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Artículo publicado por Vicenç Navarro en la revista LA CALLE DE TODOS, octubre de 2010. Basado en el artículo publicado en EL PLURAL el 16 de agosto de 2010

Este artículo critica las políticas de austeridad que se están implementando en los países de la eurozona que retrasarán la recuperación económica. Lo que debería hacerse es precisamente el acentuamiento de políticas de estímulo económico con expansión del gasto público y creación de empleo. Tales políticas de estímulo, realizadas fuera de la eurozona, son responsables del crecimiento de las economías exportadoras alemana y francesa (junto con la bajada del euro), crecimiento que, al no basarse en el crecimiento de la demanda doméstica, tendrá escaso impacto en la recuperación económica.

Suponga  que usted estuviera a cargo de la política económica de un país que está en una profunda recesión, es decir, que la economía estuviese  de capa caída, no creciese  (o si lo hiciese , fuese  muy, muy lentamente). ¿Qué es lo que usted debería hacer? Y la respuesta, basada en la experiencia de todas las recesiones anteriores (las habidas en el siglo XX) es fácil de conocer. Usted aumentaría lo más rápidamente posible el gasto público, invirtiéndolo para que produjese empleo y con ello hubiera más personas trabajando, recibiendo salarios, consumiendo productos y servicios y estimulando la economía. También, en caso de que tuviera un Banco Central a su disposición, imprimiría mucho dinero para que los empresarios y los ciudadanos del país pudiesen tener fácil acceso a tal dinero, por lo que debería abaratar  su coste, y bajar los intereses de este dinero. Este dinero se traduciría en inversiones y consumo, que es lo que usted desea para estimular la economía. (Para una exposición detallada de las medidas que debieran tomarse ver mis artículos: El error de la austeridad. PÚBLICO, 12.05.10; Otras políticas públicas son posibles y necesarias. SISTEMA DIGITAL, 29.07.10; Alternativas a la austeridad fiscal en España. Center for economic and policy research de Washington, Julio 2010).
Estas son las medidas que se enseñan en los libros de texto de Políticas Públicas, primer curso. Pues bien, la Unión Europea (UE), el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional (FMI) están imponiendo a los países de la UE, políticas opuestas y contrarias a las que he indicado. En realidad están haciendo todo lo contrario. Como resultado de las presiones procedentes de tales instituciones, estos países están desarrollando  políticas de austeridad  en el gasto público. España e Italia están reduciendo su gasto público en 15.000 millones y 25.000 millones de euros respectivamente. Portugal está recortando su presupuesto de una manera drástica para reducir el déficit del Estado  y alcanzar el famoso 3% del PIB en 2013, reduciéndolo 6 puntos del PIB en tres años (España lo está reduciendo incluso más, 7 puntos en 3 años).
En Alemania, la canciller Merkel se ha comprometido  a alcanzar el equilibrio presupuestario (es decir, déficit cero) en el año 2016, reduciendo el gasto público 10.000 millones por año, cada año hasta entonces. En Francia, el Presidente Sarkozy piensa reducir el gasto público siguiendo el ejemplo alemán para alcanzar un déficit cero, reduciendo el déficit del estado ocho puntos en el mismo periodo, y así país tras país en la UE. Y por si ello no  fuera suficiente, el FMI ha recomendado al Banco Central Europeo (que es el único banco en al UE que puede imprimir dinero) que reduzca la producción de moneda y que aumente los intereses bancarios a finales de 2010. Y todo ello está ocurriendo en un periodo en que las economías de la Eurozona están en la mayor recesión que han tenido en los últimos cincuenta años (y la inflación es la más baja desde el año 1953).
