clase obrera de Francia. La evidencia empírica, fácilmente accesible, muestra el daño causado por tales políticas impuestas (y digo impuestas pues no estaban en el programa electoral del Partido Socialista gobernante) por el gobierno Hollande a las clases populares y muy en particular a la clase obrera.

La gran alegría que ha causado la victoria de Macron al establishment francés y también a los establishments político-mediáticos de los otros países de la Eurozona (muy particularmente del español) se debe a la creencia de que el tsunami de rechazo a dichos establishments ha podido pararse con la derrota de Le Pen en las últimas elecciones francesas, lo cual dará oportunidad a Macron para revertir tal situación.

Macron como criatura del establishment político-mediático

Ahora bien, lo que es más que sorprendente es que estos establishments político-mediáticos consideren a Macron como el que puede parar dicho fenómeno popular de rechazo al altamente cuestionado Estado francés. En tales euforias se ignora, o se desconoce, o se oculta que Macron fue precisamente uno de los arquitectos del programa económico del gobierno socialista presidido por Hollande, siendo nada menos que su Ministro de Economía. Y, sin ningún disimulo, se presenta ahora como sucesor de tales políticas. En realidad, no solo hace suyas las políticas neoliberales llevadas a cabo por el altamente impopular Sr. Hollande, sino que incluso intenta aumentarlas e intensificarlas. Propone, por ejemplo, bajar el impuesto de sociedades de un 33,5% a un 25%; eliminar 120.000 puestos de trabajo en el sector público; mantener el déficit público por debajo del 3% del PIB, tal como exige la Comisión Europea; y aumentar la flexibilidad del mercado de trabajo, lo cual quiere decir facilitar el despido de los trabajadores. Esto último lo disimula añadiendo, al término “flexibilidad”, la palabra “seguridad”. Pide flexiseguridad, como hacen los daneses, pero sin la notable expansión de la seguridad laboral que facilita la flexibilidad. El desempleo en Francia tiene un porcentaje muy elevado, según la experiencia francesa: un 10%, que alcanza un 25% entre la población joven, por debajo de 25 años. Los elementos no solo de continuidad, sino incluso de profundización en las políticas neoliberales, son claros y evidentes. Ahora bien, para dar una imagen de centrismo, Macron propone también un estímulo económico de 50.000 millones de euros, incluyendo inversiones en la infraestructura energética y física del país, con fondos para la formación profesional de los desempleados. Pero, como bien señala Dani Rodrik en su artículo en Social Europe “Can Macron Pull it Off?”, estas cantidades representan solo un 2% del PIB, claramente insuficiente para estimular la demanda doméstica y el crecimiento económico que Francia necesita.

Macron, ¿la esperanza de Europa?

Macron ha entusiasmado a los europeístas favorables a la integración económica, financiera y fiscal de Europa, en el camino hacia la patria europea. De ahí que las banderas de la UE se agitaran al lado de las francesas durante su campaña. En este camino, Macron ha propuesto avanzar hacia una unidad fiscal con un Ministro de Finanzas para toda la Eurozona. Con ello espera expandir un presupuesto europeo que permita disminuir las diferencias y desigualdades entre los países del centro y de la periferia, diferencias y desigualdades que han ido aumentando debido, precisamente, a las políticas neoliberales realizadas cuando el banquero Macron las apoyaba en el gobierno de Hollande.

Pero lo que muestra la incoherencia de Macron es que esta mayor integración europea no solo depende del gobierno francés, pues el que tiene la batuta en el concierto económico es el gobierno alemán, dirigido por la Sra. Merkel, que ha dejado claro que, de todo ello, ni hablar. Alemania no aceptará (ni los conservadores ni los socialdemócratas) que ello ocurra, lo cual es obvio. Una unión fiscal querría decir una transferencia global dentro de la Eurozona, a la cual se opondrán los que controlan la relación centro/periferia. ¿Y qué hará, pues, Macron? Poco o nada. Recuerden lo que prometió Hollande. En las elecciones de entonces, Le Pen comenzó a andar. Ahora ya corre y, cuando Macron fracase, como pasó con Hollande, ganará Le Pen. Y los establishments ni se han dado cuenta de ello.

En realidad, y en contra de lo que promovían los supuestos europeístas que establecieron la Eurozona, las diferencias entre el centro y la periferia han ido aumentando, con un aumento muy notable de los países periféricos que luchan entre sí para conseguir los favores del centro. Así vemos como la industria alemana se está desplazando del Sur al Este de Europa, compitiendo estos últimos en quién baja más los salarios y acepta menor protección social. Como siempre ocurre en lo que se llama el capitalismo avanzado, las alianzas entre las clases dominantes (que políticamente significa, por ejemplo, la alianza Rajoy-Merkel) intentan desviar el conflicto de clases vertical hacia el conflicto horizontal entre las clases dominadas, dificultando la alianza de tales clases. Frente a esta situación, no hay duda de que Macron será un elemento clave de la primera alianza que continuará las políticas de Merkel y de Hollande mostrando la alianza entre los conservadores y los socioliberales (socialdemócratas que dejaron de ser socialdemócratas para convertirse en liberales) que han gobernado la Eurozona desde su inicio. A la pregunta de qué hará Macron, la respuesta es sumamente fácil de contestar: poco o nada. Recuerden lo que prometió Hollande. En las elecciones de entonces, cuando Hollande salió elegido, Le Pen comenzó a andar. Ahora ya corre, y cuando Macron fracase, como pasó con Hollande, ganará de nuevo Le Pen. Le Pen podrá ganar y los establishments europeos ni se han dado cuenta de ello.

La única solución a esta situación es que aumente la alternativa que parecía entender mejor cómo parar al fascismo francés (la que fue liderada por el candidato Mélenchon que en sus propuestas se dirigió claramente a las clases populares, canalizando tal enfado popular, no hacia los extranjeros e inmigrantes, sino hacia los establishments conservadores y socioliberales, auténticos responsables de su profundo malestar. De ahí que lo que si hará Macron será intentar destruir a Mélenchon (de la misma manera que en EEUU Hillary Clinton intentó destruir a Bernie Sanders, o lo que ha estado haciendo el PSOE con Unidos Podemos) a fin de asegurarse de que el orden establecido no se cuestione, continuando promoviendo las políticas neoliberales que, sin que ellos se den cuenta, están llevando a Francia al fascismo. Así de claro.

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