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Article publicat per Vicenç Navarro al diari digital EL PLURAL, 5 de novembre de 2012

Aquest article critica els arguments ultraliberals utilitzats per l’economista més promocionat als mitjans conservadors i neoliberals de Catalunya, el senyor Xavier Sala i Martín, mostrant el seu caràcter clarament ideològic sense rigor científic. La manca de diversitat existent en la majoria d’aquests mitjans explica que la ideologia dominant, no subjecta a crítica, es reprodueix com saviesa convencional tot i la gran debilitat dels seus postulats.

Sala i Martín (XSiM) es un economista ultraliberal que si no existiera debería inventarse, pues reproduce la versión más pura del ideario neoliberal y la argumentación ideológica que la sustenta. Su falta de crítica hacia las instituciones financieras, hacia las grandes empresas y hacia las enormes imperfecciones de los mercados va acompañada de un desdén hacia las instituciones públicas, a las cuales considera incapaces de mejorar el bienestar de la población, incluso cuando lo intentan. Y es el economista que, con mucho, aparece más en los medios. Tiene una hora semanal en la cadena televisiva pública catalana, TV3, en un programa titulado “lecciones de economía”, y tiene un programa diario en la televisión digital de La Vanguardia, el diario de la familia Godó, y que es el diario del establishment conservador catalán. Aunque las sesiones se llaman lecciones de economía, tales presentaciones son, en su mayoría sesiones de propaganda ideológica del neoliberalismo. Así, en una de las sesiones en la televisión digital de La Vanguardia (17.09.12), ha llegado a afirmar que es un error que las autoridades públicas exijan a los conductores y pasajeros de coches que lleven cinturones de seguridad, pues abrocharse tales cinturones les hace sentirse más seguros y como consecuencia conducen más descuidadamente. Y para sostener tal teoría, indica (sin mostrar las fuentes) que el número de accidentes mortales subió a causa de tal normativa pública, resultado de que la gente conduce más imprudentemente con el cinturón de seguridad abrochado. Hasta aquí su postura. Pues bien, la evidencia de que ello no es cierto es abrumadora. Hay muchos, pero que muchos, estudios científicos indicando que tal normativa ha salvado millones de vidas. Ahora bien, ello no es obstáculo para que XSiM exprese todo lo contrario, lo cual hace con toda contundencia.

En otra de sus últimas lecciones de economía, también en La Vanguardia, indicaba que en contra de lo que afirman –según él- voces malintencionadas, las agencias de evaluación de bonos como Moody’s, Standard & Poor’s y Fitch no son instrumentos del capital financiero, sino agencias honradas y decentes, que están haciendo su necesaria labor tan bien como saben. El hecho de que valoraran súper positivamente los productos de los bancos que les financian, y que se vio más tarde que eran “productos basura”, no se debía en absoluto a un comportamiento malicioso (el término que utiliza) o manipulador sino a una mera incompetencia. Después de todo, todo el mundo puede hacer errores, y, según XSiM, las pobres agencias también los hacen. No hay por qué ser malpensado.

El hecho de que estas agencias estén financiadas por los bancos a los que evalúan, y que tales bancos se beneficien de tales valoraciones positivas, es –para XSiM- un detalle irrelevante. Creer que, en realidad, tales agencias estaban deliberadamente promocionando un producto de la institución que les pagaba, es –de nuevo según XSiM- pensar mal de ellas, y ser “malicioso”. Y a eso le llaman en La Vanguardia lecciones de economía (patrocinadas, por cierto, por Caixa Bank).

¿Quiénes son tales agencias?

Veamos quiénes son y cómo se comportan tales agencias, y comencemos por Moody’s. Esta agencia de valoración de productos bancarios y bonos públicos y privados dio máxima valoración –triple AAA- a 46.000 productos desde 2000 a 2007, muchos de los cuales resultaron ser mera basura. Tal agencia valoró también muy positivamente un producto de una de las empresas más poco éticas que haya existido en EEUU, la infame ENRON, hasta cuatro días antes de que se colapsara, lo cual ocurrió también más tarde con la banca Lehman Brothers. Muchos estudios han mostrado que la valoración que hacían tales agencias está relacionada con el pago que recibían de las mismas instituciones cuyos productos valoran. Sala i Martín, sin embargo, afirma que estas valoraciones positivas (que resultaron ser profundamente erróneas) eran meros errores de las agencias. El hecho de que sistemáticamente favorezcan a la banca que les financia es mera coincidencia.