Estas políticas son profundamente erróneas y suponen  una nota de suicidio económico. Están dañando enormemente a las clases populares de aquellos países. Y se están justificando con una serie de argumentos que no tienen ninguna validez científica. Se está diciendo, por ejemplo, que todas estas políticas son necesarias para no dejar una enorme deuda a nuestros hijos y nietos, ignorando que el efecto de esta austeridad tendrá un efecto muy negativo sobre el nivel de vida de nuestros hijos y nietos, pues, consecuencia de tales políticas, el PIB que recibirán será mucho menor que el que hubieran recibido si no se hubiera ralentizado el crecimiento económico como resultado del descenso del estímulo económico,  consecuencia del recorte del gasto público. Las políticas de austeridad están causando una reducción de la tasa de crecimiento económico, con lo cual, el tamaño de la tarta, es decir, del PIB, que hereden nuestros hijos y nietos será mucho menor.
Otro argumento que se utiliza en la ideología neoliberal que domina los establishments políticos y mediáticos de la UE (incluyendo España) es que hay que “recuperar la confianza de los mercados”, eslogan que se utiliza para subrayar la importancia y necesidad de anteponer los intereses y beneficios bancarios (“de los inversores” se dice) por encima de todo. La situación paradójica es que las propias agencias de valoración de los bonos del estado (muy próximas a los bancos) están indicando que el mayor problema que perciben en los países como España, es “la fragilidad de sus economías”, que es la manera amable de indicar que tales economías no crecen. Así, en el informe de la Agencia Moody donde se habla de revisar la calificación sobre la deuda soberana de España, para bajarla de categoría se lee que la causa de esta decisión es “la débil perspectiva de crecimiento de su frágil economía”. Los economistas neoliberales (que siempre cuentan con enormes cajas de resonancia en los medios de información y persuasión españoles) también utilizan, para justificar tal austeridad, el argumento de que los elevados déficits y la elevada deuda absorben dinero que debiera estar disponible  para el mundo empresarial para que invirtiera. Tal argumento ignora que la falta de inversores se debe precisamente a la escasa demanda creada, resultado de la reducción de los salarios y del gasto público, medidas que ellos están proponiendo. Y así un largo etcétera.
La pregunta que el lector se hará es ¿por qué si estas políticas son tan dañinas, se están llevando a cabo, incluso por gobiernos (como el español) que en periodos de pre-crisis han mostrado tener  sensibilidad social y receptividad a los deseos de las clases populares? Y una parte de la respuesta es que la mayoría de gobiernos en la UE son de derechas. Y están aprovechando la crisis para conseguir lo que han deseado durante muchos años, es decir, reducir y/o eliminar el estado del bienestar y bajar los salarios. Y otra parte de la respuesta es el enorme poder del capital financiero -la banca-, que es el mayor beneficiario de estas políticas y tiene un enorme poder político y mediático. No son “los mercados financieros”, sino la banca la que está detrás de todas estas políticas de austeridad, y que son los que promueven el  dogma –el dogma neoliberal- que se impone.
En España, la influencia de la banca en los equipos económicos de los gobiernos (sean conservadores o socialistas) ha sido enorme, siendo el Banco de España (cuyo gobernador ultraliberal fue nombrado por el gobierno socialista) el mayor portavoz de tal poder fáctico -la banca-. Véanse las similitudes entre las propuestas del BBVA y las del Banco de España. Sus recetas son: mayor facilidad de despido, menores salarios, menor protección social, menor gasto público social, mayor bajada de impuestos y no subida para las rentas superiores (manteniendo la regresividad fiscal que caracteriza el sistema impositivo español, responsable, en gran parte, de que seamos el país de la UE-15 con mayores desigualdades sociales).
Es predecible que las derechas apoyen tales políticas. Y el PP y CIU estén ahí esperando poder llevarlas a cabo lo más pronto posible. Pero, ha sido un gran error de los partidos gobernantes de centro izquierda el seguir tales políticas, que han desmoralizado y desmovilizado a sus bases electorales. País tras país, en la UE, se ha visto un enorme crecimiento de la abstención de aquellas bases en los procesos electorales que han determinado el enorme descenso del apoyo electoral a aquellas opciones de centroizquierda, que me temo ocurrirá también en las próximas elecciones legislativas en España, a no ser que se reviertan tales políticas.

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