oct 29

Artículo publicado por Vicenç Navarro en la columna “Pensamiento Crítico” en el diario PÚBLICO, 29 de octubre de 2013, y en catalán en el diario digital EL TRIANGLE, 6 de noviembre de 2013

Esta conferencia introduce el establecimiento del movimiento Procés Constituent en Catalunya, que señala la necesidad de crear otra Catalunya, así como otra España, basadas en la tradición republicana.

Traducción al castellano de la conferencia del Profesor Navarro en la asamblea del Procés Constituent en Barcelona, 13 de octubre de 2013 (ver el vídeo en www.vnavarro.org)

Queridos compañeros y compañeras,

Aquí estamos reunidos, venidos de todos los rincones de Catalunya, para celebrar nuestro nacimiento; un momento de gran alegría, que vivimos con gran ilusión. Y llegamos aquí para renovar juntos nuestro compromiso de ponernos al servicio de la gente normal y corriente de nuestro país.

Miremos ahora a nuestro alrededor y veamos qué nos une. Y una cosa que está clara es que lo que motiva nuestro compromiso es nuestro profundo deseo de alcanzar la felicidad -sí, lo tenemos que decir sin ningún rubor, la felicidad-, la libertad y el bienestar de nuestro pueblo, y muy en particular de sus clases populares, es decir, de aquellos ciudadanos que con su trabajo, sea remunerado o no, han construido y están construyendo este país. Nuestro compromiso es con la mayoría de la población, que hoy siente que no tiene la posibilidad de participar en las decisiones de aquellos que los gobiernan. De ahí que sea uno de nuestros objetivos ayudar a que esta población sepa que ellos son los que hacen Catalunya, y que es de ellos de quien deriva el poder del Estado, tanto el central como la Generalitat de Catalunya, es decir, de las instituciones encargadas de la gobernanza del país.

De ahí deriva el segundo punto que nos define, y que es nuestro rechazo, no a España, no a los diferentes pueblos y naciones de la Península Ibérica, que consideramos nuestros hermanos, sino al Estado español, que claramente no nos representa. Este Estado, fruto de una transición inmodélica, dominado por los herederos de la dictadura fascista, es responsable del enorme atraso del Estado del Bienestar español y también es responsable de que este Estado nunca haya aceptado el carácter plurinacional de España, imponiendo su nacionalismo españolista, un nacionalismo que nos asfixia a todos los demás.

Este Estado español no es nuestro Estado. Ni sus símbolos, son nuestros símbolos. No nos encontramos a gusto en este Estado, que no es el nuestro, y ayudaremos a nuestros hermanos y hermanas en España, que ya están en las calles a lo largo de todo el territorio porque tampoco sienten que sea su Estado. Les ayudaremos a que logren su liberación. Hoy saludamos sus movilizaciones, denunciando que este Estado no les representa a ellos tampoco. Les ayudaremos a que logren cambiar tal Estado, consiguiendo uno que les represente.

Nosotros, ahora, nos tenemos que concentrar en conseguir nuestra liberación, en este lado del Ebro. Porque nosotros tampoco nos encontramos cómodos en esta Catalunya oficial, que es escasamente democrática, muy poco justa y muy poco solidaria. No nos gusta una Catalunya en la que un burgués vive diez años más que un trabajador no cualificado en paro crónico. Esta no es nuestra Catalunya.

No nos gusta tampoco esta Catalunya insolidaria. Catalunya no es pobre. Catalunya es rica. Y en cambio, el gasto público para financiar los servicios públicos de sanidad, educación, vivienda, escuelas de infancia, entre otros servicios, es de los más bajos de Europa. Y esto se debe, no solo al déficit fiscal que Catalunya tiene con España – déficit que nos empobrece –, sino primordialmente al enorme poder que las fuerzas conservadoras en Catalunya han tenido sobre el Estado y sobre la Generalitat. Esta es la mayor causa de nuestro subdesarrollo social, donde, a pesar de que Catalunya sea más rica que el promedio de la Unión Europea de los Quince, el grupo de países más ricos de la Unión Europea, los servicios públicos son de los menos financiados y donde casi uno de cada cuatro catalanes es pobre. Esta no es la Catalunya que queremos.

Por este motivo queremos otra Catalunya, una Catalunya en la que democracia no sea solo votar cada tantos años dentro de un sistema electoral poco representativo. Queremos una democracia participativa, y directa, en la que cada ciudadano pueda participar a través de referéndums vinculantes y otras formas participativas de democracia. Democracia no es solo democracia representativa, y todavía menos lo es una democracia como la existente en Catalunya, donde el sistema electoral es poco representativo, donde la política se entiende como el politiqueo entre las élites gobernantes. Esta no es nuestra Catalunya. Queremos una Catalunya auténticamente democrática, auténticamente participativa, en que la gobernanza del país proceda directamente de las decisiones del pueblo de Catalunya, es decir, de todos los que viven y trabajan en Catalunya, sin limitaciones o exclusiones.

