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Artículo publicado por Vicenç Navarro, 1 de agosto de 2012

Este artículo indica que, en contra de lo que dijeron la mayoría de financieros en su presentación a las Cortes españolas, la crisis financiera era predecible.

Lo que es sorprendente de las declaraciones hechas a las Cortes Españolas de algunos de los mayores responsables de las políticas financieras del país es su admisión de que la crisis cogió a todos por sorpresa y que no podía haberse prevenido. Considero estas declaraciones muy preocupantes pues era fácil de prever que habría una crisis muy grave. En realidad, algunos de nosotros la predijimos. No era difícil verla venir.

Veamos por partes. Y analicemos primero cómo se detecta una burbuja como, por ejemplo, una burbuja inmobiliaria. Se mira, en primer lugar, la evolución de los precios del producto sujeto de la burbuja, en este caso, la vivienda. Y se ve rápidamente que estos precios suben enormemente. En sí este gran crecimiento no es indicador de una burbuja. Sí que lo es, sin embargo, cuando todos los demás precios, comenzando por el precio del trabajo –es decir los salarios- no suben. Entonces sí que hay una burbuja. Los salarios y el número de asalariados son, en cualquier país, uno de los factores más importantes para conocer el nivel de demanda de un producto de consumo popular. Pues bien, esto es lo que ocurrió en España desde 1998 a 2007. El precio de las viviendas subía y subía y en cambio el precio de los alquileres, por ejemplo, casi no subía. En realidad estaba estancado. Si la causa del crecimiento de los precios de la vivienda y de la construcción era el crecimiento demográfico ¿cómo podría explicarse que el precio del alquiler no subiera también?

A riesgo de parecer repetitivo, hay que subrayar que una de las variables más importantes para detectar una burbuja es la diferencia entre el precio de un producto y el nivel de capacidad adquisitiva de la mayoría de la población, es decir, de las clases populares, que viene dado por lo que se llama masa salarial, que son los salarios de todos los trabajadores. El nivel salarial y el número de gente asalariada configuran una variable clave para entender la capacidad adquisitiva de la población, la gran mayoría de la cual son las clases populares.

Como esta capacidad adquisitiva no subía, y el precio de la vivienda sí que subía, la población tuvo que pedir prestado mucho, mucho dinero. Y esta es la raíz del enorme endeudamiento de las familias españolas. Esta realidad apenas ha sido citada en los medios de mayor difusión del país, que explican el endeudamiento por el fácil acceso al crédito. Es cierto que la entrada de España en la Eurozona facilitó el acceso al crédito. Pero ello no es razón suficiente para explicar el enorme endeudamiento, pues otros países de la Eurozona también tenían fácil acceso al crédito y su nivel de endeudamiento nunca alcanzó los niveles que alcanzó el de España. Ahora bien, mientras el crédito continuara fluyendo, todo parecía normal.

Pero un analista crítico de la realidad podría haber visto que tanto crédito era insostenible y podía crear un problema mayor, como así fue. Cuando la banca alemana, que era la mayor fuente de crédito, así como la francesa, se paralizaron (llenas de pánico porque descubrieron que estaban contaminadas por productos tóxicos procedentes de la banca estadounidense) todo el sistema colapsó, es decir, la enorme burbuja inmobiliaria explotó, arrastrando con ello el 10% del PIB español en cuestión de meses. Fue un tsunami financiero, resultado, en gran parte, de la enorme avaricia de los especuladores –la banca y el sector inmobiliario- y la complicidad, además de la incompetencia, del equipo directivo del Banco de España que es, en teoría, el regulador de la banca y la agencia responsable de prevenir esta catástrofe. La enorme irresponsabilidad de tales dirigentes fue desoír las voces críticas que estábamos alertando del problema, incluidas las de técnicos del Banco de España.

Es imposible rellenar este vacío de un 10% del PIB substituyéndolo por otras actividades con las políticas de austeridad (recortes y más recortes) que se están siguiendo en España. También lo dijimos al principio de la crisis unos pocos sin que nos hicieran caso. Es obvio que estas políticas son suicidas económicamente porque cuando el sector privado está tan endeudado como lo está el español, el único que puede estimular la economía es el sector público ¡Y lo están recortando! Esto es un indicador del dogmatismo de los economistas neoliberales (que dominan la cultura económica del país) que, a pesar de la enorme evidencia de que las políticas de austeridad están llevando al país a un gigantesco desastre, continúan promoviendo y llevando a cabo tales políticas, insistiendo miles de veces en que tales medidas son necesarias para recuperar la famosa confianza de los mercados, ignorando que el que marca los intereses de la deuda pública es el Banco Central Europeo, que como he dicho muchas veces, no es un Banco Central, sino un lobby de la banca alemana y del Banco Central alemán.

Es importante señalar que algunos de estos neoliberales añaden que las políticas de austeridad son insuficientes y hay que complementarlas con políticas de crecimiento, desconociendo que estas últimas no serán eficaces a no ser que se eliminen las primeras. Como todo dogma, la causa de que se reproduzca, a pesar de su obvia falsedad, es porque sirve intereses económicos y financieros que se benefician de tales políticas. He documentado y publicado una larga lista de beneficiarios de la reproducción de dicho dogma neoliberal, que van desde la gran banca y gran patronal alemana a la gran banca y gran patronal española. La banca alemana se beneficia del enorme flujo de capitales de la periferia (incluyendo España) al centro (Alemania) y la gran patronal alemana se beneficia de los relativamente bajos salarios de los trabajadores alemanes (en relación con su productividad) y de la imposibilidad de los países periféricos (incluida España) de devaluar la moneda para poder competir con sus productos: la gran banca española, porque se está reestructurando el sistema financiero en términos muy favorables a ella y con gran apoyo de fondos públicos, y la gran patronal española (que genera su propio crédito) porque está consiguiendo lo que siempre ha deseado, bajar los salarios y debilitar a los sindicatos, y eliminar el Estado del Bienestar.

Ahora bien, existen alternativas (ver Hay alternativas. Propuestas para crear empleo y bienestar social en España y Lo que España necesita. Una réplica con propuestas alternativas a la política de recortes del PP, de Vicenç Navarro, Juan Torres y Alberto Garzón). España tiene los recursos para salir de la crisis. Sólo un dato: si España tuviera los mismos ingresos al Estado que Suecia, el Estado español ingresaría 200.000 millones de euros más, con lo cual se podrían crear cinco millones de puestos de trabajo, eliminándose el desempleo que es el problema humano, social y económico más grave que tiene España. El hecho de que ello no ocurra se debe, no a causas económicas y/o financieras, sino políticas, es decir, al enorme poder que las fuerzas conservadoras tienen sobre el Estado español. Así de claro.

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