oct 26

Entrevista a Vicenç Navarro publicada a la revista digital SISTEMA, 26 d’octubre de 2012

Aquesta entrevista feta per l’Associació d’Estudiants Progressistes de la Universitat Pompeu Fabra analitza algunes de les postures adoptades en cercles intel·lectuals (incloent alguns d’esquerres), postures que el professor Navarro considera errònies, com ara la suposada desaparició dels Estats o la naturalesa de la dictadura espanyola.

Pregunta (P-)

De una manera creciente se está afirmando que los Estados están perdiendo poder y que en la economía globalizada su poder de decisión se está limitando. ¿Qué opina usted?

Respuesta (R-)

Que se está exagerando. Las derechas justifican la aplicación de medidas altamente impopulares, refiriéndose a que estas fuerzas globalizadoras que no les permiten hacer otra cosa. Así, el gobierno Rajoy recortó 6.000 millones de euros en sanidad pública, diciendo que no tenía otra alternativa, pues así se lo mandaba Bruselas. En realidad, hubiera conseguido casi la misma cantidad revertiendo la bajada del impuesto de sociedades de las empresas que facturan más de 150 millones de euros, bajada de impuestos implementada anteriormente, con el apoyo del PP y CiU, por cierto.

P-

El Estado continúa, pues, teniendo una gran importancia.

R-

No hay duda de ello. Es cierto que la integración de España en la Eurozona limita y condiciona, pero no determina lo que hace el Estado español. Constantemente se están externalizando las causas de, por ejemplo, desmantelar el Estado del Bienestar. Antes de que hubiera la Unión Europea y la Eurozona ya se decía que la globalización económica impedía al Estado español expandir su protección social, ignorando que uno de los países más globalizados del mundo, Suecia, que estaba plenamente integrada en la economía internacional, con un elevado porcentaje de su actividad económica centrada en su comercio exterior, resultado del pequeño tamaño de su población, tenía el Estado del Bienestar más desarrollado del mundo.

Ahora se dice que los recortes son resultado de la integración de España en el euro. Me levanté esta mañana con el programa de Manel Fuentes de Catalunya Ràdio, afirmando, una vez más, que los gobiernos Rajoy en Madrid, y Mas en Barcelona, no tienen otras alternativas que llevar a cabo tales recortes, unos recortes que, por cierto, están desmantelando el escasamente desarrollado Estado del Bienestar de España y de Catalunya. La evidencia de que hay alternativas es abrumadora, evidencia silenciada en los medios de mayor difusión del país.

P-

Usted el otro día en una de sus clases criticaba a las izquierdas por haber aceptado tal globalismo.

R-

Sí. Critiqué a autores como Eric Hobsbawm y Susan George, que asumen, por ejemplo, que los Estados han perdido influencia, siendo sustituidos por nuevas entidades, a las que llaman multinacionales, que se han convertido en las nuevas fuerzas que rigen el mundo. Esta interpretación está muy generalizada.

P-

Y usted está en desacuerdo.

R-

Sí. No hay multinacionales. No son empresas que sean propiedad de varias naciones. El hecho de que operen y estén en todas las partes del mundo no quiere decir que sean multinacionales. Si uno mira su propiedad y su gestión, verá que siempre son nacionales, centradas en un país. La General Motors es una empresa estadounidense. Telefónica es una empresa española. Son empresas transnacionales. Y cuando un conflicto ocurre entre ellas, siempre son los Estados los que se sientan y negocian. La evidencia es abrumadora. Es más, usted no puede entender el comportamiento internacional de la General Motors sin entender la relación entre esta empresa, cuya central está en Detroit, sin conocer la relación de su central con el gobierno federal de EEUU. Son empresas transnacionales, lo cual es distinto a multinacionales.

P-

Usted también criticó al italiano Negri, fundador del movimiento que se llama “autonomía” por su postura sobre el Estado.

R-

¬¬¬¬¬¬¬La postura de Negri es incluso peor. Celebra la desaparición de los Estados, creyendo que los Estados son antiguallas que deberían desaparecer. Puesto que no hay un Estado mundial, democráticamente elegido, me parece un profundo error eliminar las pocas instancias donde la ciudadanía puede todavía intervenir.

P-

Usted también criticó a Eric Hobsbawm por su negación del carácter fascista del Estado español. ¿Por qué?

R-

Hobsbawm no conocía bien la historia del sur de Europa, lo cual aparece en sus observaciones sobre la dictadura que en España se llama franquista. Hobsbawm reproduce acríticamente la sabiduría convencional existente en el establishment español que definía tal dictadura como un sistema caudillista.

P-

Y usted, ¿no está de acuerdo con esta definición? ¿Por qué?

R-

Porque era mucho más que un régimen caudillista. Era un régimen dictatorial, con un partido único, la Falange, un partido claramente influenciado por el partido fascista italiano que, convertido en Estado, tuvo gran influencia en, juntamente con la Iglesia católica, configurar una ideología totalizante, el nacional sindicalismo, que intentaba crear una nueva sociedad basada en la destrucción de la sociedad anterior, la República. Su ideología, como es la ideología fascista, era una ideología totalizante y totalitaria, con un nacionalismo extremo que se atribuía el derecho de conquista sobre otros pueblos, superioridad dada por su pertenencia a una raza superior. El día nacional se llamaba “el día de la Raza”. Negaba la existencia de clases, estableciendo los sindicatos verticales, característicos del fascismo. Tal dictadura fue enormemente represiva. Por cada asesinato político que cometió el fascismo italiano, el español cometió 10.000, según el investigador del fascismo europeo más conocido en EEUU, el profesor Malekafis, de la Universidad de Columbia en Nueva York. Tal dictadura intentaba controlar todos los medios productores de valores e información.

