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Artículo publicado por Vicenç Navarro en el diario digital EL PLURAL, 14 de marzo de 2011

Este artículo cuestiona la tesis sostenida por el Presidente del Partido Popular, el Sr. Mariano Rajoy, de que los conservadores y cristianodemócratas han sido los creadores del estado del bienestar en Europa. Continuando un artículo previo, publicado en Público “Derechas sin sensibilidad social” (10.03.11), donde se mostró lo inexacta de esta tesis en España, este artículo muestra lo mismo en Europa.

El Sr. Mariano Rajoy, Presidente del Partido Popular, en un discurso que dio en una reunión del Partido Popular Europeo, en Ciudad Real, hizo la siguiente declaración, y lo cito directamente tal como lo dijo, “el estado del bienestar lo inventaron conservadores y democristianos, no la izquierda”, añadiendo que es importante “arrebatar a la izquierda la bandera de las políticas sociales, desmitificando tal compromiso que las izquierdas presumen sin razón y sin resultado”. Esta orientación reafirma el intento de tal partido de identificarse como el partido de los trabajadores, expresión que ha utilizado en más de una ocasión y que ahora expande definiéndola también como el partido fundador del estado del bienestar.
El Sr. Mariano Rajoy hablaba a una audiencia europea y por lo tanto es de asumir que al definir a los conservadores y cristiano demócratas como los fundadores del estado del bienestar se estaba refiriendo tanto a Europa como a España. En un artículo publicado en Público “Derechas sin sensibilidad social” (10 Marzo 2011) he mostrado que es difícil sostener tal afirmación en España, donde el gran retraso del estado del bienestar se debe precisamente al enorme dominio que las fuerzas conservadoras y cristianas han tenido sobre el Estado español a lo largo de la historia (ver también mi libro El subdesarrollo social de España. Causas y consecuencias).
Pero encuentro también sorprendente que atribuya a los conservadores y demócratacristianos el establecimiento del estado del bienestar en los países de Europa, pues refleja un desconocimiento muy marcado de la historia del estado del bienestar en este continente, a menos que confunda el estado del bienestar con “el estado asistencial dirigido a los pobres” que ha caracterizado la propuesta social de tales fuerzas políticas conservadoras. La Iglesia y sus instrumentos políticos favorecieron históricamente la intervención pública para cuidar a los pobres y a las personas indigentes vulnerables de ser marginadas por la falta de recursos. Incluso hoy, la Real Academia de la Lengua Española, una de las instituciones más conservadoras existentes en España (como la mayoría de Reales Academias), define al estado del bienestar como “las prestaciones sociales otorgadas a los menos favorecidos por el Estado” es decir, a los pobres.
El estado del bienestar, establecido por la socialdemocracia, (definiendo como tal todas las sensibilidades socialistas que desean desarrollar tal proyecto político a través de la vía democrática, llámense como se llamen: partidos socialistas, laboristas, socialdemócratas o comunistas) es un estado universal, en el que, desde el principio, los derechos sociales eran para todos, ciudadanos y residentes, sin limitaciones o definición de derechos según el nivel de renta. La traducción operativa de este derecho son las transferencias y los servicios públicos universales, tales como sanidad, educación, servicios sociales, escuelas de infancia y servicios domiciliarios, entre otros, que no se otorgan por el Estado, sino que se consideran como derechos de todos los ciudadanos que son garantizados por el Estado. El motor de tal proyecto históricamente fue el movimiento obrero en alianza con las clases medias.
La Iglesia y las fuerzas conservadoras, incluyendo los liberales, se opusieron a tal estado del bienestar hablando en su lugar de la sociedad del bienestar. El eje social de la Iglesia era la familia, donde la mujer cuidaba de los niños y de los ancianos y el esposo trabajaba desde los 16 a los 65 años, financiando las transferencias de fondos públicos -como las pensiones y la sanidad- a través de las cotizaciones sociales de los empresarios y de los trabajadores a las cajas de la Seguridad Social, controladas por los empresarios y trabajadores (divididos en distintos sectores) junto con representantes del estado. Tal formato sí que había sido establecido por un conservador, el canciller Bismarck, que temeroso de los movimientos obreros, que estaban surgiendo con fuerza en Europa, quiso romper con la solidaridad obrera estableciendo una diversidad de beneficios de manera que unos trabajadores tendrían más beneficios que otros, enfrentando a unos trabajadores con otros. Su enemigo era la universalidad de derechos, tal como el propio Bismarck indicó. La manera de frenar el movimiento obrero no era sólo mediante la represión, sino también con medidas que dividieran a la clase trabajadora. De ahí surgió el programa de Seguridad Social que se establecía, no a partir de fondos del estado, sino a partir de contribuciones de los propios trabajadores y de los empresarios, donde los beneficios respondían a un sistema jerárquico dependiendo del lugar del trabajador en el orden social, que quería defenderse y reproducirse con tal programa. (Ver Vicente Navarro “Why some countries have National Health Insurance, others have National Health Services and The US has neither” International Journal of Health Services 19 (3) pp. 383-404.1989).
Este modelo conservador ha ido cambiando resultado de las alianzas que tales fuerzas conservadoras tuvieron que hacer con la social democracia a fin de poder gobernar. Y así se han ido adaptando a un modelo universal. Pero el presente está influenciado por esta historia. Incluso hoy, la canciller Angela Merkel de Alemania ha tenido grandes dificultades en romper el corporativismo de las múltiples cajas de la Seguridad Social en su camino a alcanzar el universalismo que deriva primordialmente de la tradición socialdemócrata. Por lo demás, el estado del bienestar más desarrollado es en los países nórdicos de tradición socialdemócrata. El gasto en protección social en 2006 (antes de que comenzara la crisis) era en Suecia 29% del PIB, en Dinamarca 29.8% del PIB y en Finlandia 27.4% del PIB. Por el contrario, el estado del bienestar menos desarrollado es en el Sur de Europa y, muy en particular, en España 18.6% del PIB y en Portugal 22.4% del PIB, donde las fuerzas conservadoras y cristianas han gobernado durante más tiempo después de la II Guerra Mundial.
La enorme popularidad del estado del bienestar explica que una vez obtenido un derecho social o laboral, es difícil de reducirlo o eliminarlo. Y de ahí que la democracia cristiana y los conservadores hayan aceptado la existencia de tales derechos, e incluso en algunas ocasiones, los han extendido, aunque en mucha menor frecuencia que los partidos socialdemócratas. Las declaraciones de paternidad del estado del bienestar por parte del Sr. Mariano Rajoy son, pues, incorrectas y erróneas, pues la evidencia existente, tanto en España, como en Europa, no las avalan.

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