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Aquest article analitza les tensions en molts països del Sud i Centre Amèrica (Argentina, Brasil, Bolívia, Veneçuela, Equador, i altres) entre governs d’esquerra i centreesquerra i els majors mitjans d’informació (la majoria pertanyents a monopolis mediàtics d’orientació conservadora i liberal), resultat de les polítiques desenvolupades en tals governs encaminats a diversificar l’escassa oferta mediàtica existent en aquells països. L’article conclou amb notes sobre la necessitat de que les activitats públiques espanyoles garanteixin també una pluralitat en els mitjans, major de l’existent avui a Espanya.

Resultado de la enorme crisis, causada por el desarrollo de políticas neoliberales en América Latina (responsables de una ralentización de su crecimiento económico, de un notable crecimiento de la pobreza y de un aumento muy acentuado de las desigualdades sociales -en un continente que ya tenía las mayores desigualdades existentes en el mundo-) hemos visto el surgimiento de gobiernos de izquierda y centro-izquierda, democráticamente elegidos, que están desarrollando políticas distintas y, en muchas ocasiones, opuestas a las seguidas por los gobiernos conservadores y liberales. Tales políticas están afectando a los privilegios de las clases dominantes en aquellos países, así como de los monopolios corporativos afines a ellos. Entre ellos los monopolios e intereses mediáticos. En la mayoría de países donde las izquierdas y centro izquierda gobiernan existen tensiones muy acentuadas entre tales gobiernos y los mayores medios de información y persuasión del país (televisión, radio y prensa escrita).

La gran mayoría de estos medios son de derechas y expresan su postura liberal y/o conservadora con gran agresividad, hostilidad y estridencia. Un personaje como Losantos encaja perfectamente en la mayoría de tales medios. Naturalmente que hay medios de información equilibrados, pero son una excepción. No es pues de extrañar que existan grandes tensiones entre la mayoría de tales medios (que dominan el espacio mediático de aquel continente) y los nuevos gobiernos de centro izquierda e izquierda. Y tampoco es de extrañar que tales gobiernos estén tomando medidas encauzadas a romper los monopolios mediáticos que tales medios tienen en sus países. Hemos visto como en Argentina, Ecuador, Brasil, Bolivia y Venezuela, entre otros, sus gobiernos han propuesto medidas que intentan romper con tal monopolio. Así en Argentina, el gobierno desea introducir mayor diversidad en los medios, rompiendo el monopolio mediático de Clarín Group, el cual controla el 60% de los medios de información de aquel país. En Brasil, el gobierno ha establecido una televisión pública federal, que ha generado grandes resistencias entre los mayores medios del país, todos ellos de orientación conservadora y liberal. En Bolivia el gobierno ha expandido también la televisión pública con resistencia semejante. En Venezuela también se ha expandido la televisión pública a costa de reducir la televisión privada y en Ecuador hay una fuerte tensión entre el grupo empresarial “Teleamazonas” y el gobierno, el cual cerró durante tres días el canal televisivo por haber violado la Ley que prohíbe, en aquel país, dar información falsa orientada a crear disturbios sociales. Tal canal había indicado que, como resultado de las exploraciones en búsqueda de gas en la isla de Puná, la población de aquella isla, que vive del mar y de la pescadería, no podrían pescar y trabajar en el mar durante el periodo de exploración que duraría seis meses. Tal noticia creó gran número de revueltas, que, como subraya Mark Weisbrot, en el rotativo The Guardian de Gran Bretaña (08/01/10) (del cual extraigo gran parte de la información presentada en este artículo), estaban basadas por una información falsa y maliciosa, promovida por aquel canal.

Como es predecible la mayoría de medios (tanto en América Latina como en Europa y EE.UU.) presentan tales intervenciones públicas como un ataque a la “libertad de expresión”, libertad que en realidad ha estado muy mermada durante los años en que tales monopolios mediáticos han controlado la información y la creación de opinión. En realidad, no hay manera de diversificar las fuentes de información sin afectar a los intereses de tales monopolios mediáticos. Como ha indicado el miembro de la Comisión Federal de Comunicaciones del Gobierno Federal de EE.UU., el Sr. Michael Copps, “la utilización de las ondas electromagnéticas, donde se trasmiten los medios, son públicas y es un privilegio que el estado otorga a los medios –de la que consiguen amplios beneficios económicos-. Sin embargo, no es un derecho, que tengan tales compañías”. De ahí que el Sr. Coops proponga que el estado “deba usar su autoridad legal para poner su vocación de servicio al interés público, asegurando una diversidad de sensibilidades y opiniones en el abanico de tales medios que refleje la variedad existente en el país”.

No podía haberse dicho mejor. Lo que están haciendo los gobiernos de centro izquierda e izquierda es precisamente intentar garantizar esta pluralidad. No estaría de más que las autoridades públicas hicieran lo mismo en España, donde el sesgo conservador y liberal es muy marcado en los medios. Es más fácil encontrar artículos críticos de los gobiernos Chávez y de Morales en Venezuela y Bolivia respectivamente que favorables a ellos en España. Con notables excepciones, hay muy pocos medios que sean sensibles a voces de izquierda en nuestro país. Un mero análisis cuantitativo de colaboradores de izquierda en los cinco rotativos de mayor difusión muestra que es un número muy reducido, lo cual sorprende en un país en que la mayoría de la ciudadanía se define de centro izquierda o izquierda. Existe una distancia notable entre el mundo del establishment mediático y la percepción de la realidad por parte de la mayoría de las clases populares, contribuyendo a una preocupante falta de credibilidad de los medios. Una sociedad democrática debe incluir medios de todas las sensibilidades políticas, sin que haya un sesgo tan marcado hacia las posturas conservadoras y liberales, como existe en España. Precisamente esa falta de diversidad en la cultura mediática, es a mi manera de ver, uno de los problemas mayores que tiene la democracia española. La mayoría de los medios de mayor difusión españoles debieran ser más cautos en su crítica a otros países, acusándoles de falta de diversidad ideológica, ignorando la propia realidad en nuestro suelo.

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