Es con gran pena que la UPEC tiene que informar a todos sus amigos y simpatizantes que el que fuera miembro del Consejo Rector de nuestra Universidad, Luis de Sebastián, ha muerto. Luis fue uno de los miembros del Consejo Rector que trabajó más activamente, y desde sus inicios, en establecer la UPEC, participando, una vez establecida, en sus actividades, no sólo como miembro del Consejo Rector, diseñando el programa, sino también como ponente y moderador. Desde el principio, Luis creyó en la enorme necesidad de establecer la UPEC como forum de encuentro y reflexión de todas las fuerzas progresistas de Cataluña, continuando la tradición establecida durante la República, de las Universidades Populares, forums de encuentro entre el mundo académico y las clases populares. Creía que la Academia Universitaria debiera enriquecerse a base de añadir al conocimiento escolástico la enorme experiencia acumulada por los movimientos sociales, los sindicatos, y los partidos políticos en nuestro país en su lucha para mejorar la calidad de vida de la población y muy en particular de la clase trabajadora y otros componentes de las clases populares.
Su compromiso con tal objetivo, claramente demostrado a lo largo de su vida, se tradujo en su enorme productividad intelectual y en su gran capacidad de trabajo y dedicación. Su mirada clara, su eterna sonrisa, su bondad, su humanidad, su gentileza, su cariño a los compañeros y compañeras y su respeto a todos, incluido a sus adversarios, hicieron de él un santo “laico”, un santo “rojo”, muy estimado, respetado y querido por todos nosotros. Su cuerpo se nos fue. Pero Luis estará siempre en las actividades de la UPEC.
Quisiera añadir una nota personal que muestra la talla humana y comprometida de Luis. Le conocí hace ya muchos años en El Salvador. Yo era miembro entonces del jurado del Tribunal de los Pueblos (establecido en su día por Bertrand Russell y Paul Sartre) para juzgar los crímenes y violaciones de los derechos humanos cometidos en todas las partes del mundo. Tal Tribunal no tenía ningún poder legal, sólo moral. Personas conocidas por su sensibilidad hacia los derechos humanos (tales como el escritor Julio Cortázar, Eduardo Galeano, el premio Nobel Ward, entre otros), analizamos la enorme crueldad de la oligarquía salvadoreña. La represión que tal oligarquía imponía a la población salvadoreña era enormemente sádica y brutal. Visitamos El Salvador, y Luis, entonces Profesor en la Universidad de El Salvador, se presentó voluntario para recoger la evidencia de tal brutalidad para el Tribunal, jugándose su vida en ello. Fue entonces cuando le conocí. Se estableció una estima mutua, y así se inició una larga amistad. Conociéndolo, sabía que él compartiría nuestros sueños y que nos ayudaría a establecer la UPEC. Y así fue. Nos llamábamos con frecuencia, para animarnos en los inicios de la UPEC cuando recibimos una gran hostilidad por parte de las derechas en Cataluña. Tal agresividad, decía Luis, era signo de que íbamos por el buen camino. Nuestro último encuentro fue hace sólo unas semanas, cuando me vino a ver para solidarizarse conmigo y expresar su indignación de que El Periódico hubiera decidido vetar mis artículos por encontrarlos demasiado “rojos” y críticos de los medios (incluyendo El Periódico). Me consta que Luis protestó al diario en el cual él también había colaborado, sin que este rotativo publicara su protesta. Le agradecí su acto. Hablamos largo y tendido. Nos reímos viendo las dificultades que iban surgiendo como muestra de que continuábamos yendo por el buen camino. Nos abrazamos y nos despedimos No sabía entonces que era la última vez que nos veíamos. Me sorprendió y dolió mucho oír de su muerte.
Siempre la muerte es inoportuna. Pero la de Luis lo es también, y mucho, ¡Qué lástima que no viera el triunfo, por fin, de las izquierdas en El Salvador, país al cual quiso tanto y al que dio gran parte de su vida!. Su trabajo e influencia sembrados allá y aquí continuarán guiándonos. ¡Hasta siempre, amigo y compañero Luis!