may 27

Vicenç Navarro, Marta Tur i Maria Freixanet. Departament de Ciències Polítiques i Socials. Universitat Pompeu Fabra

Introducción

El gran dominio de las fuerzas conservadoras y liberales en los medios de información españoles explica que se reproduzcan interpretaciones de la realidad que nos rodea, que a base de repetirse se convierten en la “sabiduría convencional” del país. Un ejemplo de ello es la lectura que se ha dado de las elecciones al Congreso del 9 de Marzo de 2008 en gran número de fórums donde el pensamiento conservador y liberal es dominante. Diariamente, se está promocionando en tales fórums interpretaciones de las elecciones que niegan desde la importancia de categorías analíticas como izquierda versus derecha hasta la propia existencia de clases sociales en España. Naturalmente que la realidad exige una constante redefinición de las categorías analíticas en los estudios electorales, pero nos parece un error descartar categorías cuya credibilidad ha sido avalada históricamente por la evidencia acumulada, incluyendo la generada en las elecciones de Marzo al Congreso. En este informe presentamos evidencias que cuestionan muchas de las interpretaciones que se han dado en tales medios. La primera parte se centrará en el análisis de las elecciones a nivel de toda España, y la segunda parte, en Cataluña. Y ello, por dos razones: una porque el comportamiento del electorado en Cataluña ha tenido una gran repercusión en el resto de España, posibilitando la victoria del PSOE, y la otra es que tal sabiduría convencional se reproduce también en Cataluña.

A. LA SITUACIÓN EN ESPAÑA

¿Representa la distribución de escaños en las Cortes Españolas la voluntad del electorado?

Este supuesto de que el Parlamento representa la voluntad popular, es la base de la gran parte de los análisis que ya dan por descontado que tanto el Congreso como el Senado reflejan la voluntad popular expresada a través del voto. Se ignora en este supuesto, un sesgo muy marcado existente en el sistema electoral, que limita en gran manera la expresión de la voluntad popular. Los datos muestran claramente la naturaleza de tal sesgo. Las elecciones de Marzo del 2008 evidencian que, una vez más, los partidos de izquierda han ganado el voto popular y sin embargo, el gobierno que se establece no es un gobierno basado en un apoyo mayoritario de parlamentarios de partidos de izquierda. Los votos a los partidos de izquierda en las últimas elecciones son muchos más (1.486.896) que los votos a los partidos de derechas. Esto ha ocurrido en todas las elecciones a las Cortes Españolas durante el periodo democrático desde 1977 al año 2008. Las únicas excepciones fueron en 1977 y en 1979, (recién salidos de una dictadura que reprimió con gran dureza a las izquierdas que actuaban en la clandestinidad durante la dictadura) y en 2000 (cuando la abstención, predominantemente de izquierdas, alcanzó unos niveles sin precedentes). En todas las otras elecciones el voto de las izquierdas fue mucho mayor que el voto de las derechas (ver cuadro 1). Así, la ventaja de votos que las izquierdas consiguieron sobre las derechas fue de 2.677.061 votos en 1982; de 1.460.497 votos en 1986; de 2.174.278 en 1989; de 2.014.027 votos en 1993; de 1.250.822 votos en 1996; de 2.152.514 en 2004 y de 1.486.896 en 2008. Estas cifras muestran que la mayoría del electorado en España es de izquierdas.

Y sin embargo, las izquierdas han gobernado en mayoría sólo durante la mitad del periodo democrático; de 1982 a 1993, cuando el PSOE gobernó en mayoría absoluta, y en el periodo 2004-2008 cuando el PSOE gobernó en minoría con el apoyo de otros dos partidos de izquierda, IU y ERC. En la otra mitad del periodo democrático, el PSOE gobernó en minoría con el apoyo de la derecha nacionalista conservadora, CiU, durante el periodo de 1993-1996 (aunque las izquierdas obtuvieron 2.014.027 más votos que las derechas en 1993) y el PP gobernó en minoría con apoyo también de CiU durante el periodo 1996-2000 (aunque las izquierdas obtuvieran 1.250.822 votos más que las derechas en 1996) y con mayoría absoluta durante el periodo 2000-2004.

