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Article publicat per Vicenç Navarro a la revista digital SISTEMA, 11 de novembre de 2011

Aquest article analitza els supòsits que sostenen les teories neoliberals sobre les causes de la crisi financera i econòmica actual. L’article també critica les solucions que s’estan imposant que es basen en aquests supòsits.

La versión más generalizada de lo que causó la crisis financiera y económica actual asume que fue la facilidad con que la población pudo acceder al crédito, lo que determinó un empache crediticio (que se le llama burbuja), que alcanzó niveles de crédito tales, que el pago de la deuda creada por tanto crédito era insostenible. El problema radica –según tal teoría- en que los bancos ofrecían demasiado crédito, a unas condiciones excesivamente favorables, y la gente se emborrachó de tanto crédito, endeudándose hasta la médula, hasta llegar un momento que la burbuja explotó. La solución pues es que la gente (y el Estado que también se emborrachó de crédito) ahorre para poder pagar lo que debe (de ahí la frase de “ajustarse el cinturón”) y que los bancos eliminen sus productos tóxicos (las hipotecas basuras o las hipotecas impagables), y recuperen el máximo de dinero que prestaron, siendo a la vez, más prudentes en su comportamiento futuro, intentando a la vez capitalizarse (que quiere decir conseguir la mayor cantidad de dinero posible, a base de producir y vender bonos y otros instrumentos) y también pidiendo y consiguiendo ayuda pública, de la cual ha recibido abundantemente, no sólo de los gobiernos, sino también del Banco Central Europeo, en el caso de la Eurozona y/o del Federal Reserve Board en EEUU (este último, por cierto, ha ayudado también a la banca europea extensamente).

Consecuencia de esta situación, es que –según tal teoría- las familias están endeudadas hasta la coronilla y los bancos son muy poco afines a abrir la fuente del crédito. Se concluye así que hay un grave problema de falta de demanda doméstica que tiene que sustituirse –de nuevo, según tal teoría- por una demanda externa, es decir, por un incremento de las exportaciones del país. Y de ahí la enorme importancia de que se invierta en mejorar la competitividad, con el objeto de incrementar la demanda externa que estimule la economía. El incremento de la competitividad es así lo que nos sacará de la crisis.

Esta explicación ha adquirido categoría de dogma en los círculos donde se genera y reproduce la sabiduría convencional. El Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Central Europeo (BCE), y la Comisión Europea y muchas estrellas mediáticas del mundo económico, incluyendo el académico, coinciden en el mismo análisis y en las mismas soluciones. Ni que decir tiene que existen variaciones en cuanto a cómo conseguir, por ejemplo, el aumento de competitividad. Así el BCE, la Comisión Europea y el FMI en la Eurozona, y el Banco de España, la banca y la gran patronal en España, acentúan la flexibilidad del mercado de trabajo (que quiere decir la desregulación de tales mercados, la reducción de la protección social, y los recortes de gasto público). Otros, acentúan otras medidas como la desregulación de los mercados comerciales y/o el cambio del valor de las monedas (en la que, por regla general, la moneda china siempre sale mal parada, acusándola de estar artificialmente subvalorada, lo que le da una ventaja comparativa en esta competitividad internacional.

También existen diferencias de opinión en cuanto a la velocidad e intensidad en que deben aplicarse las medidas de austeridad, acentuándose últimamente que un exceso de austeridad es contraproducente. Tal es la postura del profesor Antón Costas, en un artículo ampliamente reproducido en Nou Cicle, diario digital de la sensibilidad catalanista del PSC, entre otros medios. Creo haber resumido bien esta explicación generalizada de la crisis y sus variantes. El problema que tiene tal explicación es que es insuficiente en su entendimiento de la causa de la crisis y es erróneo en sus propuestas para resolverla.

¿POR QUÉ ESTA TEORÍA ES INSUFICIENTE Y SUS SOLUCIONES SON ERRÓNEAS?

