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Publicat al diari PÚBLICO, el 24 de desembre de 2009.

Aquest article assenyala algunes dades presentades en un recent informe de la UPEC sobre l’església catòlica a Espanya, que qüestiona la visió generalitzada de que Espanya es un país catòlic. En base a les dades presentades en l’informe, aquesta visió no és sostenible.

La Universitat Progressista de Catalunya (la Universidad Progresista de Cataluña, conocida en Cataluña como la UPEC) ha publicado un informe titulado “Catalunya ha deixat de ser catòlica? (en castellano” “¿Cataluña ha dejado de ser católica?”), que tiene gran cantidad de información sobre la extensión de la religión católica (y la influencia de su Iglesia), no sólo en Cataluña sino también en España. Es sorprendente que tal informe haya pasado casi desapercibido en los mayores medios de información del país, pues los datos presentados cuestionan la imagen tan extendida y promovida por la Iglesia de que “España es un país católico” (lo cual parece indicar que la mayoría de la población lo es). Uno de los primeros capítulos del estudio –el que detalla la metodología del estudio- explica como la conclusión de que España es un país católico se produce y reproduce en los medios. Señala el sesgo que consciente o inconscientemente aparece en las preguntas que se le hacen a la ciudadanía. Así, cuando se pregunta a la población (tal como hace la Conferencia Episcopal) si los que responden a las preguntas son católicos o no católicos (incluyendo en esta última categoría las de ser agnóstico, no creyente o ateo), el 76% se define como católico y un 19% no católico. Parecería, pues, que la gran mayoría de la población se define como católica.

Ahora bien, cuando se pregunta si el que responde se define como católico practicante, no practicante, o no creyente, los porcentajes varían considerablemente. Sólo el 36% se define como practicante, mientras que el 37% se define como no practicante y el 19,9% como no creyente (agnóstico o ateo). Y cuando se analiza el grupo de católicos no practicantes se ve que su definición de católicos esta basada no en sus creencias religiosas sino en su ritual cultural (como haber recibido el bautismo y la primera comunión). En realidad, la respuesta a esta pregunta varía muy marcadamente por edad. Entre los jóvenes, nacidos en plena democracia, sólo el 9,4% se considera practicante, el 39% no practicante y el 46,4% como indiferente, ateo o agnóstico.

Otro componente del estudio es el análisis de las escuelas de la Iglesia privadas concertadas. En España, el 67% de alumnos están en la pública, el 25% en la privada concertada y el 6,7% en la privada no concertada. De las escuelas católicas, la gran mayoría son concertadas (96%). Los porcentajes más elevados de las concertadas religiosas están en las dos Castillas, La Rioja, Navarra y Baleares. Los que dedican más fondos a la religión concertada son Cataluña y Madrid, y los que menos La Rioja, Cantabria y Extremadura. El Estado se gasta 517 millones de Euros en la enseñanza de religión: 388 millones en las escuelas públicas, y 129 millones en las escuelas privadas. Tal inversión no es proporcional a la importancia que la juventud da a la religión como elemento importante en su vida. En una escala de 1 –poco importante- a 4 –muy importante-, la juventud en España señaló en 2005 que la religión significaba un 1,76. Ello explica que el 74% de jóvenes casi nunca asisten a ceremonias religiosas, con sólo un 4,7% asistiendo a la misa dominical. Y en Cataluña, sólo un 36% se casa por la Iglesia; la gran mayoría (62,8%) se casan por lo civil. Es también interesante señalar que el 47% de los jóvenes creen que la “Iglesia está más cerca de los poderosos y de los ricos que de los pobres y necesitados”. Este porcentaje alcanza cifras muy altas entre los jóvenes ateos (73%), agnósticos (60,9%) e indiferentes (70,9%). Alcanza un 50,7% entre los católicos no practicantes.

Una opinión igualmente negativa se tiene del sacerdocio. Entre las profesiones consideradas “más útiles socialmente”, el sacerdocio es la penúltima, después de los militares de carrera. Las más relevantes son la medicina y el magisterio. Contribuyen a esta imagen poco positiva del sacerdocio, la percepción generalizada entre los jóvenes de que la Iglesia “no está dando una respuesta adecuada a los problemas sociales”. El nivel de confianza que la Iglesia inspira en la población joven es la más baja entre las mayores instituciones.

Este informe presenta una realidad que se esconde bajo esta imagen tan poco real de que España sea un país católico. Como bien señala Jordi Serrano, actual rector de la UPEC y autor del informe, el nacionalcatolicismo impuso el catolicismo a la población española, que al identificarse con una dictadura enormemente represiva y opresiva, estableció las bases para su propio declive cuando la dictadura  dio paso a la democracia. No es sólo que la Iglesia nunca ha pedido perdón por su identificación con el fascismo español, sino que  continúa encorsetada con la ideología y la práctica de la ultraderecha que dominó aquel régimen. La población española, y muy en especial, la juventud –que representa el futuro- considera tal Iglesia irrelevante y decadente. Parece lógico, por lo tanto, que los representantes de la población –es decir, nuestro gobierno-  debieran dejar de protegerla y financiarla, pues continúa siendo la Iglesia de ayer. Como bien dijo Carles Cardo, el hombre de confianza del Cardenal Vidal i Barraguer durante la República y la Guerra Civil, el enorme descrédito de la Iglesia entre las clases populares durante la República se debió a que la Iglesia había olvidado sus principios, identificándose con los grupos más poderosos del país. Setenta años más tarde, se podría decir lo mismo. Su gran descrédito se debe a su identificación con la dictadura de ayer y la ultraderecha de hoy.

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