Esta situación refleja una discriminación en contra de las izquierdas, que muestra el gran dominio de las fuerzas conservadoras durante la Transición y en el diseño del proceso electoral. Tal como han reconocido protagonistas de aquel proceso (como Herrero de Miñón, asesor del Presidente Suárez, y el ex-Presidente Calvo Sotelo), un objetivo importante del diseño electoral fue debilitar a las izquierdas y muy en especial al Partido Comunista que, habiendo liderado la lucha en contra de la dictadura, constituía la fuerza política a la cual el establishment conservador tenía mayor temor. La ley de Reforma Política de 1976, aprobada por la dictadura franquista, durante el período preconstitucional Monarquico, así como el Real Decreto de la Ley Electoral de Marzo de 1977 fueron las bases del sistema electoral español, cristalizado en la Constitución de 1978, que estableció la provincia como unidad básica de tal sistema. Uno de los objetivos de tales leyes fue el reforzar a las derechas y debilitar a las izquierdas, y muy en especial al Partido Comunista, que al haber liderado la lucha contra la dictadura se percibía por la nomenclatura franquista, dirigida por el Monarca, como la fuerza política más amenazante a sus intereses. Tanto el Sr. Herrero de Miñón, uno de los diseñadores del sistema electoral, asesor del Presidente Suárez, y el recientemente fallecido expresidente Calvo Sotelo han explicitado tal objetivo en varias declaraciones recientes. Tal sesgo se produce al tomar la provincia como unidad básica asignándole dos escaños como mínimo. Tal hecho da un sesgo conservador al sistema electoral, favoreciendo una sobrerepresentación de las zonas rurales poco pobladas (como son gran parte de las provincias de las CCAA de Castilla la Mancha, Castilla León, Aragón y la Rioja) a costa de las provincias urbanas progresistas más pobladas. Según este sistema un votante de Teruel tiene 3,5 veces más poder para elegir un escaño que un votante de Barcelona o Madrid.
Otro factor que contribuye a la falta de proporcionalidad del sistema electoral es el sistema de asignación de escaños (después de los dos mínimos por provincia) que sigue la Regla de Hont que facilita la concentración de escaños en los dos partidos mayoritarios, estimulando el bipartidismo que favorece al PP y al PSOE (al primero más que al segundo como lo demuestra que la ventaja de más de un millón de votos a favor del PSOE en 2008 sobre el PP se ha traducido en las últimas elecciones en una diferencia de 15 escaños, mientras que la ventaja del PP sobre el PSOE de trescientos mil votos se tradujo en el año 1996 en una diferencia de escaños de 16). Este bipartidismo favorece al PSOE y al PP a costa de los partidos minoritarios como IU. El PSOE y el PP tuvieron sólo 11 y 10 veces más votos que IU (el partido sucesor del PCE) y en cambio tuvieron 85 y 75 veces más diputados que IU. En Cataluña ocurrió una situación parecida, aunque menos acentuada. El PSC obtuvo 9 veces más votos que ICV (el partido hermanado con IU) y, sin embargo, consiguió 25 veces más escaños que ICV.

Esta situación perjudica a la totalidad de las izquierdas, incluido al electorado del PSOE. Así, en 2008, mientras las izquierdas han conseguido casi millón y medio más de votos que las derechas, las izquierdas de ámbito estatal no tienen suficientes escaños para gobernar en mayoría. El PSOE deberá aliarse con CiU y/o el PNV (las derechas nacionalistas periféricas) para tener mayoría en las Cortes Españolas, puesto que la suma PSOE-IU (que ha perdido incluso la posibilidad de tener grupo propio en las Cortes) es materialmente insuficiente, aun cuando las encuestas señalaron que esta alianza era la preferida por el electorado de izquierdas, incluidos los votantes del PSOE.

Los costes de este gran desfase entre voto popular y representatividad parlamentaria ha tenido y continúa teniendo unos costes enormes, siendo una de las causas de la escasa confianza que la ciudadanía tiene hacia la clase política. La distancia entre lo que la población desea y lo que la población obtiene de las Cortes y del gobierno español es muy grande. Así, Navarro ha documentado cómo el dominio de las derechas en las instituciones políticas españolas es la mayor causa del subdesarrollo social de España, dificultando la convergencia de gasto público social con el promedio de la UE-15 tal como desea la mayoría de la población española (ver Navarro, V. El subdesarrollo social de España. Causas y consecuencias. Anagrama, 2007 y Los costes electorales y sociales de la Transición en www.vnavarro.org).

Una última observación sobre el desfase entre voto popular y la representatividad parlamentaria: una explicación de que las izquierdas no puedan tener mayoría y que IU haya sido claramente discriminada en el sistema electoral se ha atribuido, según algunos representantes del nacionalismo español, a la sobrerepresentación que los partidos nacionalistas catalanes supuestamente están teniendo en las Cortes Españolas. Los datos, sin embargo, muestran el error de tales posturas. CiU, el partido nacionalista de derechas, consiguió el 3% de los votos y el 2,9% de los diputados y ERC el partido nacionalista de izquierdas, consiguió el 1,2% de los votos y consiguió menos del 0,9% de escaños. Si bien, la mayor discriminación fue en contra de IU-ICV que obtuvo el 3,8% de los votos pero sólo el 0,6% de los diputados, no puede, como constantemente los nacionalistas españoles están diciendo, atribuirse esta subrepresentación en IU-ICV a una sobrerepresentación de los nacionalismos catalanes.

El sistema electoral que favorece el bipartidismo perjudica a las izquierdas por dos razones: una, porque dificulta la formación de mayorías parlamentarias, tal como hemos indicado y otra porque estimula la abstención de izquierdas pues ésta percibe un desfase entre su participación en el proceso electoral y la respuesta del Estado a sus deseos, manifestados en su voto. Esta percepción lleva a un escepticismo cuando no cinismo entre las clases populares que consideran que todos los políticos son iguales. Esta relación entre bipartidismo y abstención es bien conocida y expresa su máxima expresión en EE.UU. donde la abstención alcanza casi el 50% del electorado. Somos conscientes de que muchos otros factores contribuyen a la abstención, tales como el escepticismo hacia la política heredada de cuarenta años de dictadura que promovió unos valores hostiles a la democracia y a los partidos políticos. Y somos también conscientes de que la abstención es diversa y existe una abstención del electorado de derechas, y hay una abstención del electorado de izquierdas y que responden a pautas distintas, que tal como mostramos en este informe, se expresan en comportamientos diferentes. Pero la mayor causa de abstención es, o bien el rechazo activo o el desinterés o el sentido de impotencia que se acentúa sobre todo entre las clases populares.

