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Article publicat per Vicenç Navarro a la revista digital SISTEMA, 12 d’octubre de 2012

Aquest article critica la cobertura mediàtica del primer debat Obama-Romney a les eleccions a la presidència dels Estats Units que va donar excessiva importància a l’estil i no a la substància del debat en si. Això va aparèixer clarament a la cita del candidat Romney sobre la suposada excessiva despesa pública a Espanya, observació sense credibilitat que pocs mitjans d’informació van assenyalar en els seus comentaris.

Hay personajes en la historia que, en el caso de que no existieran, deberían inventarse. El candidato republicano en las elecciones presidenciales de EEUU es uno de ellos. El Sr. Mitt Romney encaja perfectamente con la imagen del “hombre de negocios exitoso” del nuevo capitalismo. Hijo de gran privilegio, nacido en una de las familias más ricas de EEUU (su padre había sido el director de una de las empresas automovilísticas más grandes de EEUU), se ha mantenido en los círculos más adinerados del país a base de especular con el dinero de otros, habiendo sido uno de los personajes en el mundo financiero que ha tenido menos escrúpulos en el desarrollo de sus negocios. Muchas empresas y miles de trabajadores perdieron su trabajo como consecuencia de sus especulaciones. El valor de la figura de Romney es su representatividad. Así como su padre representaba al gran industrial en la economía productiva, Mitt Romney representa  al gran financiero de Wall Street que no produce nada, consiguiendo grandes sumas de dinero a base de especular en el mundo financiero con el dinero de otros. Es el “hombre de negocios exitoso” en los últimos años del siglo XX y principios del siglo XXI, representando el cambio del capitalismo, pasando del capitalismo industrial al capitalismo financiero.

Y en su persona, en su cultura y en sus ademanes Mitt Romney refleja esta representatividad. Una de sus características, que aparece en su comportamiento político, es la extraordinaria manipulación que muestra en los debates en los que participa y que pasa frecuentemente desapercibida en los medios de información modernos, que suelen dar gran importancia al estilo (capacidades de seducción del candidato) por encima de  la sustancia. Un ejemplo de esta deplorable situación son los comentarios a raíz del debate Obama-Romney que hicieron analistas políticos sobre quién ganó o perdió el primer debate televisivo entre los dos candidatos a la Presidencia de EEUU, comentarios que fueron incluso más contundentes en la discusión post debate que apareció en la televisión española y en la catalana. Todos los analistas dieron como vencedor a Romney, centrándose en el estilo y capacidad de seducción de tal candidato. En casi ninguno de los análisis del debate que se hicieron en España se analizó qué dijo Mitt Romney, sino cómo lo dijo. Este es el reflejo de haber transformado la política en un espectáculo, el mayor indicador del deterioro y de la frivolidad de la política. Ninguno de los analistas y comentaristas españoles y catalanes analizó las enormes frivolidades de que Romney es capaz, y que no se detectan porque aparece convincente por su tono y contundencia.

Un ejemplo claro de ello es su advertencia a Obama de que la expansión del gasto público en EEUU estaba arruinando al país, inhibiendo su capacidad empresarial. Y, como muestra de esta teoría, señaló que EEUU había ya alcanzado el gasto público (42% del PIB) que tenía España, lo cual llevaría a EEUU al desastre económico en el que se encuentra España.

En los análisis post debate en España se citó esta observación, sin mostrarla como un ejemplo del nivel de manipulación y frivolidad a la cual tal candidato recurre constantemente. Cualquier analista mínimamente crítico hubiera señalado varios hechos. Uno es que España es uno de los países que gasta menos en su sector público. La gran mayoría de los demás países de la Unión Europea se gastan mucho más que España. Si el tamaño del sector público es determinante del fracaso de la economía de un país, entonces la gran mayoría de los países de la Unión Europea deberían estar peor que España, y no lo están. Una cosa tan elemental como ésta y tan importante, quedó desapercibida en la gran mayoría de los medios. Con este silencio, los medios se convirtieron en cómplices en la reproducción de uno de los mayores mitos del pensamiento neoliberal que domina la cultura mediática y política del país: la supuesta hipertrofia del gasto y empleo público en España. Los datos, fácilmente accesibles, muestran lo contrario. España es de los países de la UE-15 con menor desarrollo de su sector público.

En realidad, el subdesarrollo económico y escasa tasa de ocupación y empleo en España se deben precisamente a tal escaso desarrollo del sector público. El Estado no provee las infraestructuras sociales y físicas para el desarrollo económico y social del país. En realidad, los países del Norte de Europa son, en general, países que tienen un gasto público mucho mayor que España y EEUU y son más eficientes que los demás países de la OCDE, incluido EEUU.

La referencia a España fue sólo una de las múltiples falsedades, bien documentadas en el informe sobre el debate hecho por Igor Volsky “Romney Told 27 Myths in 38 minutes”, Romney reprodujo 27 mitos en 38 minutos. Todo un récord. Es imposible que Romney o sus asesores económicos no sepan estos datos. Pero los ignoran deliberadamente, repitiendo frivolidades que caracterizan el dogma neoliberal, conscientes de que su enorme error pasará desapercibido en los medios de información, que han sido extraordinariamente acríticos de tal dogma. Repiten auténticas falsedades sin ni siquiera sonrojarse. En España tenemos muchísimos políticos y economistas neoliberales totalmente impermeables a los datos, profundamente ideologizados, sin límites en sus manipulaciones y que están siendo promocionados en los mayores medios.

Facilitando el mito de Romney es la pasividad que el Presidente Obama presentó en el debate. Obama es uno de los mejores oradores en EEUU y en cambio es uno de los peores debatidores. Obama ha perdido (según el criterio teatral mediático) la mayoría de sus debates. Y ello responde  en parte a su incomodidad de enfrentarse con sus adversarios, prefiriendo en su lugar alcanzar consensos que pueden ser paralizantes (y frustrantes para los que desean mayores cambios de los que Obama ha proveído). Su falta de enfrentamiento con el Partido Republicano, incluso cuando tenía mayoría en el Congreso, tanto en el Senado como en la Cámara Baja, ha sido causa de la enorme desmovilización de sus bases, pues con tal estrategia ha diluido sus promesas, sin realizar muchas de ellas. Obama no se atrevió a movilizar a la población para enfrentarse a los enormes poderes (y muy en particular Wall Street) que financiaron al Partido Republicano (pero también al Partido Demócrata y a su propia candidatura). Esta falta de atrevimiento aparece como pasividad que daña su imagen. La gran mayoría de la población está enfadada con el sistema político y desea mayor agresividad y contundencia por parte de aquéllos en los que depositan su confianza o su esperanza para hacer el cambo. Obama no ha estado al nivel que grandes sectores deseaban. Pero no es la primera vez ni será la última.

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