feb 22

Entrevista al profesor Vicenç Navarro sobre “Las revoluciones democráticas en el mundo árabe” por la Asociación Progresista de Estudiantes de Catalunya

¿Cómo interpreta usted lo que está ocurriendo en el mundo árabe?
–    En primer lugar hay que diferenciar lo que ocurre en cada país, pues tienen historias diferentes  y un analista debe ser consciente de ello. Egipto, por ejemplo, tiene una historia muy distinta a Marruecos. Habiendo dicho esto es importante también detectar y darse cuenta de que hay hechos comunes, que responden a características comunes.

¿Y cuáles son?
–    Una de ellas es que son países dictatoriales que sostienen unas estructuras enormemente explotadoras en las que las élites controlan el poder económico y político de aquellos países mediante medidas enormemente represivas. La historia de estos países ha sido el intento  por parte de  las clases populares, y muy en especial, de sus clases trabajadoras y campesinado, de romper con aquellas estructuras de represión. En muchos de estos países existieron partidos de izquierda fuertes, tales como partidos socialistas y comunistas que fueron enormemente reprimidos.

¿En qué países, por ejemplo?
–    Egipto, Irán, Irak y Afganistán, entre otros.

Pero la visión que se tiene es que los movimientos más importantes en tales países son los movimientos musulmanes radicales como la Hermandad Musulmana.
–    Esto no siempre fue así. En realidad, tales movimientos radicales islámicos fueron estimulados y apoyados por aquellos gobiernos como la forma de parar, neutralizar e incluso eliminar a los movimientos de izquierda. Las élites dominantes, con el apoyo de los gobiernos occidentales y, muy en especial, del de EEUU, junto con el gobierno de Arabia Saudí (que es el Vaticano de las fuerzas más reaccionarias del mundo islámico), financiaron los movimientos radicales fundamentalistas para eliminar a los movimientos de izquierda. Hay que recordar que Bin Laden  estuvo en su día financiado por el gobierno federal de EEUU y por Arabia Saudí.

¿Y cómo es que ahora estos movimientos están en contra de sus benefactores?
–    Porque se escaparon del control de sus benefactores. La propia lógica y dinámica de su  radicalismo les llevó a situaciones de enfrentamiento con sus financiadores. En realidad, la propia presión de las bases de los movimientos islámicos les llevó a entrar en conflicto con los gobiernos que les sostuvieron. Y los gobiernos occidentales, que les habían utilizado en su lucha contra las izquierdas, vieron que no podían controlarlos y, como vulgarmente se dice, les  salió  “el tiro por la culata”.

Pero ¿no ha supuesto tal movimiento radical una amenaza para las élites gobernantes de los países árabes y musulmanes?
–    No necesariamente. En realidad, a tales élites les ha ido bien poder utilizar el miedo y temor al radicalismo islámico  para conseguir una ayuda muy sustancial de los gobiernos occidentales. Pero el mayor enemigo para tales élites son las izquierdas y para ello utilizan a los radicales islamistas para conseguir tal fin.

Esto explica que la junta militar egipcia haya entablado conexiones inmediatamente con la Hermandad Musulmana y a la vez prohibido huelgas y reuniones sindicales en Egipto.
–    Exacto. Esto es lo que está ocurriendo.

Y explicaría también porqué la presentación de lo que está ocurriendo en estos países por parte de los medios de mayor difusión nunca citan las movilizaciones obreras.
–    Exacto. Parece como si estos millones que se movilizan en Egipto  fuesen todos estudiantes universitarios, todos ellos internautas.  Las movilizaciones obreras que han sido claves en las rebeliones en cada uno de estos países están siendo silenciadas.
Los medios de mayor difusión trasladan a la población  la visión de las clases dominantes de los países en los que tales medios existen. Lo que en terminología anglosajona se define como “los establishments políticos y mediáticos”, que promueven siempre una visión de clase. Y esto se aplica tanto para Al Jazeera como para el New York Times (incluyendo naturalmente los mayores medios de difusión en España).

Usted hace referencia a este hecho en su artículo en  Público de esta semana.
–    Sí. Y  también en mi artículo sobre Túnez que se publicó en Sistema Digital. En este país, las izquierdas y el movimiento sindical clandestino (que infiltró los sindicatos oficiales) también jugaron un papel clave en la caída del dictador.

¿En su crítica de los medios usted incluye a Al Jazeera?
-Al Jazeera está  basada  en Qatar, que es un sistema feudal. Su línea editorial es, en general representativa de los grupos profesionales de persuasión liberal árabe que tienen una relación compleja con la dictadura que les sostiene. Es valiosa su existencia porque provee otro punto de vista distinto al de las élites de poder del mundo occidental.

¿Qué medios aconseja usted?
–    En España no hay muchos aunque recomiendo  Público, que es el único diario en papel de sensibilidad progresista y de izquierdas que existen en España. En EEUU, el diario Counterpunch,   el diario de las izquierdas, es muy completo. Y la cadena de televisión Democracy Now. Pero, las fuentes más importantes del Medio Oriente son los análisis producidos por centros de estudios laborales y económicos existentes en aquellos propios países que trabajan en condiciones dificilísimas y naturalmente la propia resistencia democrática que tiene sus propios sistemas de información clandestina, pero eficaz.

¿Qué cree que ocurrirá en el mundo árabe?
–    Vemos ahora una enorme movilización para marginar a las auténticas fuerzas de liberación, tal como ocurrió en Irán, Irak y Afganistán. La democracia que las fuerzas dominantes en aquellos países desean, en alianza con las élites gobernantes de EEUU y de la UE, será una democracia muy incompleta, supeditada y claramente orientada a debilitar a la clase trabajadora. Por otra parte la presión democrática continuará y el futuro depende de las alianzas de tales clases trabajadoras con sectores del campesinado y con las clases medias profesionales. Un deseo común que fundamenta estas alianzas es el deseo de desarrollar la democracia. Esta demanda de democracia se aplica a todas las partes del mundo.

Una de las tesis que usted ha enfatizado todos estos años es que la demanda auténticamente revolucionaria en el siglo XXI es la demanda democrática. Le cito de uno de sus trabajos “El objetivo de las fuerzas progresistas en el siglo XXI  no es la nacionalización de los medios de producción sino el establecimiento de la democracia en nuestros países.”
–    Exacto. Fíjense en España o en EEUU. En estos países así como en la mayoría de países llamados democráticos, la democracia  es muy limitada. En EEUU es incluso cuestionable que exista democracia. Y la población es  consciente de ello. Nada menos que el 74% de la población estadounidense dice que no se siente representada por el Congreso de EEUU, y ello como resultado del maridaje entre el mundo financiero y de las grandes empresas con el mundo político al cual financia. Y en España, vemos la enorme distancia entre el establishment político por un lado (que aprueba, casi unánimemente, en las Cortes españolas el retraso obligatorio de la edad de jubilación de 65 a 67 años) y la gran mayoría de la ciudadanía (el 82%) que está en contra. En España, la gran influencia de la banca y de las grandes empresas controla las decisiones políticas y la ciudadanía lo sabe. Según las encuestas del CIS la mayoría de la población dice que la banca tiene más poder que el gobierno. De ahí que las exigencias democráticas hoy son auténticamente revolucionarias, porque a través de ellas se cuestiona el enorme poder financiero y empresarial  que domina nuestras vidas.

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