Una última observación: aunque en ocasiones la suma de los escaños de los partidos de izquierdas es mayor que la suma de escaños de los partidos de derechas en el Congreso de los Diputados (tal como es el caso del Congreso resultado de las elecciones del 2008), el PSOE ha preferido aliarse con partidos de derecha en lugar de partidos de izquierda al ser más fáciles estas alianzas (debido a su número menor de alianzas) y a ser las derechas mayoritarias en el Senado (además de la propia preferencia de sectores influyentes del equipo económico del PSOE que prefieren aliarse con lo que ellos llaman centro antes que con IU).
En resumen, si en España hubiera habido un sistema proporcional (que es imposible según la Constitución Española) España habría estado gobernada por una mayoría de izquierdas durante la mayoría del periodo democrático. Es importante señalar que tal sistema proporcional permitiría a una fuerza mayoritaria dentro de las izquierdas, el PSOE, aliarse con IU-ICV, un partido minoritario pero con mucha mayor representatividad parlamentaria, permitiendo el establecimiento de una mayoría estable. Y lo que también se olvida es que incluso las izquierdas nacionalistas, BNG y ERC, tendrían más escaños que los actuales. España, por lo tanto, hubiera sido muy diferente. Desde el enorme retraso social de España, resultado no solo de cuarenta años de dictadura sino también de un sistema democrático sesgado hacia las derechas, hasta la visión centralista y uniforme de España, habrían tenido resolución con un sistema electoral más proporcional y menos sesgado a favor de las fuerzas conservadoras. Es este sesgo el responsable del retraso social de España y de la concepción centralista y uniforme del Estado español.

2. La reaparición de las dos Españas.

Además del eje izquierda-derecha, existe en España el eje nacionalismo español versus nacionalismos periféricos. Y existe una relación clara entre los dos ejes de manera que cuando el segundo eje predomina (tal como ocurrió en las elecciones del 2008) el primero se diluye. La visión nacionalista española que domina el pensamiento conservador del PP (aunque aparece también en sectores del socialismo basado en las CCAA centrales), refleja una concepción radial de España, centrada en Madrid y cuya interpretación de España es bastante uniforme. Defiende sus intereses regionales y particulares utilizando el argumento de que “España se rompe”, confundiendo su percepción centralista de España con la España real. Esta visión centralista y uniforme contrasta con la visión de una España plural, descentralizada y no radial, sino poliédrica.

El eje nacionalismo español-nacionalismos periféricos, oculta frecuentemente otro eje paralelo y distinto al anterior que es el eje centralismo versus descentralización del Estado, de manera que el primero, el centralismo, se sobrepone al nacionalismo español que tiene una concepción de España muy centralizada, mientras que la visión descentralizada del Estado, coincide pero no es idéntica a la visión nacionalista periférica. En otras palabras, todos los nacionalismos periféricos favorecen la descentralización, pero no todos los favorables a la descentralización son nacionalistas periféricos. Esta distinción raramente se hace en la concepción nacionalista española. El éxito del PP en las CCAA del centro de España se basó precisamente en enfatizar el eje nacionalista español – nacionalismos periféricos, presentando cualquier cuestionamiento de la centralización del Estado como expresión de nacionalismos periféricos y de roturas de la unidad indisoluble de España. El éxito del socialismo en la periferia se debió precisamente a cuestionar que el segundo eje centralización-descentralización fuera idéntico al eje nacionalismo español – nacionalismo periférico, tal como las derechas insistieron.

El cuadro 2 muestra cómo las izquierdas son mayoría en las CCAA de la periferia: Cataluña, País Vasco, Navarra, Islas Baleares, Galicia, Extremadura, Asturias, Aragón y Andalucía, mientras que las derechas son mayoría en Madrid, Castilla León, Castilla La Mancha y La Rioja. Excepciones a esta tipología centro-periferia son: Canarias y Cantabria, Valencia y Murcia, que estando en la periferia han votado mayoritariamente a las derechas. Ha habido algunos cambios desde 2004 de los cuales los más notables han sido en el País Vasco que pasó de derechas a izquierdas y en Valencia que pasó de izquierdas a derechas.

