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Publicado en El País, edición Cataluña, 12 de enero de 2008

Durante los veintitrés años de gobierno nacionalista conservador los medios públicos de la Generalitat de Catalunya, (TV3 y Cataluña Radio) fueron instrumentalizados para promover una visión nacionalista conservadora en la que los enormes problemas sociales de Cataluña (en la medida que se reconocía su existencia) se atribuían al gobierno central, ubicado en Madrid, que discriminaba a Cataluña. La fortaleza de esta visión nacionalista se basaba en un hecho real: la existencia de un balance fiscal negativo para Cataluña con el resto de España y un déficit de inversiones públicas por parte del gobierno central. Otro factor que contribuía al crecimiento de este nacionalismo conservador era el nacionalismo español, que es el único que no se define a sí mismo como tal. Suele llamarse “constitucionalista”, y que al negar el carácter plurinacional de España alimenta los nacionalismos periféricos. De ahí que no fuera infrecuente que aparecieran en los medios públicos de información de la Generalitat las voces de este nacionalismo español (incluso en su visión extrema, la COPE) a fin de identificar al resto de España con esta visión nacionalista española que reinforzaba al nacionalismo catalán

Detrás de estos nacionalismos, en teoría adversos pero en la práctica complementarios, había unos intereses comunes de clase social que explicaba el profundo conservadurismo de tales nacionalismos, bien definido en aquel eslogan que tales medios promovían de que “España iba bien” a lo cual los medios nacionalistas conservadores en Cataluña añadían que “Cataluña iba incluso mejor”. Los datos ignorados, cuando no ocultados, en aquellos medios mostraban que ni España iba bien (el gasto público social por habitante en inversiones públicas, tanto en infraestructuras como en servicios públicos, era el más bajo de la UE-15) ni Cataluña iba mejor; en realidad en muchas áreas iba peor (el gasto público social por habitante estaba por debajo del promedio de España). Este último déficit se atribuía en los medios de persuasión nacionalista conservadora al déficit fiscal, lo cual era cierto sólo en parte, puesto que había otras dos causas ignoradas en aquel argumento. Una de ellas, era las propias prioridades del gobierno nacionalista conservador de la Generalitat de Catalunya que priorizó temas identitarios (como la creación de los Mossos d’Esquadra) sobre temas sociales, tales como el desarrollo de la educación o sanidad públicas, dando prioridad a los servicios privados a costa de los servicios públicos. La evidencia de ello era abrumadora (ver L’Estat del Benestar a Catalunya 2003) La causa mayor del subdesarrollo social y de infraestructura de Cataluña (y de España), sin embargo, era y continúa siendo el bajo gasto público a nivel de todo el Estado español. Mientras que las luchas interterritoriales sobre la distribución de la tarta española (estimuladas por nacionalismos centrales y periféricos) tenían y tienen una enorme visibilidad en aquellos medios nacionalistas catalanes y españoles, el problema mayor –que es el pequeñísimo tamaño de la tarta- era y continúa ignorado. España tiene el gasto público por habitante más bajo de la UE-15. En realidad, aunque Cataluña recibiera el 18% de la inversión total del Estado español en infraestructuras (tal como instruye el Estatut), Cataluña todavía tendría un gasto público en infraestructuras por habitante menor del que le correspondería por su nivel de desarrollo económico. El bajísimo gasto público (y escasa visibilidad de este tema en los medios de persuasión) responde al poder de clase, es decir, al enorme poder político y mediático que tiene en España y en Cataluña el 35% de la población de renta superior, y su gran resistencia a aumentar los impuestos, sobre todo si éstos van a mejorar los servicios públicos utilizado predominantemente por el 65% restante de la población, es decir, por las clases populares. Envían a sus hijos a las escuelas privadas (cuyo gasto por alumno es superior al de la escuela pública), utilizan la sanidad privada (donde el tiempo de visita promedio es 18 minutos en comparación con 8 minutos en la pública) y se benefician más del AVE que de Cercanías.

Los cambios de gobierno en 2003 en Cataluña y en 2004 en España diluyeron poco el discurso nacionalista, tanto periférico como central. Ni que decir tiene que ha habido cambios en tales medios catalanes pero en su totalidad han sido menores. El análisis de poder de clases y sus implicaciones en las políticas públicas continúan excluidos siendo extraordinariamente minoritarias las voces de izquierda no nacionalistas, realidad negada, como era predecible por los apologistas de tales medios que dominan el clima intelectual del país.

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