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Publicado en EL PLURAL, el 28 de diciembre de 2009.

Este artículo señala la necesidad de que la crisis actual motive un deseo de cambio no sólo en las estructuras sino también en las relaciones de producción, facilitando y estimulando el cooperativismo como una de las salidas a la crisis. El artículo señala la experiencia de EE.UU. en este aspecto.

Los medios de información españoles han dado mucha visibilidad a los comentarios del Presidente Obama favorables al tren de alta velocidad español (AVE), tomándolo como punto de referencia para EEUU, donde el transporte ferroviario está poco desarrollado. Tales medios han permanecido silenciosos, sin embargo, sobre otro hecho de gran importancia y que supone un tributo al ingenio y creatividad de los trabajadores españoles, que producen y distribuyen mercancías y servicios, en cooperativas de trabajadores. La experiencia vasca (y muy en particular Mondragón) se han convertido en punto de referencia para los sindicatos estadounidenses. Así, el sindicato de la manufactura más importante de EEUU, el sindicato del acero, United Steel Workers of America (USWA), y uno de los más progresistas en aquel país, ha firmado un convenio con Mondragón Internacional para que les asesore en el desarrollo de cooperativas en el mundo de la producción. Este gran interés del mundo sindical y otras instituciones progresistas hacia el cooperativismo se ha acentuado en los últimos años. La crisis está afectando muy seriamente a las industrias en EEUU, y el desempleo está creciendo muy rápidamente, como resultado de la destrucción de empleo, causada por el descenso de la producción y también por la movilidad de las industrias a otros países (outsourcing). El estado federal y muy en especial el equipo económico responsable de desarrollar el estímulo económico (impulsado por la oficina del Vicepresidente Biden, próximo a los sindicatos), está aportando grandes cantidades de fondos de ayuda a la industria, habiéndose convertido varios centros de la manufactura (General Motors es uno de ellos) en centros de propiedad federal.
Los sindicatos creen que esta transformación profunda en las relaciones de propiedad que está experimentando el sector de la manufactura, debiera favorecer el cambio en tales relaciones favoreciendo que sean los propios trabajadores, los propietarios y gestores de tales empresas. Y es ahí donde Mondragón aparece en el centro del debate. Mientras que en el mundo de los servicios se muestra a Ikea como una empresa ejemplar, es Mondragón la empresa que ofrece mayor atracción a grandes sectores progresistas en EE.UU. -y que es incluso más eficiente que Ikea-. Iniciada por cuatro trabajadores en el País Vasco, hoy tiene 92.000 trabajadores, propietarios de 260 empresas en sectores industriales, financieros y de distribución en más de 40 países, convirtiendo a esta cooperativa en una de las empresas gestionadas más eficientemente en la Unión Europea. Como dijo recientemente el Secretario General de USWA, «Mondragón es el camino a seguir» (Mondragón is the way to go).
Según los sindicatos estadounidenses sería un error que las empresas que en la práctica han sido nacionalizadas, se vendieran sin más, y que volvieran a ser empresas privadas sin cambios en su gestión y orientación. Existe hoy una percepción generalizada en EE.UU. de que el Establishment no ha estado a la altura de las circunstancias y que sus comportamientos han llevado a la crisis. Y, se señala como sujeto de crítica no sólo al capital financiero sino también al mundo de las grandes empresas. Y lo que ha ocurrido en la General Motors es un ejemplo de ello. ¿Por qué General Motors ha fallado? La ultraderecha estadounidense y sus simpatizantes en España, como Xavier Sala i Martín (véanse sus declaraciones sobre la crisis en General Motors en Paradigmas) atribuye el fracaso de la General Motors a las supuestas excesivas demandas de los trabajadores, que han provocado la bancarrota de aquella empresa. En realidad el salario promedio de los trabajadores de la General Motors, así como sus beneficios laborales y sindicales han ido bajando -no subiendo- en los últimos treinta años. El fracaso de tal empresa se debe -además de la reducción en la demanda de coches- a la continuación de la producción de coches que consumen excesiva cantidad de gasolina, sin cambiar el tipo de vehículo hacia otros tipos más ahorradores de petróleo (tal como los trabajadores de General Motors y los sindicatos del automóvil estaban proponiendo). En muchas empresas estadounidenses y españolas no son los trabajadores sino los gestores de las granes empresas los que se han equivocado. De ahí la importancia de dar mucha más voz a los trabajadores en la dirección de la empresa, que alcanza su máximo desarrollo en el movimiento cooperativo, tal como Mondragón.
Ni que decir tiene que el peligro de Mondragón es que, al convertirse en una empresa tan grande, corre el riesgo de convertirse en una mega empresa más, perdiendo la capacidad de control por parte de los propios trabajadores. En este aspecto, hay límites al cooperativismo, consecuencia de su gran tamaño. Ahora bien, hay principios en la filosofía Mondragón que vale la pena incorporar en las relaciones laborales. Cuando las cosas van bien, el 40% de los resultados se distribuyen entre los trabajadores, y el resto en reservas. Y cuando las cosas van mal (como ahora), el sacrificio se reparte entre todos, dando prioridad al empleo. De ahí que la destrucción de empleo haya sido mucho menor que en el resto de los sectores no organizados en coorperativas. Sería importante que, entre las medidas propuestas por las autoridades públicas para resolver el desempleo, se potenciara el movimiento cooperativo como medida para aumentar la eficiencia económica y la cohesión social en el mundo de la producción.

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