Ha sido en la periferia donde el PSOE ha aumentado más acentuadamente y muy en particular en Cataluña (86.029 votos), el País Vasco (85.816 votos), Islas Baleares (22.016), Canarias (54.054 votos), Aragón (29.215 votos), Asturias (5.079), Cantabria (8.103 votos), Extremadura (4.366 votos), Galicia (1.325 votos) y Navarra (1.931), siendo en el centro y en Valencia donde el PSOE pierde más y el PP sube más votos, con la excepción de Andalucía donde el PSOE pierde 64.555 votos y IU 58.215 votos y el PP gana 196.678 votos (ver cuadro 3). Por lo demás, es en el centro de España y en Valencia donde baja el PSOE y sube el PP. En Madrid, el PSOE baja 166.680 votos (y IU pierde 61.476) y el PP sube 146.734; en Valencia el PSOE pierde 13.727 votos y IU 49.596 votos y el PP gana 168.252 votos. En general, el PSOE sube en la periferia y el PP en el centro. En algunas CCAA suben los dos, PSOE y PP, como en Canarias y Navarra. Pero son la excepción. Por lo demás donde sube el PSOE baja el PP y donde sube el PP baja el PSOE.
Pero de esta situación no puede derivarse que la mayor causa de esta situación se deba a un trasvase de votos del PSOE al PP o viceversa, como frecuentemente se ha interpretado. Que haya habido este desfase es probable pero no puede explicar la subida del PP (ver cuadro 3). El cuadro 3, que muestra la ganancia o pérdida de votos por partido político por CCAA, señala que donde el PP ha subido más, como en Madrid, ha habido una reducción muy marcada de la abstención, mostrando una derecha muy movilizada frente a una izquierda desmovilizada entre sus bases tradicionales como lo muestra el crecimiento de la abstención en los barrios obreros de las grandes ciudades como Barcelona y Madrid, tal como señalaremos más adelante en el texto. Es más, el nuevo partido de Rosa Díez, que ha conseguido sólo 32.391 votos menos que IU en Madrid, ha restado votos a las izquierdas, tanto del PSOE como de IU. Su nacionalismo español jacobino ha atraído a sectores importantes de las izquierdas españolas. Es probable que tal partido haya restado también votos al PP, pero creemos que en menor medida. La distancia ideológica de tal partido en la temática nacionalista es mucho más cercana al PP que no al PSOE, mientras que la orientación laica de tal partido le aproxima más al PSOE que al PP. El hecho es que la temática nacionalista española es la que le ha dado mayor identidad institucional a tal partido y que fue también el origen del mismo (que es casi exclusivamente un partido antinacionalismos catalanes y vascos).

3. Se ha exagerado el trasvase de votos hacia los dos partidos mayoritarios.

Sin negar que haya habido un trasvase de votos tanto en el centro como en la periferia hacia los dos partidos mayoritarios (con las excepciones señaladas en el párrafo anterior) el hecho es que tal transferencia ha sido exagerada en los medios. El cuadro 4 muestra que en la mayoría de las CCAA la variación de la abstención es mayor que la suma de los incrementos de los dos partidos mayoritarios. Podemos ver, por ejemplo, como en Cataluña y en el País Vasco, (comunidades en las que se ha subrayado el fenómeno de trasvase de los partidos afines a los dos mayoritarios) el incremento del voto a los dos partidos (que es especialmente notable en el PSOE) es muy inferior al incremento de la abstención.
Lo que hay que analizar, por lo tanto, no es tanto el trasvase de votos de los partidos nacionalistas y de IU al PSOE sino el gran incremento de la abstención de tales partidos. El punto clave de estas votaciones es la variación en la abstención. Parece que sectores derechistas que se abstuvieron en 2004, han participado activamente en 2008. Los partidos de izquierdas deberían analizar el porqué de los cambios de esta abstención en su electorado.
Dos últimas observaciones: El PP ha aumentado su voto predominantemente mediante la movilización de su votante, incluyendo el abstencionista de derechas. Ahí la Iglesia Católica (que algunos han definido como el “PP en sotana”) ha jugado un papel fundamental. Ahora bien, es improbable que pueda continuar creciendo mucho más puesto que se le está agotando la cantera de votos debido a su capacidad limitada de atraer votos de otras opciones políticas. Su anticatalanismo es rentable políticamente en gran parte de España pero tiene sus límites. A no ser que se expanda en la periferia y muy en particular en Cataluña, el PP lo tiene difícil, aún cuando no es descartable su victoria, no tanto por el aumento de su voto sino por el incremento de la abstención de izquierda, como pasó en el año 2000. Que gane el PP por lo tanto depende de cómo lo haga el PSOE. Si en 2012 el PSOE pierde habrá sido por un voto o una abstención anti-PSOE más que pro PP.

Hay que darse cuenta también que el voto del PP en el 2008 fue muy parecido al voto que consiguió en las elecciones del 2000, cuando obtuvo la mayoría absoluta. Una vez más se muestra que lo determinante para que el PP gane las elecciones a las Cortes es el comportamiento del electorado real y potencial de las izquierdas. El hecho de que con los mismos votos el PP consiguiera mayoría absoluta en el año 2000 y no en el 2008, se debe a la enorme abstención del electorado de izquierdas en el año 2000 y mayor movilización del voto anti PP en el año 2008.

En cuanto al PSOE, la única alternativa que tiene para ganar las próximas elecciones es que manteniendo el voto periférico pueda recuperar parte del voto del centro de España que tuvo en su día y que podría recuperar. Le favorecería enormemente que se realizara un cambio del sistema electoral que fuera más proporcional aunque nos tememos que la dirección del PSOE no lo vea así. Aunque conseguiría menos escaños, podría gobernar con apoyo de otros partidos de izquierda, llevando a cabo su programa electoral, siempre inhibido cuando se alía con las derechas nacionalistas.

