Artículo del Gran Wyoming publicado en el diario PÚBLICO, 7 de febrero de 2010
El Gobierno propone prolongar la edad de jubilación como una conclusión irrefutable por la consecuencia matemática que acarrea el aumento de la cifra de la esperanza de vida. Se pretende así desvincular la medida de toda contaminación ideológica. Hablando de ideología, no he escuchado ninguna propuesta de reforma para el sector empresarial, y no digamos el financiero especulativo, responsable de todo este quebranto que podría repetirse, desde que comenzó la crisis: todas van hacia el recorte de los derechos de los trabajadores.
Estas medidas son las mismas que se intentan aplicar desde los sectores de la derecha también en época de bonanza económica. Corresponden a una forma de entender la vida, y pretender que hay que aparcar el debate político para entrar de lleno en las soluciones incuestionables es una falacia.
El profesor Vicenç Navarro ya advertía de que el incremento de la esperanza de vida se iba a utilizar como pretexto para prolongar la edad de jubilación. El hecho de que ese dato haya pasado de 76 a 80 años no implica que se viva cuatro años más de media, puesto que no se está teniendo en cuenta la enorme disminución en la mortandad infantil, haciendo pasar por incuestionable un dato que no lo es. Tampoco que la productividad, según el cálculo nada sospechoso del Banco de España, hará que en 2060 el PIB sea 2,25 veces superior al actual, con lo que habrá mucho más dinero para las pensiones. Para remate, los empresarios, acérrimos defensores de la medida, aplican sistemáticamente planes de jubilación anticipada en sus empresas para sanear sus cuentas a costa del gasto público. ¿En qué quedamos?
Ver artículo en PDF