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Article publicat per Vicenç Navarro a la revista digital SISTEMA, 29 de juny de 2012

Aquest article mostra el biaix que existeix al coneixement econòmic hegemònic a Espanya, sistemàticament favorable als interessos financers i empresarials a costa dels interessos del món del treball.

Existen conceptos que se reproducen con gran facilidad, y yo añadiría con frivolidad, en la prensa, no sólo económica, sino también en la prensa generalista, que son erróneos y que sistemáticamente favorecen a unos (por regla general al mundo del capital) a costa de otros (por regla general al mundo del trabajo). Uno de ellos es el concepto de costes laborales unitarios. Se dice constantemente que los costes laborales por persona empleada han crecido más que la inflación, creando el gran problema de falta de competitividad. En este argumento se supone erróneamente que los costes laborales por trabajador son resultado de dividir el coste del trabajo (los salarios) por la productividad. Basándose en esta interpretación errónea de lo que son los costes laborales por trabajador, se concluye que si los salarios suben más que la productividad tendremos un problema: aumentará la inflación. Y de ahí se asume que la elevada inflación en España se debe a que los salarios han crecido más rápidamente que la productividad y, por lo tanto, que hay que reducir los salarios, a fin de reducir la inflación.

Pero, como bien ha señalado David Lizoain, la definición de Coste Laboral Unitario (Unit Labour Cost, ULC) no es la que se asume. ULC es el porcentaje que los salarios representan sobre todo el producto, es decir, sobre la unidad de producción, sea éste un coche, sea éste un servicio privado de limpieza. En otras palabras, expresado matemáticamente, ULC = (precio del producto) x (porcentaje que los salarios representan sobre el producto final). Por lo tanto, el crecimiento del ULC puede deberse, bien al crecimiento del precio del producto (por ejemplo, como resultado del crecimiento de la inflación) o bien al aumento del porcentaje que los salarios representan sobre todo el producto (como resultado, por ejemplo, del mayor crecimiento de los salarios que del crecimiento de otros costes de producción, tales como los beneficios). Pues bien, mirando los datos, resulta que en la mayoría de los años, este último factor, el porcentaje que los salarios representan sobre el coste del producto, ha ido descendiendo, en lugar de ir aumentando, mientras que el porcentaje que los beneficios representan sobre todo el producto ha ido creciendo. Parecería lógico, por lo tanto, que se indicara que este porcentaje hay que reducirlo, pues su crecimiento (y no el crecimiento de los salarios) contribuiría a la inflación. Pues bien, usted, lector, nunca habrá leído en la literatura económica española (controlada en su gran mayoría por el pensamiento ortodoxo neoliberal), que hay que reducir los beneficios para disminuir la inflación y/o aumentar la competitividad. Y a esto se le llama el sesgo ideológico de la cultura mediática y económica del país que siempre promueve soluciones que benefician al mundo empresarial a costa del mundo del trabajo.

Esta situación que determina un sesgo en la literatura económica a favor del capital (y muy en especial del capital financiero) y en contra del mundo del trabajo, alcanza su dimensión máxima en España, donde la transición inmodélica de la dictadura a la democracia se hizo bajo el gran dominio de las fuerzas conservadoras. Este dominio ocurrió también en el mundo académico incluyendo el área de conocimiento llamada “ciencias económicas”. La influencia de la banca y de la patronal en los forums donde se debaten los temas económicos es enorme. Y la literatura económica aparece, en su mayor parte, en revistas financiadas predominantemente, aunque no exclusivamente, por la banca, sin que ello hada creado ninguna protesta. Esta situación es un indicador del enorme poder de tales grupos fácticos. En otras áreas, como en medicina, se ha intentado (no muy exitosamente) reducir el impacto de la industria farmacéutica en la creación de conocimiento médico y en la práctica clínica. Es bien conocido que la gran mayoría de las revistas y congresos médicos son financiados por la industria farmacéutica, lo cual ha determinado una preocupación por parte de las autoridades públicas, que han intentado regular y disminuir tal influencia.

No así en las áreas económicas. En realidad, la banca controla hoy las revistas económicas de mayor renombre en el mundo académico, lo cual rompe con el principio de libertad académica, pues trabajos de investigación críticos a la banca no aparecen en tales revistas. Y puesto que un principio del mundo académico es “publish or perish” (publica o muere), este control implica una enorme discriminación en contra de las voces críticas que dificulta su promoción en su carrera académica profesional. Las cátedras Fedea son cátedras financiadas por la banca y por grandes grupos empresariales, que gozan de grandes recursos y cajas de resonancia, frente a los economistas críticos que están en una situación claramente discriminada. La enorme y asfixiante ortodoxia conservadora y neoliberal de la mayoría de forums académicos en economía ha determinado su incapacidad de comprender la crisis actual y de cómo resolverla. Su dependencia de tales intereses financieros y económicos les convierte en parte del problema en lugar de en parte de la solución. Es sorprendente que, a pesar del enorme fracaso de las políticas económicas neoliberales, gocen de las plataformas y forums desde donde predican el dogma neoliberal que está haciendo tanto taño a las clases populares de España.

Catedrático de Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra, y Profesor de Public Policy. The Johns Hopkins University

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