Para recuperar el voto del centro de España es de gran importancia que el PSOE enfatice la dimensión social sin diluir la visión plurinacional que Zapatero representó en las últimas elecciones. El abandono de esta visión (como erróneamente le están aconsejando varios barones del PSOE) sería una nota de suicidio electoral. Sin ganar la periferia, el PSOE pierde. Este hecho se debe a que el PP siempre tendrá superioridad en el centro de España cuando el argumento electoral se centre en el eje nacionalismo español versus nacionalismos periféricos. Intentar ganarle en este terreno (como algunos varones del PSOE están sugiriendo), es una receta para el desastre electoral, pues significaría un descenso del voto en la España periférica, temerosa del centralismo del PP. Pero el problema que el PSOE tiene es, que para enfatizar la dimensión social, necesita de una mayoría electoral. La tuvo, en parte, durante el periodo 2004-2008, cuando con el apoyo de IU y ERC aumentó el gasto social permitiendo interrumpir la desconvergencia social que España estaba adquiriendo durante el período 1993-2004 en que el déficit del gasto público social per cápita de España con el promedio de la UE-15 aumentó nada menos que un 62%. Esta desconvergencia de gasto público social per cápita entre España y el promedio de la UE-15 dejó de crecer durante el periodo de gobierno Zapatero, sin que se convergiera. En otras palabras, el déficit dejó de crecer pero se mantuvo constante. Sí que hubo, en cambio, un crecimiento de ofertas sociales como la Ley de Dependencia (entre otras) que dio visibilidad a los temas sociales. La sensibilidad social de las izquierdas se mostró y tuvo sus recompensas, contribuyendo a que el PSOE de Zapatero tuviera más votos en las elecciones para su segundo mandato, 2008, que en el primero, en 2004. Es la primera vez que esto ocurre en España.

Pero, repetimos, que un obstáculo para el desarrollo social de España ha sido la excesiva cautela en el crecimiento del gasto público expresada en las manifestaciones del Sr. Solbes que indicó en una entrevista de El País (22-07-07) que la medida de la cual estaba más orgulloso era la de no haber aumentado el gasto público, (y ello en el país que tiene el gasto público menor de la UE-15). Esta actitud explica que la convergencia de la España Social con el promedio de la UE no se esté dando o sea excesivamente lenta y no responda a los deseos de las izquierdas votantes. Es más existe el temor de que, como ocurrió en 1993, también en un momento de crisis económica, y también bajo el liderazgo del Sr. Solbes, el PSOE se alíe con CiU y reduzca el crecimiento de gasto público, tal como ocurrió entonces, endenteciendo e incluso revirtiendo la muy necesaria y urgente convergencia de la España Social con la Europa Social.

B. LAS ELECCIONES AL CONGRESO DE LOS DIPUTADOS EN CATALUÑA

1. La discriminación a las izquierdas en el sistema electoral en Cataluña

El sesgo electoral que discrimina a la totalidad de las izquierdas se da también en Cataluña. Las zonas urbanas, donde se concentra la clase trabajadora, la base más sólida de las izquierdas, están discriminadas en el proceso electoral. Se necesitan 75.000 votos para conseguir un escaño en las Cortes Españolas por Lérida; más del doble de votos para conseguirlo en Barcelona. Lo mismo ocurre, por cierto, en las elecciones autonómicas. Una ley aprobada provisionalmente en el Parlamento Catalán cuando las derechas tenían mayoría y que ha continuado inalterada desde entonces. Esta ley es una mera réplica de la ley suarista. En realidad, en Cataluña nos encontramos con la misma situación que comentábamos para toda España. La suma de los votos de las izquierdas en las elecciones a las Cortes ha sido, en prácticamente todas las elecciones legislativas (excepto en 1979, 1989, 1993 y 2000), un voto popular mayormente de izquierdas (en porcentajes incluso mayores que en el promedio de España) y, sin embargo, durante la mitad del periodo democrático los escaños de las derechas catalanas (CiU y PP) han sumado más escaños que las izquierdas catalanas (ver cuadro 5). Cataluña es una de las CCAA con mayorías más acentuadas de izquierdas. España es de izquierdas y Cataluña todavía más. Y sin embargo esta situación no ha sido reflejada en escaños.

Otra característica de Cataluña es que la abstención, predominantemente de izquierdas, es mayor que en el promedio de España, y ello como resultado del desfase al cual nos hemos referido anteriormente entre el voto y la respuesta del Estado a ese voto. La población, cuando vota izquierdas, desea que se traduzca su voto en políticas públicas de izquierdas. Cuando la ciudadanía no lo percibe, la abstención aumenta. Ni que decir tiene que hay muchas otras causas de abstención en Cataluña y una de ellas muy significativa en Cataluña y especialmente significativa en las elecciones autonómicas, es cuando la población abstencionista cree que las elecciones no son las “suyas”, es decir, no se encuentran motivados para participar en ellas. Ello ocurre en amplios sectores de la clase trabajadora de habla castellana que no se identifica con las elecciones autonómicas. Ello explica que la abstención en estas sea mucho mayor que en las elecciones legislativas a las Cortes. Este factor, naturalmente, no ocurre en las elecciones a las Cortes Españolas.

2. Se ha exagerado, también en Cataluña, el trasvase de votos

La interpretación más frecuente de los resultados de las elecciones legislativas a las Cortes en Cataluña ha sido que el bipartidismo en España, y el temor de la población catalana a la victoria del PP movilizó un trasvase de votos de todos los partidos catalanistas (ERC, ICV y CIU) al PSC-PSOE, al verle como el único capaz de parar al PP. El eslogan “si tú no vienes, ellos vuelven” del PSC resumía esta llamada al voto útil contra la derecha española, explicando un trasvase de votos a tal partido. Esta es la explicación más frecuente que se da al hecho que el PSC fuera el único partido que aumentara su número de votos. El PSC ganó en 2008, 86.029 votos más que en 2004. Todas las otras fuerzas políticas catalanistas perdieron votos (CIU, 61.154; ERC, 348.475 e ICV, 53.037. El PP por cierto también 21.143 (ver cuadro 6).
Consideramos esta tesis de trasvase de votos al PSC para parar al PP insuficiente e incluso errónea. En realidad, el incremento de votos (86.029) del PSC sólo es una quinta parte de los votos (463.166 votos) que perdieron los partidos catalanistas (CIU, ERC e ICV). También consideramos errónea la tesis de que los votantes de las izquierdas minoritarias ERC y ICV se trasvasaran al PSC para parar al PP en Madrid. ERC e ICV perdieron en total, 402.012 votos. El PSC ganó 86.029. Sin negar algún tipo de trasvase de votos, el hecho es que ambos partidos perdieron muchos más votos que no los posibles trasvases al PSC. No es cierto, por lo tanto, el argumento que tales partidos de izquierda perdieron votos debido, principalmente, al trasvase al PSC. El tan citado abrazo del oso es una imagen que no se corresponde con los datos.