Los sostenedores de tal teoría deberían preguntarse en primer lugar ¿por qué la ciudadanía está tan endeudada? No es suficiente indicar que las facilidades crediticias fueran muy elevadas. Es cierto que en los países de la periferia de la Eurozona, los intereses bancarios asociados con el establecimiento del euro facilitaron en gran manera el acceso al crédito. Pero otros países como EEUU y la Gran Bretaña no se encontraban en esta situación y en cambio las clases populares se endeudaron también hasta la médula. La causa no citada de este endeudamiento –y que es la más importante- es el descenso de las rentas del trabajo como porcentaje de las rentas totales de cada país. Las familias tuvieron que endeudarse más y más, resultado de la disminución de sus ingresos. El endeudamiento de las familias precedió al establecimiento del euro.

La misma insuficiencia explicativa aparece en atribuir la explosión de la burbuja financiera, a un exceso de crédito. La explosión se debió a una enorme especulación, resultado de que la rentabilidad de la economía productiva era muy baja (consecuencia de la escasa demanda) y en cambio, la rentabilidad de la inversión financiera especulativa era muy alta. El maridaje banca, sector inmobiliario, industria de la construcción creó un bloque enormemente especulativo que dobló artificialmente el precio de la vivienda entre 1998 y 2007. El enorme crecimiento de las rentas derivadas del capital no se invirtió en actividades productivas sino especulativas y todo ello bajo la supervisión de las autoridades reguladoras financieras y con la complicidad de las autoridades públicas. De ahí que, a no ser que la enorme polarización de las rentas que ha ido ocurriendo como resultado de la aplicación de las políticas neoliberales se revierta, la crisis no sólo no se resolverá, sino que empeorará. El caso de Grecia es un ejemplo claro de ello.

Lo cual me lleva al último punto. El de las soluciones. Es un error profundo creerse que la solución de la crisis en países como España pasa por un aumento de las exportaciones. Para que alguien exporte, alguien tiene que importar. Y puesto que el 75% del comercio de España es con la UE, si todos exportan, ¿quién va a importar si todos están en recesión? El mejor ejemplo del error de esta estrategia para salir de la crisis es Alemania, referida frecuentemente como “la China de Europa”. La tasa de crecimiento alemán (cuyo modelo económico se basa en las exportaciones), es hoy muy baja. Superior a la española, eso sí, pero esto no es decir mucho, pues el crecimiento español es muy bajo.

¿QUÉ DEBERÍA HACERSE?

Lo que se requiere es precisamente opuesto a lo que se está haciendo. Se requiere un programa de estímulo a nivel nacional e internacional, semejante al New Deal en EEUU, con un enorme aumento de gasto público para estimular la economía, que llene en España el enorme vacío (casi 10% del PIB) creado por el estallido de la burbuja inmobiliaria. Se necesita también un aumento de los salarios que estimulen el aumento de la competitividad puesto que una de las causas de la baja productividad es la amplia disponibilidad de trabajadores dispuestos a cobrar bajos salarios. Si no los hubiera, los empresarios se verían forzados a invertir y mejorar la productividad de sus empleados.

El aumento de los salarios es esencial para que aumente la demanda. Es también importante que la banca ofrezca crédito, como condición de su existencia, nacionalizando bancos en algunos casos y/o transformándolos en entes públicos (public utilities) en otros, convirtiendo además el Banco Central Europeo (BCE) en un banco central que, como hacen otros bancos centrales, imprima dinero, ayude a sus Estados y compre su deuda pública, creándose además a nivel europeo una agencia del tesoro que establezca eurobonos comprados por el BCE y por otras instituciones

En caso de que no se vaya en esta dirección, la crisis se acentuará, convirtiéndose la Gran Recesión en la Gran Depresión. En realidad, parte de la población europea está ya en Gran Depresión. Las políticas de austeridad impuestas por la troika (la Comisión Europea, el BCE y el FMI) a Grecia han sometido a aquel país a una situación de enorme retroceso económico y social, condenando a un país a estar en Depresión por veinte años.

¿QUÉ ESTÁ PASANDO EN GRECIA?

