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Article publicat per Vicenç Navarro, 22 d’agost de 2013, i al diari digital EL PLURAL, 23 de setembre de 2013

Aquest article assenyala els sorprenents resultats de les enquestes que mostren, a més a més d’una gran insatisfacció vers la situació econòmica i financera nord-americana, una cerca d’alternatives a nivell de les classes populars.

El mundo intelectual, cultural y político de EEUU es profundamente conservador, y ello como resultado de la enorme influencia de lo que en aquel país se llama la Corporate Class (es decir, la clase compuesta por los propietarios y gestores de las grandes empresas o corporaciones financieras e industriales y de servicios del país) sobre las instituciones generadoras de valores y percepciones que incluyen los medios y los centros educativos –desde la escuela a las universidades. De ahí que la mera utilización de términos como “socialismo” genere inmediatamente un rechazo a esos medios y fórums influenciados por la Corporate Class.

Ello no siempre fue así. En realidad, el socialismo tuvo gran influencia en periodos anteriores. Charles Dana, uno de los consejeros más cercanos al Presidente Lincoln (más tarde, viceministro de Defensa en su administración) había indicado que “ahora todo el mundo, mas o menos, es socialista” (citado en John Nichols, “Is Paul Ryan Making Americans More Favorably Inclined Towards Socialism?”. Political Affairs. 04.12.12). La influencia del socialismo europeo en el propio Lincoln fue considerable (ver “Lo que la película Lincoln no dice sobre Lincoln” en www.vnavarro.org 17.01.13).

Ahora bien, la crisis actual está radicalizando a la ciudadanía. Y de la misma manera que el discurso, narrativa e intervenciones del establishment madrileño están en Catalunya estimulando el independentismo, el discurso radical reaccionario del Tea Party (que constantemente se refiere al Presidente Obama como socialista) está aumentando las simpatías de la población hacia el socialismo. La definición por parte del Tea Party de cualquier garantía de derechos laborales y sociales como socialismo está generando un interés, cuando no apoyo, al socialismo. Así, en las encuestas Gallup del 2010, el 53% de los encuestados que se definen como miembros del Partido Demócrata o próximos a tal Partido, indicaron que tenían una imagen positiva del socialismo (frente a un 17% de los republicanos). Y estos porcentajes han aumentado, no solo entre los votantes y simpatizantes demócratas, sino también entre toda la población. Tal simpatía es mayor entre las bases del Partido Demócrata que entre las cúspides de tal Partido, las cuales están claramente instrumentalizadas por la Corporate Class.

El apoyo al socialismo entre la población en general subió de un 36% en 2010 a un 39% en 2012. Entre los que se definen como progresistas (las otras categorías son moderados y conservadores), el apoyo al socialismo subió a un 61%. Incluso entre los conservadores, uno de cada cinco se declaraba positivo hacia el socialismo.

Estos datos no deberían interpretarse como los indicios de un cambio en la cultura política de aquel país. El enorme y asfixiante control de los medios de información por los intereses financieros y económicos que gobiernan las distintas ramas del Estado federal y el escasamente democrático proceso electoral, imposibilitan un cambio profundo en las instituciones políticas de EEUU. Habiendo dicho esto, es interesante notar que, junto a la gran alienación de la ciudadanía hacia las instituciones representativas en EEUU, hay el germen de un interés para buscar alternativas.

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