3. El constante declive de las derechas

De ahí que deba analizarse la pérdida de votos partido por partido. El hecho más llamativo es la pérdida del voto de derechas tanto del PP como de CIU, siendo en este último un descenso continuado desde las elecciones legislativas del 1992. Desde entonces CIU ha ido perdiendo votos en todas las elecciones legislativas, tanto a nivel de Cataluña como a nivel de todas las provincias, comarcas y distritos. En Cataluña, CIU pasa de 970.421 votos en 2000 a 835.471 en 2004 y 774.317 en 2008. CIU es una fuerza claramente en declive (ver cuadro 7 que muestra la evolución de los votos del 2000 al 2008 en Cataluña por partido político). Esta pérdida ocurre en todas las provincias, comarcas y distritos (ver cuadros 6, 8 y 9). Así en las últimas elecciones, mientras que el PSC aumentó en todas las comarcas de Cataluña (excepto en el Barcelonés), CIU perdió votos en todas excepto en Baix Penedés (que ganó 46 votos más en 2008 que en 2004), Cerdanya (31 votos), y Garraf (245). En la gran mayoría de comarcas perdió votos, acentuando un declive continuo desde hace ya varias legislaturas. Lo mismo ocurre en los distritos urbanos. Así, en Barcelona CIU pierde votos en todos los distritos urbanos, pérdidas que han ido ocurriendo en elecciones previas (como muestra el cuadro 9).

4. No hay un “colapso” de ERC

Este constante declive no ocurre en las otras dos fuerzas catalanistas minoritarias en Cataluña, ERC e ICV. Así, aún cuando el dato que ha acaparado más atención mediática ha sido la gran perdida de votos de ERC (que, repetimos, no se debe mayoritariamente al trasvase de votos al PSC), definido por algunos autores nacionalistas de derechas como “colapso”. El hecho es que ERC ha ido creciendo, elección legislativa tras elección legislativa, (desde que abandonó su alianza con CIU), pasando de 190.421 votos en el año 2000 a 289.927 votos en 2008. El hecho que debiera explicarse, es por qué el aumento tan significativo que tuvo lugar en su voto en 2004 (que se produjo en todos los partidos de izquierda). En 2008, ERC perdió 348.975 votos y los perdió en parte por la abstención (la cual creció 225.163) así como un trasvase a otros partidos, probablemente al PSC pero también a CIU (a pesar de su declive). El argumento utilizado por la derecha nacionalista catalana de que ERC está perdiendo votos debido a su participación en el tripartito, ignora que el crecimiento notable de ERC surge desde su énfasis en su componente de izquierdas en lugar de su dimensión soberanista, que transmitió cuando se alió con CIU, obteniendo sólo 84.000 votos (en 1986). Este crecimiento de ERC se da en todas las provincias y distritos en Cataluña, tal como ocurre en el PSC, el otro partido que crece constantemente en Cataluña. No parece, por lo tanto, que ERC crezca primordialmente a costa del PSC, sino a costa de CIU que es el que constantemente desciende. De estos datos podría derivarse la conclusión de que la estrategia de algunos sectores de la dirección de ERC de buscar el voto del PSC sea errónea y menos productiva que conseguir el voto de CIU. Dentro de CIU existe un voto de centro-izquierda que vota a ERC cuando se decepciona por el conservadurismo. De hecho, parte de este voto va a ERC y otra parte al PSC. Podemos ver como en Cataluña el ERC sube de 190.292 votos en 2000 a 289.927 votos en 2008, (el PSC sube de 1.150.533 a 1.672.777 votos, mientras que CIU baja de 970.421 a 774.317 votos) (ver cuadro 10).

Parecería que la estrategia que este partido debiera seguir para aumentar su voto sería la de acentuar su visión de izquierdas dentro de su catalanismo, una estrategia que ha seguido exitosamente, influenciando al Gobierno de la Generalitat del cual es miembro. En este aspecto, su influencia en la Generalitat ha sido acentuada, aunque sus alianzas con CIU, por ejemplo, en la corporación que supervisa los medios de comunicación de la Generalitat, no están favoreciendo a las izquierdas, incluyendo a la propia ERC. Estos medios, sabedores que CIU y ERC suman mayoría en tal corporación, han continuado promoviendo un nacionalismo de tipo conservador que está dañando a las izquierdas. El énfasis en el aspecto soberanista a costa de su dimensión de izquierdas debilita a todas las izquierdas.
Otra causa de la pérdida de votos ha podido ser su comportamiento errático que, de nuevo, debilita a las izquierdas. Un caso característico es su apoyo al Estatuto que pasó de ser apoyo activo, a un voto negativo, creando una desorientación entre parte del electorado que había confiado en ERC. El gran crecimiento de ERC del 2000-2004 se explica en parte por su participación en el Gobierno tripartito y el carácter de izquierdas que presentó y que contribuyó a ganar un amplio apoyo. El cambio en esta orientación, con los cambios en su actitud hacia el Estatuto le perjudicó. Es probable que sus dudas, vacilaciones y final oposición, no fuera del agrado de gran parte de su base electoral siendo el resultado del 2008 un castigo.

