ene 02

Versión en castellano del artículo originalmente publicado en el diario ARA en catalán el 22 de diciembre de 2011. Por Vicenç  Navarro.

Este artículo critica la versión neoliberal, bien representada en el artículo de David Brooks del New York Times, y ampliamente compartida por las derechas de Estados Unidos y de Europa, incluyendo las españolas y catalanas, sobre la crisis del euro y la supuesta responsabilidad que los países PIIGS tienen en la génesis de la crisis.

En España, cuando se alude a temas económicos de The New York Times inmediatamente se piensa en Paul Krugman, el premio Nobel de Economía. Desde su columna en ese rotativo, Krugman provee una visión keynesiana de la crisis de la Eurozona que, con algunas matizaciones, define bastante claramente lo que pasa en esta unidad monetaria y por qué ahora está en profunda crisis.

En cambio, en España es poco conocido otro columnista de The New York Times, David Brooks, una de las voces más importantes del pensamiento conservador y neoliberal de los Estados Unidos. Últimamente, Brooks ha publicado un artículo, El espíritu de empresa, que ha tenido mucho impacto porque refleja muy bien el punto de vista de las derechas norteamericanas sobre la crisis del euro, y que coincide con lo que tienen el gobierno alemán y grandes sectores de las derechas, incluyendo las catalanas y las españolas. El escrito tiene gran interés y se publicó el pasado día 10 en este diario, el ARA, que también publica frecuentemente artículos de Krugman que presentan una visión diferente. Para David Brooks, la raíz del problema del euro es el comportamiento de los países del sur de Europa-como Grecia, Portugal, España e Italia-, que, viviendo por encima de sus posibilidades, estuvieron gastando de una forma irresponsable, pidiendo dinero a los bancos alemanes y de otros del centro de Europa, que tienen toda la razón de exigir que se les devuelvan. Esto es lo que el gobierno Merkel está pidiendo que se haga. No es justo-según David Brooks-que los alemanes estén ayudando a los países del sur-a través del Banco Central Europeo (BCE) -, rescatando los países que «tienen unos sectores públicos enormes, muy por encima de lo que pueden pagar». David Brooks defiende así la postura de la Sra. Merkel, afirmando que Alemania ya ha cumplido su deber y ahora es el momento en que españoles e italianos cumplan el suyo. Que Alemania les ayudara ahora, sin más, sería recompensar un comportamiento irresponsable. Antes de recibir ayuda, deben mostrar que pueden ser responsables. Es interesante subrayar que esta visión de las causas de lo que está pasando es aceptada incluso entre algunos sectores del equipo económico del socialismo español, tal como he documentado recientemente en el artículo Debates sobre la socialdemocracia en España.

El problema de tal teoría es que ignora datos fácilmente accesibles que muestran el error de sus supuestos. Veámoslo. En primer lugar, los datos no muestran que España tenga un sector público hipertrofiado. El gasto público por habitante es, en España, el más bajo de la UE-15. Lo mismo en cuanto al porcentaje de la población adulta que trabaja en el Estado: es sólo el 9%, uno de los más bajos de la UE-15 (la media de la UE-15 es el 15%, y Suecia es el 25%). ¿Dónde está la hipertrofia?

Veamos otro dato. Brooks también dice que la crisis viene del hecho de que España se gasta más de lo que tiene, después de haber actuado de una manera licenciosa y exuberante durante muchos años. De nuevo, los datos no apoyan este supuesto. El estado español, cuando la crisis comenzó en 2007, estaba en superávit y la deuda pública era de los más bajos de la UE-15. En realidad, España había sido el discípulo ejemplar de los establishments neoliberales europeos y el gobierno Zapatero recibió en más de una ocasión un gran aplauso (incluyendo de la señora Merkel) por sus medidas de austeridad. ¿Dónde está, pues, la exuberancia en el sector público?
Vamos ahora a la exuberancia en el sector privado. Y ahí sí que hubo una gran exuberancia y especulación. Pero, al parecer, el Sr. Brooks desconoce el papel clave que jugó la banca alemana en facilitar y estimular el endeudamiento de las instituciones financieras españolas, obteniendo en el proceso unos beneficios auténticamente exuberantes. La banca privada, tanto española como alemana, y sus supervisores -tanto el Banco Central Europeo como el Banco de España y el banco central alemán- actuaron con un elevado nivel de irresponsabilidad, en el caso de los bancos, y de complicidad , en el caso de los bancos centrales. David Brooks, en su canto a la banca alemana, ignora que estaba metida en la burbuja inmobiliaria especulativa española hasta la médula, de lo cual consiguió grandes beneficios hasta que la burbuja explotó.

Y, finalmente, David Brooks también ignora cómo funciona el BCE y su relación con la banca alemana. Cuando se dice que el BCE ayuda a España comprando deuda pública, no lo hace con dinero alemán que le presta la banca alemana. La banca alemana tiene una enorme influencia sobre el BCE, pero el dinero del BCE no es dinero alemán. El dinero del BCE se imprime en las máquinas que producen dinero y se utilizan para comprar los bonos públicos de España con unos elevados intereses, con lo que no cuesta ni un céntimo al ciudadano alemán o a sus bancos. En realidad, el BCE gana dinero no sólo imprimiendo, sino recibiendo los intereses.

Al parecer, Brooks ignora que el hecho de que los bancos alemanes y su banco central no quieran que se compren bonos públicos no es porque los pensionistas alemanes estén ayudando al estado español (cosa que no hacen), sino porque temen que imprimiendo moneda aumente la inflación, el enemigo número uno de la banca en cualquier país. Aquí está el problema. El problema con esto es que, como ha admitido el nuevo director del BCE, Mario Draghi, existe el peligro de que en lugar de inflación tengamos deflación, y la tendremos si acabamos en la gran recesión a la que indudablemente nos llevan las políticas promovidas por la Sra. Merkel y que cuentan con el apoyo del Sr. David Brooks y otros pensadores neoliberales a ambos lados del Atlántico. Así de claro.

Ver artículo en PDF

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.

ACEPTAR
Aviso de cookies