jul 06

Aquest article assenyala l’error que s’està seguint en les polítiques imposades a Grècia per la “troika” (constituïda per la Comissió Europea, el Banc Central Europeu i el Fons Monetari Internacional). L’article presenta altres possibles solucions que no es consideren per raons polítiques, i no econòmiques.

Uno de los éxitos del pensamiento neoliberal ha sido convencer a la ciudadanía (con la ayuda de los medios de mayor difusión) de que no existen alternativas a las políticas neoliberales que los gobiernos están llevando a cabo y que incluyen la desregulación de los mercados laborales, facilitando el despido de los trabajadores por parte de los empresarios, la disminución de los salarios, la reducción del gasto y del empleo público y la reducción de los derechos laborales y sociales. Los recortes y medidas llevados a cabo por el gobierno griego en respuesta a las presiones de la “troika” (constituida por la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional) se presentan como inevitables y necesarios para salir de la crisis.

En teoría, el objetivo de tales recortes es reducir el déficit público, y con él, la deuda pública, y así tranquilizar a los mercados financieros. Éstos, por lo visto, están muy preocupados ya que consideran que, a la luz de la pobre situación de la economía (la economía griega descendió un 4.5% el año pasado), es muy difícil que Grecia pueda pagar su deuda. De ahí que los bancos exijan enormes intereses como condición para comprar bonos del estado griego, intereses que llegan a alcanzar el 12%. En realidad, el estado griego se gasta un 9% de su PIB para pagar los intereses de su deuda pública, una situación insoportable. La “troika” todavía cree que mediante las medidas de enorme austeridad (tales como reducción del 20% de los empleados públicos, además del 10% que ya habían recortado con anterioridad) y medidas de privatización, el Estado podrá pagar su deuda (que alcanza el 166% del PIB). Es totalmente erróneo que Grecia pueda pagar su deuda con estos intereses tan altos. Y es más que probable que la “troika” lo sepa.

¿Significa ello que Grecia está abocada al colapso y a la bancarrota? No necesariamente, pues por mucho que lo niegue la “troika” y la sabiduría convencional promovida en los medios, hay alternativas. Que estas alternativas sean consideradas y se desarrollen depende única y exclusivamente del contexto político que exista en el país. Hoy la situación griega (como también la española) se caracteriza por una alianza entre las clases pudientes griegas (que pagan muy pocos impuestos) y la banca, tanto la extranjera (y muy en especial la banca alemana y francesa), como la griega, con la ayuda y complicidad del Estado griego.

Las alternativas incluirían:

1.    Una reforma fiscal profunda y progresiva, con la que el estado dejaría de tener que endeudarse, recogiendo fondos de las clases pudientes que hoy apenas pagan impuestos.

2.    Invertir y gastar este dinero en crear empleo. El mayor problema, no sólo social y humano, sino también económico, es el desempleo.

3.    Transformar la deuda pública en eurobonos garantizados por el Banco Central Europeo a un interés no superior a un 3%. Ello requiere un cambio notable de las funciones y obligaciones del Banco Central Europeo, siguiendo más de cerca lo que hace el Banco Central de EEUU (el Federal Reserve Board). La inflación es probable que sea en la Eurozona de un 2%, lo que implicaría que los intereses de los eurobonos serían de un 1%, con lo cual Grecia podría pagar su deuda fácilmente en un plazo de veinte años (bajando al límite del 60% del PIB), un plazo razonable. EEUU pagó la deuda adquirida durante la II Guerra Mundial en cincuenta años.

Si el PIB creciera a su vez un 3%, lo cual podría hacerse invirtiendo en creación de empleo, mediante el incremento del gasto público, Grecia habría dejado de tener un problema. Ahora bien, todo pasa por romper la alianza de clases, haciendo la reforma fiscal necesaria, y que el BCE compre la deuda pública griega y la transforme en eurobonos. ¿Lo verá usted? No es probable. Pero no por razones económicas, sino políticas.

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