5. La situación en ICV-EUiA

ICV-EUiA en 2008 ha perdido votos (53.037 en total) en casi todas las comarcas y en todas las provincias de Cataluña. En 2008, tuvo 181.753 votos, que fueron menos que en 2000, 194.381 votos, y muchos menos que en 2004, 234.790. ICV-EuiA está sufriendo un ligero declive desde 2000, siendo el año 2004 una excepción, cuando, como ocurrió con todos los partidos de izquierda, aumentó considerablemente su voto. Este descenso en 2008 ocurrió en todas las comarcas. El cuadro 8 muestra que sólo gana votos en Alt Penedés (207 votos), Berguedà (46 votos), Osona (843 votos) y Priorat (34 votos) pero pierde en todas las otras comarcas. En Barcelona pierde en todos los distritos. Ahora bien, tal como ocurrió con ERC, en la mayoría de distritos, incluyendo los de Barcelona el voto del 2008 para ICV-EA fue superior al voto del 2000 (ver cuadro 9). Se puede ver que, excepto en Horta-Guinardó, (donde hubo un bajón considerable de 4.304 votos a 2.873), en todos los distritos en 2008 ICV-EuiA consiguió más votos en 2008 que en 2000. De nuevo, la excepcionalidad es el año 2004, como ocurrió también con ERC. Esta situación que relativiza su descenso, no puede ocultar sin embargo que a nivel de toda Cataluña esta coalición ICV-EUA ha ido descendiendo desde las elecciones del 2000 y de una manera muy acentuada desde el 2004. Tal descenso es particularmente acentuado en el cinturón rojo (ver cuadro 11). En el Baix Llobregat pierde 9.313 votos, en el Barcelonés (22.342), en el Vallés Occidental (6.981), el Vallés Oriental (2.054), entre otros. Y en Barcelona pierde votos sobre todo en los barrios obreros como Sant Martí i Sant Andreu.

Aunque mucho se ha escrito sobre el trasvase de votos de ICV-EUiA al PSC para parar al PP en 2008, lo cierto es que el ICV-EA perdió más votos en la abstención que en el trasvase. En todos aquellos distritos la abstención creció de manera muy notable (ver cuadro 9). Tal descenso del voto tiene distintas características que el descenso de su partido aliado en España, Izquierda Unida. Mientras que IU tiene una base predominantemente obrera, este no es el caso de ICV-EA que tiene una base social más variada. El distrito de Barcelona donde tiene mayor número de votos es el Eixample, barrio de rentas medias y medias altas. Su versión ecologista parece la dominante aún cuando tiene también un sector obrero (Sant Martí, barrio trabajador, es el segundo distrito en cuanto a votos) y es el segundo partido de izquierdas en los barrios trabajadores después del PSC, por encima de ERC. En realidad, en este distrito el voto ha aumentado considerablemente desde 2000. Ha sido en estos barrios donde el aumento había sido más acentuado del 2000 al 2004 y donde ha descendido más del 2004 al 2008. Como hemos dicho anteriormente es probable que este descenso haya sido consecuencia de un trasvase al PSC y un aumento de la abstención, recuperando los niveles del 2000. También, como dijimos anteriormente, este descenso desde 2004 ha sido particularmente acentuado en los barrios trabajadores Sant Martí y Horta-Guinardo.

