nov 30

Publicat a EL PLURAL, 30 de novembre de 2009

Aquest article assenyala que el suposat compromís de la tradició liberal amb la llibertat queda qüestionat pel suport de la Internacional Liberal i molts altres partits liberals a cops militars i dictadures. L’article mostra que el que el moviment liberal entén per llibertat és la llibertat del capital financer i empresarial per acumular riqueses a costa del món del treball.

La libertad del individuo frente al Estado se ha considerado el principio que en teoría ha motivado al proyecto liberal. Los partidos liberales y la Internacional Liberal (de la cual, Convergència Democràtica de Catalunya forma parte) se presentan a sí mismos como los defensores de la libertad, frente a la socialdemocracia, a la cual critican por su excesiva dependencia del Estado, asumiendo que tal dependencia limita la libertad del individuo. De tal postura los partidos liberales derivan sus propuestas culturales, políticas y económicas, desenfatizando la intervención del estado, promoviendo la privatización de las actividades económicas, sociales y culturales, y oponiéndose a su vez a políticas públicas redistributivas. Los programas de Convergencia (CDC) y de la Internacional Liberal, así como de la sección europea de tal Internacional, tipifican lo que estoy describiendo.

Lo que es sorprendente es que este canto a la libertad continúe en la narrativa liberal cuando la experiencia de tal tradición política ha sido tan opuesta a su credo. Fue precisamente el intelectual más famoso de esta tradición, Milton Friedman, definido por el diario liberal estadounidense The Wall Street Journal como “el luchador por excelencia por la libertad” (17.11.06), el que defendió con mayor ahínco la enormemente represiva dictadura del General Pinochet, mostrándola como un ejemplo al resto de América Latina (ver su entrevista  a la revista Times 02.02.08). En realidad, la historia de los partidos liberales en América Latina ha sido la historia de apoyos a las fuerzas más represivas de aquel continente. Un último ejemplo de ello ha sido el apoyo de la Internacional Liberal al golpe militar de Honduras nombrando nada menos que Vicepresidente de tal Internacional al golpista Micheletti que lideró el golpe que depuso al Presidente Zelaya, iniciándose una represión en el que los oponentes al gobierno Micheletti han sido asesinados, torturados, encarcelados y (el propio Presidente Zelaya) exiliados. Y, por si no fuera poco, el presidente de la Internacional Liberal visitó Honduras en apoyo del gobierno golpista, un golpe que ha sido condenado (y el gobierno Micheletti considerado ilegítimo) por todos los gobiernos de la UE. Convergencia Democràtica de Catalunya, por cierto, no ha criticado el apoyo ofrecido por la Internacional Liberal a tal gobierno ilegítimo y opresor. Tampoco se ha desvinculado de tal postura otro liberal, Mario Vargas Llosa, que continúa promoviendo su liberalismo en las páginas de El País. Todos ellos continúan callados frente a la farsa de las llamadas elecciones que se están desarrollando en Honduras en condiciones donde los partidos que se oponen al golpe son reprimidos y sus medios clausurados. ¿Dónde están los liberales de España que dicen que defienden la libertad? ¿Los han oído ustedes?

¿Cuál es la libertad que el liberalismo defiende?
Todos aquellos hechos nos llevan a hacernos la pregunta ¿qué es lo que los partidos liberales entienden por libertad? Para responder a esta pregunta basta analizar cuáles son los grupos y clases sociales que se han beneficiado más de las políticas liberales. Y los análisis empíricos dan una respuesta contundente. Las clases empresariales y las rentas superiores son las que se han beneficiado más de tales políticas a costa de las clases populares. La oposición de los partidos liberales a políticas redistributivas del estado, al gasto público que refuerzan la protección social, el énfasis en la reducción de la carga fiscal (sobre todo de las rentas superiores), su hincapié en la desregulación de los mercados laborales (facilitando el despido) y toda su batería de propuestas incrementan los beneficios empresariales e incrementan los ingresos de las rentas superiores a costa de las rentas medias e inferiores. La evidencia existente en la bibliografía científica muestra claramente que a mayor fuerza tiene el liberalismo en un país, más incrementan las rentas del capital a costa de las rentas del trabajo. Esto es precisamente lo que ha ocurrido en ambos lados del Atlántico durante los últimos treinta años (desde el inicio de la época liberal, con el Presidente Reagan en EE.UU. y Margaret Thatcher en Gran Bretaña). Beneficiar a las rentas superiores ha sido un objetivo de tales políticas, pues asumen que la riqueza que se crea en la cúspide se filtra a todos los demás. Fue el Presidente Reagan el que en su discurso inaugural, lo definió claramente. “Tenemos que favorecer a las rentas superiores, pues la riqueza que se crea en la cúspide se irá filtrando al resto de la sociedad”. El problema con este enunciado es que tal riqueza durante su mandato no se filtró al resto de la población. Al final de su mandato, el 5% de la población de renta superior del país vio crecer su renta un 368%. Para el 90% de la población la renta permaneció prácticamente constante, y para el 40% de la población (de ingresos inferiores), la renta descendió.

El desarrollo de las políticas públicas liberales ha sido negativo para las clases populares también en Europa. Tal como he documentado en otro escrito (La silenciada causa de la crisis. Público. 19.03.09), la masa salarial y los beneficios laborales y sociales han disminuido durante el periodo liberal en Europa. Y la tasa de crecimiento económico en la UE ha sido mucho menor durante tal periodo que en el periodo 1950-1980, cuando las políticas públicas favorecieron el keynesianismo.

Esta situación fue incluso más acentuada en América Latina, donde el crecimiento económico per cápita pasoó de ser un 89% durante el periodo 1960-1980 (época keynesiana) a un 9% en el periodo 1980-2000 (época liberal), consecuencia de políticas económicas liberales (promovidas por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial), lo cual explica el surgimiento de gobiernos opuestos a tales políticas en la mayoría de países de aquel continente, donde tales gobiernos han sido hostilizados por los partidos liberales que, como ocurrió en Honduras, llegan incluso a liderar golpes militares en contra del cambio. ¿Es ésta la libertad que piden?

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