De nuevo la evidencia de que estas agencias son meros instrumentos de las instituciones financieras es abrumadora. La más reciente es el estudio recién publicado nada menos que por el Banco Central Europeo, en el que sus autores David Marqués Ibañez y Sam Langfield muestran que tales agencias de valoración de bonos sistemáticamente discriminan a favor de las empresas bancarias que les dan más dinero y servicios, valorando muy positivamente sus productos, señalando que hay un claro conflicto de intereses entre la financiación de tales agencias por parte de los bancos y empresas financieras y las evaluaciones que tales agencias realizan. Según XSiM, ésta es una conclusión maliciosa, injusta a las pobres agencias que están intentando hacerlo lo mejor posible La idealización de las fuerzas del mercado por parte de tal autor alcanza cotas altísimas. La última intervención sonada de tales agencias es su devaluación de la valoración de la deuda pública del Estado federal de EEUU por considerarla excesiva y que puede representar un peso mayor de lo que la economía puede aguantar.

Esta evaluación, sin embargo, está encaminada a presionar al gobierno federal para que privatice las pensiones públicas, la golosina que desde hace años desea la banca estadounidense. Por lo demás, la deuda pública del gobierno federal no tiene (repito, no tiene) ningún problema. En realidad, es la deuda pública más segura del mundo. El pago del gobierno federal por los intereses de su deuda pública no llega ni a un 1% de su PIB (el mismo porcentaje, por cierto, desde hace 60 años). En EEUU hay un Banco Central, Federal Reserve Board, que imprime dinero y con él, y en contra de lo que hace el Banco Central Europeo, compra deuda pública, garantizando que el comprador de los bonos públicos siempre recibirá los intereses que genera tal deuda pública, sin ningún riesgo de que ello no ocurra. Es más, el dólar es la moneda de reserva más importante del mundo. Más del 60% de las reservas de los bancos centrales es en dólares. Y es improbable que esta situación cambie en un futuro inmediato. De ahí que la gente que tenga deuda pública en dólares no tiene riesgos dignos de mención. Esto es obvio.

Pero los ideólogos neoliberales son impermeables a los hechos. Y como trabajan para promocionar los intereses de los grandes bancos y las grandes empresas (que dominan los medios de información y persuasión) tienen una enorme visibilidad mediática en las cajas de resonancias que sirven aquellos intereses. Son los talibanes del neoliberalismo.

Una última observación. Cuando ya estaba terminando de escribir el artículo he visto en el programa de Xavier Sala i Martín en la televisión digital La Vanguardia del 30 de octubre su exposición anti empleado público que, no por casualidad, coincidía con las propuestas del Partido Popular de poder facilitar el despido de los empleados públicos. En tal programa tal economista ha indicado que el sector público es menos eficiente que el privado porque este último “tiene la capacidad de eliminar a los menos productivos”, es decir que pueden ser eliminados y despedidos más fácilmente. En tal aseveración no existe ninguna evidencia que sustente la supuesta menor productividad de los empleados públicos o del sector público. En realidad hay muchos trabajos científicos que en EEUU han mostrado que la sanidad privada es de peor calidad que la pública debido a que el objetivo empresarial de optimizar los beneficios monetarios entra frecuentemente en conflicto con la calidad de los servicios. De ahí que toda la evidencia científica existente muestre que la mortalidad en tales centros sanitarios privados con afán de lucro es mayor en EEUU que en los centros públicos, sin afán de lucro, dato que obviamente es desconocido por tal señor que reproduce la sabiduría convencional económica promovida por los intereses corporativos y financieros que le ofrecen sus cajas de resonancia.

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