P-

Usted escribe sobre ello en su libro Bienestar Insuficiente, Democracia Incompleta.

R-

Sí. Escribí el libro a la vuelta de mi exilio. El profesor Malekafis había indicado que para definir a un régimen como fascista, éste debía tener ocho características.

P-

A las que usted añadió dos más.

R-

Exacto. Creía que el profesor Malekafis no había sido suficientemente exigente. Paradójicamente no había incluido en sus condiciones ni el racismo ni la negación de la lucha de clases que también caracterizaba al fascismo, con su establecimiento de los sindicatos verticales. Éstas eran también condiciones definitorias del fascismo.

P-

Y usted cree que el régimen español reunía todas estas diez características.

R-

Sí. Es una verificación empírica. Una vez definido el criterio, entonces la investigación consistía en comprobar empíricamente si el régimen reunía o no estas condiciones. Y la investigación concluye que sí que fue un régimen fascista.

P-

Pero muchos dicen que aún cuando lo era al principio, dejó de serlo más tarde con los tecnócratas del Opus Dei.

R-

Es otro error. Naturalmente que el régimen fue variando. También varió el régimen comunista en la Unión Soviética. La distancia entre Stalin y Gorbachov era enorme, mucho mayor que la distancia entre el Franco de 1936 y el de 1975. Y en cambio a tal régimen continuó llamándosele comunista hasta el último día de su existencia. Lo mismo debe, por lo tanto, hacerse en la definición del régimen dictatorial español. El hecho de que en los últimos años de la dictadura española fuera una cáscara vacía, carente de ideología, llena de oportunistas que constituían una mafia en el poder, no niega la definición de aquel régimen como fascista, de la misma manera que el vacío ideológico de la Unión Soviética y el control del aparato estatal por una oligarquía no negaba la definición de aquel régimen como comunista. Mi libro crítico de la Unión Soviética, escrito en la época Brezhnev –que dictaminó la prohibición de mis escritos en aquel país-, mostraba como la narrativa y los símbolos establecían tal continuidad con las épocas anteriores, lo cual justificaba el uso de tal término. Y lo mismo ocurrió en España. Recordemos que el símbolo fascista estaba en la entrada de todos los pueblos hasta el último día de la dictadura. Y los funcionarios tenían que jurar lealtad al movimiento fascista –el Movimiento Nacional-, con sus camisas azules y brazo en alto hasta 1978.

P-

Cambiando de tema, usted también ha enfatizado que el fenómeno que caracterizará el siglo XXI será la lucha democrática.

R-

Sí. Es la redefinición de la lucha de clases que no desaparece sino que se expande, transformándose en la lucha del capital, hegemonizado por el capital financiero, en contra de la gran mayoría de la población. Estamos hoy viendo la proletarización de las clases medias, que junto con las clases trabajadoras constituyen las clases populares, es decir, la mayoría de la población. Y hoy, el capital tiene una enorme influencia sobre el Estado y sus instituciones representativas. De ahí la pérdida de legitimidad de tales instituciones.

P-

Incluidas las de la UE.

R-

Exacto. Hoy Europa se está construyendo a espaldas de sus pueblos. De ahí mi desacuerdo con el filósofo alemán Habermas, pues estando de acuerdo en que, tal como él propone, Europa debería construirse en base a instituciones democráticas, estoy en desacuerdo cuando él asume que las instituciones existentes hoy en la UE pueden ser las bases para construir tal Europa democrática. Yo no creo que estas instituciones sean transformables. En realidad, el que no sean democráticas es por diseño.

P-

De ahí su desacuerdo también con el economista catalán Antón Costas.

R-

Sí. Este economista escribió un artículo en El País en el que atribuía el desarrollo de las políticas de austeridad a la incompetencia o ideologización de las instituciones gobernantes de la Eurozona. Creo que Costas se dejaba en el tintero lo más importante. Estas políticas y estas instituciones estaban diseñadas para defender los intereses del capital financiero. Y lo están haciendo muy bien. Lo cual se hace a costa de que a la gente le vaya muy mal.

P-

El punto de vista que usted representa apenas aparece en los medios de información en España ¿Cómo se siente?

R-

No hay plena conciencia entre la población en nuestro país, tanto en Catalunya como en el resto de España, de lo limitadísimo que es el abanico mediático en el que posturas críticas son sistemáticamente excluidas. Yo, que no tengo dificultades para tener mis artículos publicados en los países donde he vivido en mi largo exilio –Suecia, Gran Bretaña y EEUU-, tengo muchas dificultades para publicar en España. Y lo mismo ocurre, por ejemplo, con Juan Torres, Catedrático de Economía de la Universidad de Sevilla, y una de las mentes más claras y críticas en este país. Estamos bajo una dictadura mediática.

Naturalmente que me hiere, ofende y molesta que se me discrimine. Pero lo que me molesta más es que se prive a la ciudadanía del punto de vista que necesita para reaccionar y responder a la enorme explotación existente y a la cual está sometida. Mi preocupación es mayor por lo que significa para el país que la discriminación personal que ello implica, aunque también me molesta.

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