6. El PSC: euforia que debiera también relativizarse

El gran ganador de las elecciones del 2008 ha sido el PSC. Ha vencido en todas las provincias y comarcas catalanas convirtiéndose en el partido nacional catalán, el eje de las izquierdas (que ya lo era) y el centro del catalanismo. Este último ha sido la causa de que la población votante que trasvasó sus votos de los partidos de izquierda y de los partidos nacionalistas al PSC le consideraran como el mejor defensor y la mejor barrera en frente al PP. El “no pasarán” ha sido una motivación importante de este trasvase. El PSC ha conseguido 1.672.777 votos en 2008, 86.029 más que en 2004. Ha sido la única fuerza que ha aumentado de votos en estas elecciones y ha sido también el partido mayoritario en todas las provincias de Cataluña (cuadros 6, 7, 8, 9, 10 y 11) habiendo incrementado sus votos en todas las comarcas de Cataluña, excepto en el Barcelonés, donde perdió 16.724 votos. Es precisamente esta pérdida la que debiera ser un punto de preocupación, para la dirección de tal partido. El PSC aumenta su extensión territorial, aumentando considerablemente en el Maresme, en Osona, en la Selva, en el Tarragonés, en el Vallés (tanto Occidental como Oriental) y en todas las comarcas, excepto en el Barcelonés que ha sido su base tradicional, donde ha bajado. En la ciudad de Barcelona ha bajado en casi todos los distritos (excepto Eixample, Sants-Montjuïc, Gracia y Sant Andreu). Ha bajado en Nou Barris, Sant Martí, Horta-Guinardó, Sarrià, Les Corts y Ciutat Vella. Y en el cinturón rojo, el PSC ha disminuido en todas las ciudades y poblaciones del cinturón excepto Barberà, Castelldefels, Cerdanyola y Molins de Rei, donde ha aumentado en votos. Pero en Badalona, Barcelona, Cornellá, Esplugues, Gavà, Hospitalet, Mollet, Moncada i Reixac, El Prat de Llobregat, Ripollet, Sabadell, Sant Adrià, Sant Boi, Sant Feliu, Sant Joan Despí, Santa Coloma i Viladecans el PSC ha perdido votos. Estas poblaciones son las poblaciones del cinturón rojo de Barcelona y ha sido precisamente en algunas de estas comunidades donde el PP ha crecido en votos. El PP ha aumentado en Badalona, Barberà, Castelldefels (donde el PSC también ha aumentado), Gavà, Molins de Rei (donde el PSC también sube), Prat de Llobregat, Ripollet, Sabadell, Sant Boi, Sant Joan Despí y Viladecans. El ascenso del PP en el cinturón rojo es semejante al crecimiento del Partido de Le Pen en el cinturón rojo de París. Es el voto de la clase trabajadora no cualificada temerosa del inmigrante, (véase Navarro V., “Los costes de la inmigración”. Temas para el Debate) que compite con ellos en puestos de trabajo y servicios públicos. La política antiinmigrante es exitosa para el PP y continuará utilizándola. Se añade a este factor, el anticatalanismo del PP que encuentra respuesta en la clase trabajadora de cultura castellana, que se opone a la extensión de la cultura y lengua catalana al igual que el PP.

Sin desmerecer el éxito del PSC, este partido tiene varios problemas, algunos compartidos con el PSOE y otros específicos de la situación en Cataluña. Con el PSOE comparte el peligro de que el aumento del bipartidismo aumente las posibilidades de que no pueda gobernar en mayoría, permitiéndole aliarse con otros partidos de izquierda. Aunque el bipartidismo le favorece desde el punto de vista partidista, desfavorece a las izquierdas. Como hemos indicado antes, el bipartidismo, además de dificultar el establecimiento de mayorías de izquierdas (un objetivo que explica que las derechas favorezcan el bipartidismo, en España PSOE-PP y en Cataluña PSC-CIU), incrementa la abstención de izquierdas, al ver los votantes de izquierdas que no se realizan sus deseos expresados con su voto. Esto ocurre tanto en Cataluña como en España. A mayor bipartidismo, mayor abstención de izquierdas (no sólo del votante de los otros partidos de izquierda sino del propio partido socialista).
El segundo problema que el PSC comparte con el PSOE es que no está resolviendo el reto de movilizar a las clases medias sin perder el apoyo de la clase trabajadora. Esta alianza clase trabajadora-clase media es clave para el éxito de la social democracia. Pero tal alianza debe basarse en el establecimiento de un Estado de Bienestar de carácter universal, de elevada calidad, que sirva a todas las clases sociales, tal como ha hecho la social democracia a nivel europeo. En Cataluña y en España, el Estado de Bienestar está subdesarrollado con lo que no se ha conseguido tal alianza, reproduciéndose una polarización por clase, en la que las clases medias continúan utilizando los servicios privados concertados y las mutuas (en el caso de la sanidad) mientras que la clase trabajadora continúa utilizando los servicios públicos. El éxito de las derechas está basado precisamente en mantener esta dualidad. El éxito de las izquierdas y muy en especial del socialismo catalán depende de evitar esta polarización. Pero para que ello ocurra se necesita un mayor gasto público y público social que permita mejorar la calidad del Estado de Bienestar para que las clases medias se encuentren cómodas. Pero es éste el punto flaco del socialismo catalán y español: el bajo gasto público (el más bajo de la EU-15) y el escaso crecimiento de tal gasto. Este ha sido mayor en Cataluña que en España como consecuencia de que las izquierdas, a través del tripartito, tienen mayor fuerza y mayor sensibilidad social en Cataluña que en España. Pero los equipos económicos del PSOE han seguido unas políticas de austeridad social (el gasto público social es de los más bajos de la UE) a lo cual se añade en Cataluña el problema de la balanza fiscal que el gobierno tripartito intenta corregir y que contribuye al gran déficit social de Cataluña.

Otro gran problema del PSC es la inmigración que atemoriza al sector de la clase trabajadora menos segura, más precaria y con menor protección social y que se siente amenazada por el inmigrante. El PP ha capitalizado esta situación, acentuando su anticatalanismo que es atractivo para las clases de habla castellana. De ahí el posible traspaso de votos del PSC al PP en los barrios obreros.
Por último, el PSC, como la fuerza hegemónica de las izquierdas catalanas y el partido político que centra la vida política catalana tiene el reto de convertir la política de izquierdas en hegemónica en Cataluña, dando una dimensión catalanista de izquierdas que sustituya al catalanismo nacionalista conservador que todavía domina la cultura catalana como resultado de treinta años de gobiernos de derechas. La mayor dificultad para ello es el gran dominio que las derechas tienen en los medios de información y persuasión (incluidos los públicos de la Generalitat) existentes en Cataluña. En este sentido la falta de vocación reformista en los medios públicos de la Generalitat ha sido un obstáculo hacia este cambio de cultura que ha continuado reproduciendo la cultura dominante.

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