El caso griego muestra claramente el error de querer salir de la crisis a base de una devaluación doméstica orientada a disminuir los salarios a fin de aumentar la competitividad y aumentar las exportaciones. La economía griega está cayendo en picado. Según el Ministro de Economía de Grecia, la economía decaerá un 4% del PIB (este año decayó un 1%) Y todas las “ayudas” a Grecia no han mejorado la situación. Antes al contrario, la han empeorado. Su deuda pública era 120% del PIB al iniciarse la crisis; ahora representa un 160%. Y sorprendentemente, la última reunión de los gobiernos de la Eurozona, liderados por el dúo Merkel-Sarkozy, insistieron en todavía más austeridad, bendecida y apoyada por el Banco Central Europeo y el FMI. Es imposible que Grecia se recupere en estas condiciones.

Medidas como el establecimiento de un fondo especial de ayuda (que pueda alcanzar un billón de euros) no tocan la raíz del problema. En realidad, las mal llamadas ayudas de la troika a Grecia han sido ayudas a la banca alemana y francesa, que compró deuda pública griega. De ahí que la salida de Grecia del euro significaría un enorme coste a tal banca, pues la deuda pública, en caso de que Grecia saliera del Euro, se reduciría por unos porcentajes reales mayores que el 32% que la reducción pactada por Merkel-Sarkozy con la banca privada (el 50% que aparecen en los medios incluye la deuda poseída por los Estados, incluyendo las instituciones públicas del Estado griego. Para la banca privada será mucho menor). De ahí que la salida de Grecia del euro representaría un perjuicio considerable al sistema financiero europeo centrado en la banca alemana y francesa. La fallida demanda de un referéndum para aceptar o rechazar las últimas condiciones draconianas impuestas a Grecia hubieran sido no sólo una demanda democrática, sino también una medida inteligente de presión del gobierno socialista griego hacia el establishment financiero y político europeo, indicando que las políticas de austeridad, de continuar aplicándose a Grecia, significarían un coste elevado a aquellos intereses financieros responsables, en gran parte, de la situación intolerable que vive Grecia.

Bajo estas condiciones, la única salida que parecería tener Grecia, es la salida de este país del euro. Tal salida será resistida por los mayores centros financieros y por la dirección del establishment europeo cuyas políticas han sido causa del enorme deterioro del bienestar de la población griega. Tal salida afectaría sus intereses de una manera muy directa. Ahora bien, Grecia no puede tolerar esta situación por tantos años. De ahí que su única salida puede ser el abandono del euro. Ello le permitiría redefinir el valor de la deuda (un porcentaje mucho mayor que el pactado por Merkel-Sarkozy en la banca privada), y recuperar su plena soberanía sobre el valor de su moneda, estableciendo su propio banco, con la potestad de imprimir dinero y comprar su propia deuda, potestades que hoy no tiene.

Argentina siguió un camino parecido cuando se encontró en una situación semejante. Intentó primero, durante el periodo 1998-2001, seguir las recetas del FMI, que eran casi idénticas a las recetas de la troika a Grecia. Al ver que la situación deterioraba, el gobierno argentino cambió y declaró su deuda impagable, devaluándola considerablemente. Recuperó el valor de la moneda, y tras un declive del PIB por un trimestre, se recuperó rápidamente, creciendo un 63% durante los siguientes seis años, y ello a pesar de todas las advertencias del FMI de que tal decisión sería un desastre. No lo fue, evitando la continuación del desastre que Argentina estaba padeciendo.

El caso Argentina y el caso Grecia muestran que las políticas propuestas por la troika (Comisión Europea, BCE y FMI) para salir de la crisis, a base de aumentar las exportaciones, es profundamente errónea. Lo que debiera hacerse es estimular la demanda doméstica. El hecho de que no se haga es consecuencia de las relaciones de poder tanto dentro de Grecia como en la Eurozona, donde el dominio de las elites financieras y grandes grupos empresariales es casi absoluto. Ahí está el problema.

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