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Artículo publicado por Vicenç Navarro en la revista digital SISTEMA, 16 de noviembre de 2012

Este artículo señala las características de la Tercera Vía y su responsabilidad por el gran declive de la socialdemocracia en la Unión Europea. Señala también a la figura de Tony Blair como personaje característico de aquella tradición política, mostrando a nivel personal las consecuencias de la ideología dominante en tal Tercera Vía.

Uno de los desarrollos que dañaron más a la socialdemocracia europea fue la aparición y desarrollo en su seno de la corriente liberal conocida como la Tercera Vía, también llamada blairismo, enfatizando así el liderazgo que Tony Blair, el Primer Ministro del gobierno laborista británico, proveyó en la aparición de tal corriente dentro de la socialdemocracia. Tal blairismo se caracterizó por la sustitución de los principios socialdemócratas por principios de clara orientación liberal. Entre ellos, el que llamó más la atención fue su abandono de las políticas redistributivas, enfatizando en su lugar, la necesidad de facilitar la concentración de las riquezas a fin de crear y acumular capital que, indirectamente, se filtrara al resto de la población. La aplicación de tales principios despertó gran interés y apoyo al blairismo por parte del gran capital británico y muy en particular el financiero, basado en la City (el Wall Street de Gran Bretaña), que se benefició enormemente de las políticas fiscales que favorecieron a las personas que derivaban sus rentas no del trabajo, sino de la propiedad. Tony Blair se convirtió así en la figura preferida y promocionada por las grandes fortunas de la City de Gran Bretaña. En realidad, atrajo capital financiero a la City, presentándola como el paraíso fiscal de mayor rentabilidad. Tony Blair estaba orgulloso de que la City permitiera prácticas irregulares que no se permitían en Wall Street. Ello determinó un enorme aumento del capital financiero que, durante el mandato de Blair, alcanzó a ser el 32% del PIB, crecimiento que tuvo lugar a costa del sector industrial, que pasó de representar el 20% del PIB al 12%, durante el mismo periodo (ver mi artículo “El fracaso del nuevo laborismo y del socioliberalismo”, ‘Sistema digital’, 21.05.12).

Tony Blair, como Gerhard Schröder en Alemania, hicieron también reformas laborales que redujeron los salarios como consecuencia de su desregulación. Y Tony Blair también desalentó las políticas de expansión de gasto público como medida de estímulo económico, argumentando su imposibilidad en una economía globalizada, ignorando que algunos de los países más integrados internacionalmente, como los países escandinavos, tenían un gasto público mayor, base de su expansión económica. Tony Blair continuó las políticas de austeridad de gasto público que había iniciado Margaret Thatcher. De ahí que se le conociera popularmente como la “señora. Thatcher con pantalones”. Naturalmente que esta expresión era un tanto exagerada pero sí que reflejaba la percepción popular de lo que Blair significaba en la Gran Bretaña: la incorporación del liberalismo (en el área económica neoliberalismo) dentro de la socialdemocracia, cambiando radicalmente las políticas públicas que habían caracterizado a esta sensibilidad política.

EL COSTE ELECTORAL DEL BLAIRISMO

Tales políticas explican el declive electoral del Partido Laborista, disminuyendo de una manera muy significativa su representatividad parlamentaria. En otro artículo he documentado que, en contra de lo que se presentó en los medios de mayor difusión, el blairismo llevó al Partido Laborista a un desastre (ver artículo “La crisis de la socialdemocracia en Europa”, publicado en ‘Sistema Digital’ y disponible en www.vnavarro.org). Baste recordar que el Partido laborista pasó de recibir el apoyo electoral de un 33% del electorado en el inicio de su periodo gobernante, 1997, a un 25% en 2001, y un 22% en 2005. Si Gran Bretaña hubiera tenido un sistema electoral proporcional, el Partido Laborista habría perdido la mayoría parlamentaria ya en la segunda elección. El que consiguiera la mayoría parlamentaria hasta el año de su colapso parlamentario, 2005, no fue –como sus ideólogos, como Anthony Giddens, indicaban- resultado de su supuesta popularidad, sino al contrario, como consecuencia del enorme sesgo del sistema electoral y de la crisis del Partido Conservador. Un tanto semejante le ocurrió, por cierto, al partido gobernante socialdemócrata alemán. Todos los partidos socialdemócratas pertenecientes a la Tercera Vía (que eran la mayoría que gobernaban la Unión Europea) han sido derrotados electoralmente con gran pérdida de su apoyo electoral, perdiendo a la vez un gran número de militantes y simpatizantes.

¡POR FIN PODEMOS VER QUE FUE EL BLAIRISMO!

Pero el significado de Tony Blair y lo que él representó quedó incluso más claro una vez éste dejó su cargo en el Gobierno de Gran Bretaña. Sus ansias de enriquecerse se han desarrollado extensamente a través de sus asociaciones con algunos de los regímenes más crueles y rechazables hoy existentes en el mundo, entre los cuales destacan Kazakhstan y Azerbaiyán, países que han sido señalados por las organizaciones a favor de los Derechos Humanos entre los regímenes en el mundo donde tales derechos están más limitados. Son dictaduras sin ningún respeto a la existencia de derechos políticos, civiles, sociales y laborales, en las que una superminoría explota sus recursos naturales, incluyendo el petróleo, con la alianza de las compañías extranjeras que mantienen una relación privilegiada con los dictadores que oprimen su ciudadanía. Tony Blair ha recibido y continúa recibiendo millones y millones de dólares como asesor en relaciones públicas, entre otras funciones, asistiendo a cambiar la imagen de tales regímenes. Opositores a tales dictaduras han pedido a las fuerzas democráticas del mundo que denuncien al señor Blair por su defensa y ayuda a tales regímenes.

Las fuentes de ingresos del señor Blair son numerosas. Ken Silvertein, codirector de la revista estadounidense ‘Harper’s’ ha citado algunas de ellas en su artículo sobre tal personaje, publicada en ‘The New Republic’ (04.10.12), del cual saco la mayoría de datos presentados en este artículo. La lista es enorme e incluye algunas de las empresas más conocidas por su comportamiento inmoral, como JP Morgan Chase (que pago 4 millones de dólares a Blair) y el Gobierno feudal de Kuwait, entre muchas otras dictaduras, además de las citadas, consiguiendo sólo en un año (según el ‘Financial Times’) 30 millones de dólares. También recibe ingresos por conferencias (a 200.000 dólares la conferencia) sobre el futuro de la socialdemocracia y del mundo. Lo que encuentro extraordinario no es lo que este ex líder de la socialdemocracia hace (ya era predecible viéndolo gobernar) sino que círculos socialdemócratas le inviten, incluyendo la Fundación Ideas, el ‘think tank’ del PSOE. Supongo que no les pagarían 200.000 dólares. Pero, me pregunto, ¿de verdad quieren aprender de Blair cómo se construye el socialismo?

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