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Publicado en la Revista Temas para El Debate, enero 2009


El premio Nobel de Economía no es en realidad un premio otorgado por la Fundación Nobel que ésta otorga para galardonar a personas que se han distinguido en distintas áreas de conocimiento y creatividad humanas. El Premio Nobel de Economía fue instaurado en el año 1968 por el Banco de Suecia a raíz del 300 aniversario del establecimiento de tal Banco, utilizando el nombre de Nobel a fin de darle una visibilidad al premio que tal Banco otorgaba, intentando parasitar el prestigio de los premios Nobel, utilizando su nombre. Su origen y patrocinio explica la orientación de tales premios, en su mayoría economistas que reproducen la ideología dominante próxima al capital financiero. Como decía James Galbraith, Catedrático de Economía de la Lyndon B. Jonson School and Public Affaire de la Universidad de Texas en Austin en una entrevista al The New York Times (20.oct.07), “tales premios se han caracterizado por su sesgo ideológico liberal, su excesiva preocupación con econometría, y con problemas que preocupan al capital financiero, ignorando temas como las desigualdades sociales, la pobreza o el ambiente”. Ni que decir tiene que han habido excepciones, tales como Amartya Sen, Joseph E. Stinglitz y el de este año, Paul Krugman, pero como bien señaló el profesor Stiglitz (en la misma entrevista del The New York Times) “Históricamente, esta crítica de sesgo liberal en el otorgamiento de tales premios, está claramente justificada”. Tal sesgo, alcanzó su cenit durante la década de los años 1990 (cuando A. Lindbeck, un economista ultraliberal sueco, presidió la Comisión que otorga tal premio). Durante aquellos años la mayoría de galardonados pertenecieron a la Universidad de Chicago, el Vaticano del pensamiento neoliberal económico en EEUU. La expresión de tal sesgo fue tan extrema que causó una protesta internacional que forzó la dimisión de A. Lindbeck, y que explica el rápido nombramiento de Amartya Sen y Joseph E. Stiglitz (y ahora Krugman) como receptores del premio, a fin de dar una imagen de cambio en la orientación de tal premio, cambio que sin embargo ha sido limitado.

Un objetivo de la comisión ha sido el de intentar presentar el conocimiento económico (que está siempre basado en supuestos subjetivos, aunque se afirme lo contrario) como una ciencia semejante a la química o la física, es decir, una ciencia básica. De ahí su énfasis en matemáticos, econometría y teoría económica que podría definirse como filosofía económica, intento que alcanza su cenit en la época liberal iniciada por las políticas del Presidente Reagan y la Sra. Thatcher. Ello explica que Jeff Madrick, el director del centro de investigación Economic Policy Análisis de la New School de New York haya indicado que “los intentos de presentar la economía como una ciencia básica sean loables pero exagerados”…”en realidad los premios Nobel de economía son premios políticos en su mayoría, presentados como premios científicos”. Ello explica como mi maestro, Gunnar Myrdal, Profesor de Economía Internacional en Estocolmo y receptor del premio Nobel en 1974, escribiera una carta que cuestionaba el razonamiento que utilizaba el Banco de Suecia para dar el nombre de Nobel a sus premios, a saber, el carácter científico del conocimiento económico. Y la mejor prueba de lo que Myrdal denunciaba era el hecho de que cuando se le otorgó tal premio, se otorgó también a Frederik Von Hayek, un liberal con unos valores claramente opuestos al socialdemócrata Myrdal. En realidad, el premio era a dos subjetividades opuestas, que tenían poco que ver con ciencias básicas duras. Es interesante subrayar que Hayek escribió también una carta diciendo que estaba de acuerdo con Myrdal y que si de él dependiera no habría premio Nobel de economía. Y dentro de estas subjetividades, algunas han sido sistemáticamente excluidas. No sólo economistas marxistas sino economistas como John Kennek Galbraigth no fueron nunca considerados para tal galardón. Ha habido una exclusión sistemática por parte de la Comisión no sólo de ciertas subjetividades sino también de ciertas temáticas tales como la pobreza, las desigualdades y otros. En España, donde el dominio liberal en el pensamiento económico ha sido muy acentuado, tales debates apenas han aparecido en la literatura económica.

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