Y el derecho a decidir tiene que incluirlo todo. Derecho a decidir por un pueblo soberano significa decidir, no solo sobre si quiere separarse o no del Estado español, sino sobre todo lo demás, es decir, sobre los lugares de trabajo, sobre nuestras escuelas, sobre nuestros centros sanitarios, sobre nuestros barrios, y un largo etcétera. Y no solo mediante una autoridad delegada, sino directamente por la población. Es decir, democracia es la continua y constante participación de las clases populares en la búsqueda de su felicidad y de su bienestar, obtenidos en solidaridad con todos los demás.

Somos conscientes de que se nos dirá – ya se nos ha dicho – que somos utópicos, que estamos soñando, que esto no se puede realizar en Catalunya. Sabemos, sin embargo, que este argumento se ha utilizado constantemente para evitar cambios. Pero tenemos evidencia de que el cambio es posible. Cada uno de los cambios que han mejorado el bienestar de la población en nuestro país se ha logrado a base de movilizaciones populares. Nunca olvidemos que aun cuando Franco, uno de los mayores asesinos que han existido en Europa en el siglo XX, murió en la cama, la dictadura murió en la calle.

También queremos aclarar que no somos ni queremos ser un partido. Somos un movimiento político-social que quiere transformar profundamente Catalunya. Y tenemos plena fe en nuestro pueblo. Y sabemos que cuando la población se mueve, puede mover montañas. Y se han movido montañas. Repito que no somos ni queremos ser un partido político. Lo repito porque algunas élites partidistas tienen el temor de que les hagamos perder votos. No es esta nuestra intención. Queremos que la población participe y se movilice electoralmente. Pero nosotros queremos ir más allá de la vía representativa. Queremos concienciar a la ciudadanía de que ellos son Catalunya, que las personas anónimas que, en su vida cotidiana y con su trabajo, hacen el país, son los que tienen el derecho a decidir y a gobernarlo, transformándolo profundamente. Y para ello se requiere una amplia movilización y grandes alianzas. Con ello construiremos la nueva Catalunya, alrededor del Manifiesto, que es nuestra guía y con el que amplios sectores de la población están ya de acuerdo. Y nosotros invitamos a los partidos progresistas a que se sumen a este proyecto. Cada una de las propuestas que hacemos, sabemos que la mayoría de la población las acepta y las desea. Y damos la bienvenida a sus militantes para que todos juntos, personas de distintas sensibilidades, podamos ayudar a revolucionar este país. Este es nuestro proyecto.

Y es aquí donde nos consideramos herederos de todos aquellos que nos precedieron en esta lucha para lograr la libertad, la felicidad y la solidaridad. Somos herederos de nuestros padres y abuelos, que perdieron una guerra defendiendo la libertad, la democracia, la solidaridad y la justicia social. Somos herederos de aquellos que continuaron luchando contra la dictadura, en los años cuarenta, en los años cincuenta –cuando empezamos las movilizaciones pacíficas en contra de aquel horror-, en los años sesenta y setenta en las magníficas movilizaciones que, bajo el liderazgo del Movimiento Obrero, terminaron con aquella dictadura, y somos herederos de aquellos que continuaron presionando durante la época post-franquista denunciando la falta de representatividad de las instituciones españolas y catalanas mal llamadas representativas, que, en realidad, “no nos representan”, criticando el enorme subdesarrollo social de aquel Estado post franquista y que nunca aceptó que Catalunya fuera una nación. Somos herederos de todos ellos y, como tales, queremos terminar un periodo iniciado en la Transición inmodélica del 1978, y que se ha agotado.

Queremos comenzar un nueva Transición que sea no violenta, pacífica, alegre y radical, radical porque iremos a las raíces de las causas de la escasa felicidad de nuestro pueblo. Seremos gentiles y amables, pero no blandos. Y no cejaremos en nuestro empeño, recurriendo incluso a la desobediencia civil, si así lo exige nuestro compromiso con el bienestar de nuestro pueblo. Esto es lo que somos, y esto es lo que queremos para esta nueva Catalunya, una Catalunya más justa, más social, más solidaria y más participativa y democrática, una Catalunya que pueda ayudar en solidaridad a los otros pueblos y naciones de España a liberarse, facilitando la hermandad entre los pueblos que este Estado español dificulta. Rechazamos toda hostilidad y ofensa a las clases populares de España. Pero sí que rechazamos este Estado español, y lo hacemos sin violencia, con serenidad y con compromiso, y con la misma intensidad con la que queremos cambiar esta Catalunya, para ayudar a sus clases populares a sustituirla por otra Catalunya, que sea democrática, justa y solidaria.

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