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Artículo publicado por Vicenç Navarro en la revista digital SISTEMA, 6 de septiembre de 2013

Este artículo analiza la extensión de la crisis financiera a nivel mundial, que se está gestionando como consecuencia del enorme dominio que el capital financiero tiene sobre las instituciones públicas, tanto internacionales como nacionales.

No existe plena conciencia a nivel de calle del enorme poder que el capital financiero (es decir, la banca, los hedge funds, las aseguradoras y otras instituciones e instrumentos financieros) tiene sobre el mal llamado orden internacional. Esta situación, que aparece con toda claridad en España, donde el gobierno español actual es un mero instrumento de la banca, se reproduce a nivel internacional. De ahí que, a no ser que se cambie el sistema financiero internacional y su control y/o regulación, estamos yendo hacia una expansión de la crisis financiera a nivel mundial.

Veamos los datos. Creo que (excepto los talibanes neoliberales que todavía dominan los fórums mediáticos del país) hay una creciente percepción de que la crisis financiera la creó el comportamiento especulativo de la banca, consecuencia de su desregulación. Pues bien, debido a la enorme influencia de la banca en los gobiernos de mayor poder a los dos lados del Atlántico Norte, así como en sus establishments políticos y mediáticos, no se ha hecho nada (repito, nada) para regular y controlar tal capital financiero. En realidad, los bancos centrales más importantes, tanto el Federal Reserve Board (FRB) como el Banco Central Europeo (BCE), han estado imprimiendo miles de millones de dólares y euros para ayudar a los bancos. Es lo que se llama en inglés quantitative easing (QE).

Hay una diferencia importante, sin embargo, entre lo que ha hecho el FRB en EEUU y lo que no ha hecho el BCE en Europa. Mientras que el primero ha ido comprando, con el dinero impreso, bonos públicos del Estado, garantizando unos intereses bajos para tales bonos (protegiendo a EEUU de la especulación de los mercados financieros), el BCE no lo ha hecho, desprotegiendo a los Estados miembros de la Eurozona, a los cuales, en el caso de los países periféricos de tal zona monetaria, se les ha estado exigiendo unos intereses en sus bonos públicos que alcanzaron niveles abusivos e impagables. Esta diferencia, en la que el BCE en la Eurozona se comporta como la ultraderecha estadounidense, el Tea Party, desearía que se comportara el FRB en EEUU, es de gran importancia, y señala que la banca es incluso más poderosa en la Unión Europea que en EEUU. Ahora bien, un elemento común es que ambos bancos centrales ofrecen dinero a los bancos en condiciones muy favorables (es decir, a unos intereses muy bajos).

Y, ¿qué es lo que hacen los bancos con este dinero? La retórica oficial, que intenta ofuscar la realidad, dice que dan crédito a la familias y a las empresas, ayudando a que se invierta en actividades de la economía productiva, creando riqueza y puestos de trabajo. Si usted se cree esto, ello indica que su nivel de ingenuidad ha llegado a un nivel peligroso para usted, y también para su comunidad. Esto no es lo que ocurre en la vida real. El crédito ni está ni se le espera.

La banca continúa especulando

¿Qué hace, pues, la banca con su dinero? La respuesta es sumamente fácil de entender. Intenta optimizar sus beneficios lo más pronto posible, invirtiendo en las actividades especulativas, que son las más rentables. Y ahí es donde estaban antes de que se iniciara la crisis de ahora, y es ahí donde están ahora, no en el mismo sitio, sino en los países llamados Emergentes. Durante estos dos últimos años ha habido una explosión de inversiones financieras en estos países. Pero no en infraestructura física y social, donde hay necesidades enormes, sino en actividades especulativas. Estas instituciones financieras, una vez que destruyeron las economías europeas y estadounidense, ahora están invirtiendo en aquellos países (con la ayuda de los Bancos Centrales, que, en definitiva, quiere decir fondos públicos), creando burbujas y más burbujas (en actividades inmobiliarias, en comercio, en alimentos, y un largo etcétera), tal como ocurrió en los países llamados económicamente avanzados. Este flujo de dinero de estos países a los países emergentes creó, como una de las consecuencias, una inflación del valor de su moneda, sobrevalorándola, creándoles problemas graves en su comercio internacional.

De todo esto se puede deducir que dicho flujo de capitales a los países emergentes (que producen beneficios a muy corto plazo) está creando las bases para la nueva crisis que se expandirá de los países de economía avanzada a los países emergentes, y ello como resultado de la explosión de las burbujas. Está ya ocurriendo en la India y en China, y afectará a Brasil, entre otros, y creará un problema incluso peor para aquellos países y para nosotros (ver “Another Financial Crisis Looms if Rich Countries Can’t Kick Their Addiction to Cash Injection”, de Ha-Joon Chang, en The Guardian, 30.08.13). Esto es lo que Juan Torres y yo alertamos que pasaría, en el libro Los amos del mundo. Las armas del terrorismo financiero. Los primeros síntomas ya están apareciendo. El capital financiero está comenzando a huir de esos países, pues ven la explosión de las burbujas muy próxima. Y esta huida de capitales reproducirá, incluso con mayor intensidad, lo ocurrido en los países periféricos de la Eurozona.

Otras políticas eran y son posibles

Lo que está ocurriendo no es inevitable. Pero para ello se requiere un cambio de 180 grados en las políticas estatales hacia el capital financiero. El flujo financiero internacional está empobreciendo a los países, creando una impresión fugaz y falsa (por estar basada en la especulación) de bienestar económico, que pronto colapsará cuando se vea que las bases de ese crecimiento, que crea la euforia cuando se presenta, son de barro, tal como ocurrió en España durante la época exuberante de que “España va bien”, a lo cual se añadía en Catalunya que “Catalunya va incluso mejor”. Y ello a pesar de que los datos mostraban –como algunos pocos señalamos- que ni España iba bien ni tampoco Catalunya iba mejor. En realidad, iba peor. Y, por desgracia, los hechos confirmaron que llevábamos razón.

La solución pasa por un intervencionismo público que controle y regule la banca, con amplios cambios en los sistemas de propiedad, con mayor protagonismo de la banca pública, sometida a los intereses generales, con la eliminación de los paraísos fiscales y previniendo la actividad especulativa, regulando los flujos internacionales, que dificulte, e incluso imposibilite, las actividades especulativas. Pero esto, dudo que pase, debido al enorme poder del capital financiero que nos está llevando al desastre a nivel mundial.

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